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Wim Wenders: "A final de siglo ya no tendremos la opción de salvar el planeta"

El cineasta alemán pide una oportunidad para la humanidad en su nueva película ‘Inmersión’, una historia desde la que apuesta por la ciencia y por el compromiso político y solidario para salvar al ser humano y al planeta.

James McAvoy y Alicia Vikander protagonizan 'Inmersión'

“Hoy hay mucha oscuridad en el mundo, como cineasta lo que puedo hacer es poner un poco de luz”. Probablemente, éste es el mejor argumento que se puede esgrimir para defender una historia mínimamente luminosa y contada con la esperanza de que alguien se preocupe un poco por las posibilidades que todavía nos quedan para salvar el mundo. El 'optimista' —para algunos será un ingenuo— es el veterano cineasta alemán Wim Wenders y la historia es Inmersión, película que inauguró el 65 Festival de Cine de San Sebastián y que protagonizan dos seres humanos comprometidos con ese rescate del planeta y de nuestra especie.

Adaptación de la novela del periodista y escritor británico J.M. Ledgard, la película, tristemente, no hace honor a las intenciones del cineasta, que se pierde entre dos mundos —el de las profundidades abisales del océano y el del terrorismo yihadista—, en el que dominan la oscuridad a la que se refiere Wenders y que él intenta aclarar con una historia de amor que resulta artificial. Alicia Vikander no ayuda mucho a paliar este pequeño desastre. Se aprecia más esfuerzo en James McAvoy.

Ella es una biomatemática comprometida con un proyecto de inmersión a grandes profundidades con el que respaldar su teoría sobre el origen de la vida en nuestro planeta. Él es un agente con fe en la acción política que pretende combatir el terrorismo yihadista. Se conocen en un hotel de Normandía, se enamoran y muy pronto se separan con la promesa del reencuentro después de cumplidas sus misiones. Ella inicia una peligrosa inmersión en el océano sin conocer ni la identidad de su amante ni su verdadera situación: secuestrado por terroristas en Somalia.

¿Ciencia o política? o ¿las dos cosas? ¿Qué cree más importante, salvar el planeta o poner fin al terrorismo?

Es todo lo mismo. La humanidad necesita tener una oportunidad y para ello hay que preservar el planeta y hay que hacerlo ya. Al mismo tiempo hay que trabajar para terminar con el terrorismo. Esta es una elección que no tendremos a final de siglo. Hoy en el mundo están los que tienen mucho y los que no tienen nada y una consecuencia de eso es, justamente, el terrorismo. Pero todavía podemos hacer algo para paliar la pobreza. Si los millones invertidos en la guerra de Irak los hubiéramos destinados a la pobreza, estaríamos muchísimo mejor.

El personaje femenino de su historia no cree en la política, solo en la ciencia…

Ella es la metáfora de nuestra civilización hoy, un mundo en el que el 80% de la riqueza está en manos del 20% y en el que se nota el desinterés de Europa. Y el problema del terrorismo es una gravísima consecuencia de esto. Lo peor que hicimos fue declarar la guerra contra el terrorismo en 2001 porque fue una forma de alimentar al monstruo.

En su opinión, ¿qué se puede hacer?

Pensamos que no se puede hacer nada contra el problema del terrorismo, pero eso no es verdad, ¡claro que se puede hacer! El terrorismo es resultado, entre otras cosas, de una falta de integración y ahí sí podemos hacer cosas, podemos integrarnos mejor. Muchos de los terroristas que han cometido atentados en los últimos tiempos son oriundos de Francia, Inglaterra…

Es evidente que el negocio de las armas y ciertos gobiernos no quieren ir por ese camino…

El personaje dice que una de las cosas más bonitas es la habilidad de creer. La mayoría de la gente actúa por creencias y en eso los terroristas no son una excepción, ellos lo hacen también. Los terroristas yihadistas no son asesinos fríos, son seres con una creencia. Europa hace unos siglos hacía lo mismo. Me parece que ahora la pregunta fundamental que no podemos perder de vista es la de ¿de dónde viene esta gente? Porque todos sabemos que vienen de un sistema casi medieval, de una realidad de pobreza, de una realidad de conflicto…

Usted, como cineasta, ¿qué puede hacer en este momento en que nos encontramos?

Como cineasta lo que yo puedo hacer es poner un poco de luz en el mundo. Hay mucha oscuridad en el mundo y eso es, precisamente, lo que quiero hacer con las películas. Hay mucha oscuridad en el fondo del océano y en el fondo de nuestra alma.

Pero usted mismo dice que poca gente ve determinadas películas…

Es verdad. En todos los países de Europa tenemos una gran tradición de cine, hay un gran talento, hacemos las mejores películas del mundo, pero poca gente las ve. Hay muchas películas que no viajan, que no se ven por el mundo, porque los cines están en manos de otros poderes. Me entristece, por ejemplo, la poca gente que va a ver las películas que se programan en los festivales.

'Inmersión'

'Inmersión'

Experto en el cine documental, ¿no se planteó tratar estos temas desde él?

No quería hacer un documental sobre terrorismo. Además, es dificilísimo, prácticamente imposible, hacer un documental utópico que sea realista. No hubiera salido. No hubiera encontrado la perspectiva utópica. Con la ficción estás hablando tú, es tu punto de vista.

La historia de amor en la película ¿es una convención o tiene que ver con ese punto de vista del que habla?

No me he atrevido a hacer una película sobre el terrorismo sin contar una historia de amor, porque ya es todo en el mundo demasiado oscuro, como he dicho. Además, quería mezclar personajes y mundos distintos, porque cada vez estamos más interrelacionados, más conectados. Hoy hay muchos universos y ya no podemos aislarnos en nuestra burbuja. Hay diferentes vidas y una forma de unirlas es el amor.

¿Aprovecha para retratar el amor en este siglo XXI?

La gente hoy cree que en las relaciones de amor hay muchas opciones y eso es un gran problema, porque la realidad es que en el amor no hay opciones o la única opción es la muerte del amor. Con las redes sociales, con internet, siempre puedes salir, pero los jóvenes hoy no entienden que hay que entregarse al amor y no se dicen ‘te quiero’.

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