África se sacude los estigmas
Ghana da una lección de madurez, ofrece más fútbol que EEUU y se lleva la recompensa de los cuartos
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Ghana descabalga al tópico. Ha perdido toda la candidez de las selecciones africanas, esa inocencia y falta de concentración endémica en el fútbol del continente ha desaparecido de su vestuario. El cortocircuito que desbarataba con un error pueril el trabajo de un partido parece erradicado. A costa de perder cierto exotismo y frescura ofensiva ha ganado en trabajo táctico y sabiduría sin el balón.
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Tanta como para achicar la línea para el fuera de juego con exactitud matemática o mantener con disciplina prusiana la presión. Buena parte de este grupo es campeón del mundo sub 20 hace un año después de vencer a Brasil en la final. Ya tiene callo en una gran competición. Faltaba dar el paso en categoría adulta, sin la sospecha del pucherazo con el asunto de las edades en los campeonatos inferiores. En esta ocasión no hay trampa ni cartón. Tras la pionera Camerún, Ghana es la segunda selección africana en los cuartos de final de un Mundial.
Acabó con Estados Unidos en una lucha de contacto. Primero hubo que ganar el físico para luego pasar al asunto de la pelota. Un partido con dos hemisferios, dos polos tan contrarios como semejantes en el nivel de intensidad y pelea. La presencia física de Ghana atrapó a Estados Unidos. Partió del músculo para adueñarse de la herramienta. Los norteamericanos fueron relegados a la medalla de plata en cada combate por el balón.
En una esas escaramuzas Clark se estampó contra Boateng en el mismo centro del campo, felino en la carrera, el mediocentro llegó hasta el área todavía con aire para marcar con un disparo ajustado al poste. Con antecedentes oscuros después ese episodio extraño de la lesión a Ballack a unas semanas del Mundial, siempre ha cargado con mala reputación respecto a su hermano, el que juega con Alemania. La aureola del chico rebelde había escondido su condición de buen medio centro.
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Los estadounidenses replantearon el partido al descanso. Una jugada estratégica perfecta: un delantero menos para crear más peligro. Si a la par Ghana obtenía ventaja en el medio del campo con su supremacía física, era cuestión, entonces, de crear superioridad, el seleccionador Bradley ganó al peso el ombligo de la cancha. Ahí apareció pues el toque y la explosividad. Fieldhaber fue el refuerzo que oxigenó a los yanquis. Donovan y Dempsey encontraron el centímetro y el segundo necesario para percartarse de la carrera de Altidore. La pegajosa sombra ghanesa perdió adherencia.
Ghana se escabulló ayer de la norma también en el portero. Y es que Kingson sostuvo la bandera africana en el acoso del séptimo de caballería, tapó de sobresaliente cada cañonazo del acorazado. El inseguro arquero de la primera fase ganó ayer algunos adeptos. Sólo un penalti acabó con el blindaje de su portería. El partido siguió a toda máquina hasta que llegó la prórroga. La energía se escapaba a chorros. La última cuchara se la llevó a la boca Gyan con un gol histórico para Ghana y para el fútbol africano.