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Y Álex de la Iglesia cogió su fusil

El presidente de la Academia se despide en su discurso en la gala de los Goya

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Había pasado una hora de gala y cayó la bomba que se esperaba. Álex de la Iglesia ante su último discurso oficial como presidente de la Academia del Cine soltó a toda la industria que "internet no es el futuro, es el presente", que no queda más remedio que modernizar el modelo y los recursos. Los intereses siguen siendo los mismos. "En realidad, todos estamos en lo mismo, la defensa del cine", dijo.

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"No tengamos miedo a internet; internet es la salvación del cine"

Entre el público sólo faltaban los que estaban fuera, como él mismo recordó, para ajustar las cuentas a estas dos últimas semanas en las que se ha exhibido a calzón quitado frente a la ley Sinde. Dos semanas fueron suficientes para terminar arrastrando su decepción con la clase política por Twitter. "No estoy de acuerdo en la manera en que habéis planteado esto. No dialogáis en la red. No es mi trabajo, debería ser el vuestro", escribió entonces en su carta Aprender a encajar, que mandó a Público.

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También se llevó tirón de orejas de la vicepresidenta de la Academia y a ella le mandó un par de mensajes de manera tajante: "Dicen que he provocado una crisis". Recogió aquella idea que mandó a través de un comunicado Icíar Bollaín un día después de la dimisión de De la Iglesia, para transformar reprimenda en virtud: toda crisis es cambio. "Se necesita una crisis para entender una nueva manera de cine", se despidió de todos ayer Álex de la Iglesia.

"Se necesita una crisis para entender una nueva manera de cine"

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Fue un discurso como se esperaba, nada complaciente para el mundo del cine y radicalmente distinto a aquel que Enrique Cerezo, presidente de Entidad de Gestión de Derechos de los Productores (Egeda), mandó durante la gala de los últimos premios José María Forqué, a mediados de enero. Así que Álex metió el dedo en el fondo de la herida del debate y aprovechó para aclarar que la definición del cine sigue siendo la misma después de 25 años de vida de Academia de Cine: "Una pantalla y una gente que la disfruta". Por supuesto, se refería a las de los cines, pero también a las de los ordenadores de cada uno de los ciudadanos ("no internautas").

La cumbre del discurso llegó con un tortazo que retumbó en todo el Teatro Real durante la gala de sus sueños: "No tengamos miedo a internet; internet es la salvación del cine". Y habló de responsabilidades y de respeto y pidió fortaleza ante el reto de cambiar frente a los nuevos usos y costumbres del cine, y exigió complicidad para ir todos a una. Cada una de sus palabras dolieron, había ganas de utopía.

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El director de Balada triste de trompeta recordaba que hace 25 años 12 hombres decidieron caminar juntos para fundar la Academia del Cine, a pesar de sus diferencias, y enfatizó la unión de ellos. "Puede parecer que llegamos a esta gala por separado", continuó y puntualizó que ante "la nueva ventana" hay que "estar a la altura".

Valiente, sin rencores, pero con decisión, dejó el mensaje de despedida para todos aquellos que no crean todavía que el modelo de mercado necesita ser ampliado y corregido. El diseñador Mariscal (Chico y Rita), quizá el único artista no cineasta de todos los que aparecieron por la gala, dio réplica a lo mostrado por De la Iglesia defendiendo el cine de pantalla gigante y sonido Dolby Surround. Sancho Gracia amenazó con hablar, pero prefirió pasar desapercibido. Ayer, Álex de la Iglesia remató su descenso a los infiernos con un discurso que dañará sus intereses y subirá a los altares de los espectadores.

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Este es el discurso de Álex de la Iglesia:

Buenas noches. El día de hoy ha llegado porque hace 25 años, doce profesionales de nuestro cine, en medio de una crisis tan grave como la nuestra, caminaron JUNTOS a pesar de sus diferencias. Quiero empezar este discurso felicitando a los fundadores de la Academia.

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No sólo ellos, sino todos los que me han precedido en esta institución, vicepresidentes, miembros de las juntas directivas y el conjunto de los académicos, nos han traído esta noche aquí, al Teatro Real, para celebrar el 25º aniversario de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas y la existencia misma de los premios Goya. A todos, muchísimas gracias.

