El tenista es un hombre en soledad. Juega rodeado de miles de personas, pero en los partidos el griterío se convierte en un incómodo silencio. En el otro lado de la red hay un rival que también busca la victoria. Nadie les pasa la mano por la espalda cuando un partido se tuerce. Los entrenadores sufren desde la grada sin poder aconsejar a sus pupilos, está prohibida toda comunicación. Son muchos los casos de carreras que se fueron al traste por el factor psicológico.
En un deporte así cada rival presenta dificultades únicas, no sólo por estilo de juego sino por el historial previo de enfrentamientos. Nadal no lo dirá nunca, porque sería mostrar una debilidad (lo último que haría), pero es probable que tras ver ganar el viernes a Federer sobre Djokovic respirase hondo en señal de alivio. Hoy, si el tiempo lo permite se espera lluvia y no se descarta tener que jugar el lunes, ambos se verán de nuevo, por cuarta vez, en la final de Roland Garros (15.00 h., Teledeporte).
Federer: 'No sé cuántas veces me ha ganado Nadal, pero no dejo de creer'
El juego de Nadal en el inicio del torneo no empastaba, había perdido brío y el propio balear culpaba a su cabeza. Conocido por su rocosa mentalidad, Rafa había caído en las dudas. Y el único motivo para que se diese esa circunstancia eran dos derrotas en tierra contra el nuevo niño bonito del tenis, Djokovic. El serbio había dado con la tecla para ganar a Nadal y el miedo se apoderaba del número uno (condición que sólo mantendrá si hoy gana).
Con Federer el cielo está más despejado. Al suizo siempre le ha ganado en el ajedrez de la mente. Sabe cargarle al revés y desesperarle en eternos peloteos. Le tiene comida la moral y varias veces le ha hecho llorar de impotencia. Las declaraciones previas a la final de ambos están trufadas de enunciados de buenas vibraciones, porque así lo pide el libro de instrucciones de la mente en el tenis.
'No sé cuántas veces me ha ganado Nadal aquí y nunca he dejado de creer en la victoria', dice Federer convencido de sus posibilidades. 'Si llueve pensaré que es una ventaja para mí; si sale el sol, también. Siempre hay que pensar positivo', remata Nadal poniendo al probable mal tiempo buena cara.
Nadal: 'Si llueve pensaré que es una ventaja; si sale el sol, también'
El español, que sufrió una pésima primera semana, ahora ve aquello con buenos ojos: 'No creo que todo el mundo esté preparado para superar lo que he superado la primera semana'. De nuevo, la mente: ha sabido sobreponerse y eso le da un punto más de preparación.
Cuando un tenista habla, lo hace en clave psicológica. En todos los comentarios se habla de creencia, superación, convicción de la victoria y optimismo. Cuando se pierde, se culpa a la confianza, la desesperanza o la concentración. Y en una final de un grande, las emociones se disparan. El que gane tocará la gloria y reforzará su fe. El otro estará, como Djokovic, obligado a dudar de sí mismo.
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