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El arte de crear excusas

El técnico luso inventa mundos paralelos para intentar distorsionar la realidad del Madrid

 

LADISLAO J. MOÑINO

Después del 5-0 del Camp Nou, en el Madrid empezaron a procesar que su entrenador siempre necesita tener una excusa en la recámara. En aquella noche aciaga, Mourinho no comprendió cómo nadie del club le había informado, antes de comparecer ante los medios, de que Cristiano había sido derribado por Valdés en el área con 2-0 en el marcador. Y se irritó. Con esa información hubiera podido crear con la facilidad que le caracteriza una cortina de humo que ocultara y distorsionara la realidad de aquel rondo permanente e histórico. Con ese dato, le hubiera dado para algo más que para aquel frío y plano: 'Esta es una derrota fácil de digerir. Un equipo ha jugado muy bien y otro muy mal'.

Manejado y vociferado por Mourinho y sus altavoces mediáticos, ese error arbitral de Iturralde le hubiera bastado para crear uno de sus mundos paralelos que parecen regidos por una máxima de Jean Paul Sartre: 'No hay necesidad de fuego, el infierno son los otros'. Con un argumento similar, el entrenador portugués refuerza el sentido de clan con el que maneja al vestuario: el mundo contra él, sus jugadores y su club.

El club elabora informes arbitrales desde el penalti de Valdés a Cristiano

Desde aquel lunes negro en el Camp Nou, alguien en el Madrid tiene que elaborar un informe en directo sobre los errores arbitrales que perjudiquen al equipo. De aquel baile en Barcelona fue fruto el listado de 13 errores cometidos por Clos en el partido del Bernabéu ante el Sevilla. Mourinho se presentó ante la prensa como si él no tuviera nada que ver con ese papel novedoso en la historia del Madrid. Dio a entender que el club le obligaba a quejarse de los árbitros, que le instaban desde los despachos a un desgaste insufrible cuando en realidad desde que llegó lo instigó él mismo. Su interés por saber qué decían las radios del gol anulado a Cristiano en Riazor no era más que contar con una posible justificación en caso de descalabro. El acierto del colegiado le levantó esa coartada.

Mourinho es un creador y un devorador compulsivo de excusas, aunque sea consciente de que esa estrategia ataca el síntoma, pero no la enfermedad. Ahí discreparía con Sartre: 'El hombre nace libre, responsable y sin excusas'. Sin embargo, esos universos artificiales que pare con suma facilidad le sirven para que no se hable, precisamente, de la enfermedad, de que el equipo no acaba de desplegar un fútbol atractivo salvo a la contra, de que tiene la Liga muy complicada porque ya ha perdido 12 puntos fuera de casa o de que no ha sido capaz de imponerse en los dos partidos más importantes que ha disputado esta temporada: el del Camp Nou y el de Lyon.

Las excusas, consciente del eco mediático que tiene todo lo que dice, son repetidas por Mourinho para que se tornen en mensajes de peso que calen en el foro que más le interesa: la hinchada. Como buen populista que es, Mourinho necesita sentirse fuerte y legitimado por la grada. Y supo cómo ganársela porque dominaba el escenario con antelación. Desde el primer día se cercioró y se aprovechó de que un sector amplio del madridismo andaba cabizbajo por la hegemonía futbolística del Barça. También conocía de la existencia de un bombardeado mediático sobre una supuesta conspiración arbitral contra el Madrid, que históricamente siempre consideró que apoyarse en los arbitrajes para justificar derrotas le empequeñecía. Ahora no. El club, aunque algunos directivos no lo compartan, consiente ahora a su entrenador la crítica arbitral. El diagnóstico de la realidad del Madrid es desolador. Con tal de ganar, al Madrid ya le vale todo, hasta que su entrenador pase por encima de valores históricos de la entidad.

Sus justificaciones encuentran el eco mediático que él siempre busca

Tras las primeras andanadas al Barça y a los árbitros, el madridismo más acalorado aupó a Mourinho a un pedestal. Ese madridismo le jalea cuando históricamente el Madrid siempre presumió de ignorar lo que le sucediera a su gran rival. 'Ya era hora de que alguien dijera la vedad', suelen decir muchos hinchas blancos tras cada bravata de su volcánico entrenador. Más que un técnico, para ellos ha llegado un mesías salvador, un tipo sin pelos en la lengua para cuestionar todo aquello que parece conspirar contra el club. Los árbitros, los entrenadores de otros equipos que rebajan sus alineaciones contra el Barça, los defensas que pegan más a Cristiano que a Me-ssi, y últimamente el calendario y los horarios, aprobados en la Liga de Fútbol Profesional, de la que forma parte su propio club.

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