PUEDE PARECER que llegamos a este día separados, con puntos de vista diferentes en temas fundamentales. Es el resultado de la lucha de cada uno por sus convicciones. Y NADA MÁS. Porque en realidad, todos estamos en lo mismo, que es la defensa del cine. Quiero por ello felicitar y agradecer a todos los que estáis aquí, por caminar juntos en la diferencia, y hasta en la divergencia.

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Hacemos mucho ruido, pero es que esta vez, hay muchas nueces. El choque de posturas es siempre aparatoso y tras él surge una nube de humo que impide ver con claridad. Pero la discusión no es en vano, no es frívola y no es precipitada.

No podemos olvidar lo más importante, el meollo del asunto. Somos parte de un Todo y no somos NADIE sin ese Todo. Una película no es película hasta que alguien se sienta delante y la ve. La esencia del cine se define por dos conceptos: una pantalla, y una gente que la disfruta. Sin público esto no tiene sentido. No podemos olvidar eso JAMÁS.

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Dicen que he provocado una crisis. Crisis, en griego, significa "cambio". Y el cambio es ACCION. Estamos en un punto de no retorno y es el momento de actuar. No hay marcha atrás. De las decisiones que se tomen ahora dependerá todo. Nada de lo que valía antes, vale ya. Las reglas del juego han cambiado.

Hace 25 años, quienes se dedicaban a nuestro oficio jamás hubieran imaginado que algo llamado INTERNET revolucionaría el mercado del cine de esta forma y que el que se vieran o no nuestras películas no iba a ser sólo cuestión de llevar al público a las salas.

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Intenet no es el futuro, como algunos creen. Internet es el presente. Internet es la manera de comunicarse, de compartir información, entretenimiento y cultura que utilizan cientos de millones de personas. Internet es parte de nuestras vidas y la nueva ventana que nos abre la mente al mundo. A los internautas no les gusta que les llamen así. Ellos son CIUDADANOS, son sencillamente gente, son nuestro PUBLICO.

Ese público que hemos perdido, no va al cine porque está delante de una pantalla de ordenador. Quiero decir claramente que NO TENEMOS MIEDO a internet, porque internet es, precisamente, la SALVACION de nuestro cine.

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Sólo ganaremos al futuro SI SOMOS NOSOTROS LOS QUE CAMBIAMOS, los que innovamos, adelantándonos con propuestas imaginativas, creativas, aportando un NUEVO MODELO DE MERCADO que tenga en cuenta a TODOS los implicados: Autores, productores, distribuidores, exhibidores, páginas web, servidores, y usuarios. Se necesita una crisis, un cambio, para poder avanzar hacia un nueva manera de entender el negocio del cine.

Tenemos que pensar en nuestros derechos, por supuesto, pero no olvidar NUNCA nuestras OBLIGACIONES. Tenemos una RESPONSABILIDAD MORAL para con el público. No se nos puede olvidar algo esencial: hacemos cine porque los ciudadanos NOS PERMITEN hacerlo, y les debemos respeto, y agradecimiento.

Las películas de las que hablamos esta noche son la prueba de que en este país nos dejamos la piel trabajando. Sin embargo, el mismo esfuerzo o mayor hicieron tantas otras películas que NO HAN LLEGADO a los sobres de las candidaturas. Ellos tambien se merecen estar aqui, porque han trabajado igual de duro que nosotros.

Quiero despedirme en mi última gala como presidente, recordando a todos los candidatos a los Goya TAN SÓLO una cosa: qué más da ganar o perder si podemos hacer cine, TRABAJAR en lo que más nos gusta. No hay nada mejor que sentirse LIBRE creando, y compartir esa alegría con los demás. Somos cineastas, contamos historias, creamos mundos para que el espectador viva en ellos. Somos más de 30.000 personas que tienen la inmensa suerte de vivir fabricando sueños. Tenemos que estar a la altura del PRIVILEGIO que la sociedad nos ofrece.

Yo creo, con toda humildad, que si queremos que nos respeten, hay que respetar primero.

Y Por último, me gustaría contarle algo al próximo Presidente de la academia, que ya me cae bien, sea quien sea: estos han sido los dos años más felices de mi vida. He conocido gente maravillosa de todos los sectores de la industria. He visto los problemas desde puntos de vista NUEVOS para mí, lo que me ha enriquecido y me ha hecho mejor de lo que era. He comprobado que trabajar para los demás es una experiencia extraordinaria por muy duro que resulte en un principio, y sobre todo: han pasado 25 años MUY BUENOS, pero nos quedan muchos más, y seguro que serán MEJORES.

Buenas noches.

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