¿Es la vía soberanista una alternativa para salir de la crisis?
Bajo el epígrafe ‘La crisis y el debate soberanista. La alternativa de una Europa de los pueblos', la fundación FUHEM puso a debate ayer el reconocimiento de la autodeterminación de las naciones en un contexto de depresi&
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La cuestión territorial en una coyuntura de crisis se sometió a análisis ayer en la Fundación FUHEM. Una problemática que, abordada con la perspectiva crítica y transdisciplinar que caracteriza a este colectivo, dio lugar a una fructífera reflexión atendiendo a la necesidad de revisar a fondo los principios que organizan la sociedad.
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Dos libros de reciente publicación sirvieron de hilo conductor en un debate en el que el binomio soberanía-crisis, tan sobado por medios y políticos, fue sometido a análisis bajo una óptica de izquierdas huyendo de dogmatismos y respuestas precocinadas. En palabras de Ángel Martínez González-Tablas, presidente de la fundación y catedrático de Economía aplicada, "la configuración territorial es un debate esencial que la izquierda no ha sabido asumir y abordar con la naturalidad y profundidad deseable". Según el profesor, el tratamiento de la autodeterminación fue durante la transición "un valor compartido en todo el espectro de la izquierda que no tardó en esfumarse".
Fernando Luengo, miembro del colectivo EconoNuestra y profesor de Economía en la Complutense de Madrid, puso el énfasis en la necesidad de un diagnóstico apropiado que permita establecer alternativas a la crisis. Según Luengo, aspectos tales como la necesidad de una gestión de la crisis que cambie las relaciones de poder de una manera irreversible o una profunda recomposición de la dinámica capitalista configuran "la naturaleza del desafío que tiene que enfrentar la alternativa que se plantee".
Para el profesor, el centro del debate ha de estar en cómo transitar hacia otro modelo productivo, cómo reestructurar el modelo financiero, cómo avanzar hacia una economía sostenible y no tanto en el rediseño institucional de la zona euro. Por último, hizo hincapié en la necesidad de una acción conjunta, ya que, según apuntó, "nunca las relaciones de fuerza han sido tan asimétricas, nunca los lobbies, las grandes corporaciones y la banca han sido tan fuertes y la izquierda tan débil".
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Por su parte, Jordi Angusto, economista catalán autor de ¿Y ahora qué? Entre la crisis y la miseria: propuestas alternativas, partiendo de la base de que soberanía y crisis están "absolutamente coligadas" debido a que se creó una unión monetaria "carente de mecanismos de ajuste", apostó por una conferencia de países deudores para plantear de forma mancomunada que la deuda que nos lastra es "ignominiosa, injusta y no la vamos a pagar".
Angusto hizo referencia también a la gestión de la crisis, causante, según él, de una situación de máxima inestabilidad que nos enfrenta en inferioridad de condiciones a las grandes corporaciones. Frente a la "oligopolización brutal" de la europa actual, el economista abogó por "una Catalunya perteneciente a una nueva europa de las regiones en la que la unión política siga a la unión económica, en la que del brazo, españoles, gallegos, griegos, portugueses... podamos marcar el ritmo a esta europa armamentística y egoísta que tenemos hoy en día".
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Por último, el también economista y portavoz nacional del BNG, Xavier Vence, autor del libro Crise e fracaso da Unión Europea Neoliberal. Unha alternativa soberanista e democrática, puso el acento en la relación entre el tamaño del país y su crecimiento económico. Según Vence, "en un escenario donde los flujos internos están liberalizados el hecho de que los países sean más pequeños hace posible diseñar políticas que puedan responder de forma más eficiente a sus necesidades coyunturales". Los datos corroboran esta afirmación, ya que desde los años 90 hasta el 2012 la tasa de crecimiento ha sido más alta en los países pequeños que en los medianos y grandes dentro de la Unión Europea.
Con todo, Xavier Vence quiso matizar que no hay ninguna relación entre el tamaño de un país y su capacidad para salir de la crisis, apuntando que lo realmente importante es que los países han perdido la capacidad para regular sus flujos externos y administrarlos de forma racional. Así, la clave debería estar —según Vence— no tanto en el debate soberanista, sino en "el déficit democrático por causa de la hiperglobalización y la pérdida de soberanía que esto conlleva".