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El Celta congela el Manzanares

Un golazo del sueco John Guidetti y dos cabezazos Pablo Hernández llevan a los gallegos a unas semifinales de Copa del Rey que no saboreaban desde 2001. El Atlético lo intentó con dos tantos, pero el Calderón y Simeone quedaron enmudecidos ante la sorpresa

El técnico del Atlético de Madrid, Diego Simeone.-REUTERS

MIGUEL ÁNGEL MORENO (EFE)

MADRID.- El Celta de Vigo resolvió el suspense de los cuartos de final de la Copa del Rey ante el Atlético de Madrid congelando el estadio Vicente Calderón con un auténtico golazo del sueco John Guidetti y dos cabezazos del chileno Pablo Hernández, que le llevan a unas semifinales que no saboreaba desde 2001.

El partido comenzó con el guión esperado: el Atlético tomando la iniciativa como conjunto al que solo valía la victoria, mientras que el Celta adoptó el papel del personaje en la sombra, esperando el momento adecuado para lanzar zarpazos pero sin renunciar al balón sobre todo por la banda izquierda del chileno Fabián Orellana, aunque el villano de la noche para la hinchada local fue su compatriota 'Tucu' Hernández, con sus dos tantos.

Aunque no estaba en las alineaciones, el primer protagonista fue una estrella rojiblanca hoy en la sombra. El delantero Fernando Torres, ausente hoy por lesión y foco de atención durante la semana por los debates sobre su continuidad a partir del próximo verano, cuando caduca la cesión del Milán italiano. Su nombre fue coreado por la grada en el minuto nueve de partido.

La iniciativa venía auspiciada a través de las redes sociales por varios seguidores rojiblancos. Comenzó por el fondo sur y se reprodujo por algunas otras zonas del campo. No fue atronador, pero sí dio una muestra amplia del apoyo al '9' rojiblanco. Acto seguido, al minuto 10, resonó el nombre del técnico argentino Diego Simeone. El apoyo al 'Cholo' no se resiente pese a lo que pueda ocurrir con Torres.

Lo que no se esperaba nadie en el Calderón es que el primer pistolero del día fuera celeste. Hernández inauguró el marcador rematando de cabeza un centro de Orellana en un saque de esquina ensayado. El ambiente se congeló por instantes mientras se escuchaba el 'Tucu tucu' del centenar de hinchas vigueses desplazados al Manzanares.

Calmó los ánimos el de siempre en el Calderón, el francés Antoine Griezmann, que supo estar en el lugar correcto en el momento oportuno: al lado del meta vigués Rubén Blanco, que no acertó a blocar un disparo fuerte y seco del belga Yannick Carrasco. El de Mos tuvo mala noche: además del tanto, recibió un duro golpe en las costillas en un intento de remate del argentino Luciano Vietto y acabó sustituido al descanso por Sergio.

La venganza celtiña llegó en vaso frío, el del sueco John Guidetti que protagonizó en apenas dos minutos sendas acciones clave: en la primera se escapó de Godín y Giménez para lanzar un centro ya fuera del campo, que Hernández remató a gol y fue anulado. Pero unos segundos después Guidetti se destapaba con un derechazo inapelable a la escuadra izquierda de Moyá.

Cuando Simeone intentaba reaccionar dando entrada a su compatriota Ángel Correa, que tuvo una clara ocasión que estrelló en el larguero nada más ingresar en el campo, llegó la sentencia, de nuevo con el 'Tucu' Hernández como ejecutor, al rematar sin marca dentro del área un centro de Hugo Mallo desde la derecha.

El tanto heló a los aficionados rojiblancos. Aunque intentaron levantar al equipo, el 1-3 con el valor doble de los goles visitantes pesaba igual sobre la grada y el césped. Más de treinta mil almas casi en silencio mientras unas doscientas entonaban la 'Rianxeira', que resonaba en el Calderón.

"¡Cholo, saca a Augusto!", llegaron a pedir los celtiñas, que vieron cómo el Atlético se llevaba a su mediocentro titular en el mercado de enero y encontraban la venganza más dulce en el feudo rojiblanco.

"¡Ahora a por la Copa!", agregaban los celestes, que se ven en semifinales por primera vez en quince años. En la última (2001) dejaron al Barcelona en la cuneta para jugar la final, donde cayeron ante el Zaragoza.

El chasco era tal que ni la calidad de Óliver Torres, ingresado al campo en lugar de Saúl, ni el gol que -esta vez sí- anotó Correa en el 81 sirvieron de consuelo a la grada.

El 'conxuro' desde Vigo dejaba al Atlético eliminado de la Copa, a los jugadores celtiñas saltando con sus aficionados al final del duelo, y le da una pequeña venganza particular al técnico argentino Eduardo 'Toto' Berizzo sobre su compatriota Diego Simeone.

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