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El arte de torear a Red Bull

Ferrari, McLaren y Mercedes aguzan el ingenio para plantarle cara al bólido campeón.

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"Red Bull no tiene nada que temer", proclamó ayer mismo en Australia Sebastian Vettel. En el contexto de truco y engaño constante que envuelve a la F1 tan rotunda afirmación suena más a mensaje para propios que a advertencia para ajenos. El batiburrillo provocado por las novedades reglamentarias del Mundial 2011 es tal que ni el campeón del mundo ni nadie sabrán dónde se encuentra exactamente su equipo hasta la carrera del domingo.

Ni los entrenamientos libres de esta noche (2.30 y 6. 30 horas, Marca TV) ni siquiera la calificación del sábado serán definitivos. Una cosa es lograr un buen puesto en la parrilla merced a una vuelta ideal y otra bien distinta manejar durante 58 giros las variables introducidas este año.

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Vettel está obligado al optimismo, pero nadie mejor que él sabe que si en 2010, con un coche cercano a la perfección aerodinámica, estuvo a un tris de que Alonso le birlase el título, el campeonato que arranca en Melbourne es una lotería con números infinitos impresos en billetes ocultos. Los ingenieros y mecánicos de Ferrari, McLaren y Mercedes llevan meses devanándose los sesos en busca de la tecla o teclas que les permita plantar verdadera batalla a un Red Bull que, edificado sobre la excelsa base del año pasado, parte como favorito indiscutible.

Salvo milagro de última hora en Woking, sede central de McLaren, el equipo inglés parece un escalón por debajo. Arriesgaron con un diseño revolucionario, pero la pretemporada y las confesiones de sus pilotos e ingenieros indican que el invento no funciona. Whithmars, director, llegó a hablar el lunes de "cambios drásticos" en el MP4-26 que rodará en Melbourne.

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Ferrari, en cambio, no exhibe dudas. Al contrario, cree que la extrema sensibilidad de los nuevos neumáticos Pirelli y la tradicional delicadeza con la que sus bólidos cuidan las ruedas son bazas complementarias y de suma importancia a su favor. Además, dado el papel primordial de la estrategia, han fichado a Pat Fry, ingeniero proveniente de McLaren, que tiene la misión de poner orden e inyectar nervio en el acomodado muro de la Scuderia.

Al acecho están Renault mermada por el accidente de Kubica y, sobre todo, Mercedes. La casa alemana ha construido un coche a capricho de Schumacher y el heptacampeón ya asomó su patita ganadora en Montmeló.

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