De 'La Tuerka' a Podemos
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“Ahora que se escriben muchos libros sobre Podemos, ahora que se vierten cantidad de infamias sobre nuestra historia, es el momento de que nosotros la escribamos tal y como la hemos vivido”. Así de rotundo se mostraba ayer el periodista alicantino Luis Giménez durante la presentación en la FNAC de Callao de Claro que podemos. De La Tuerka a la esperanza de cambio en España (Libros del lince), un libro que detalla con rigor periodístico el vertiginoso periplo de un grupo de activistas que, en cuestión de cuatro años, pasaron de emitir una tertulia política desde un garaje de Vallecas a forjar un proyecto político que, si las encuestan se cumplen, podría ser la segunda fuerza política del país.
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El primero en tomar la palabra fue, cómo no, el profesor Juan Carlos Monedero, quien, debido al retraso de uno de los intervinientes en el acto, tuvo a bien amenizar al personal a base de coplitas y chascarrillos varios marca de la casa. Su ya recurrente cover del Puente de los franceses sirvió de preludio a un sermón a medio camino entre el haiku y el gorgorito gramsciano. “La Tuerka es una ciudad liberada que se siente tan fuerte que invita al enemigo a deliberar sin que por ello se resientan nuestras murallas”, clamaba el académico. “La Tuerka es la aldea gala que muestra los dientes a los romanos cuando se olvidan de que tenemos la pócima mágica de las convicciones”, proseguía incansable. “La Tuerka es una grieta de sol entre las nubes neoliberales…”. Y así hasta alcanzar el clímax retórico, momento en el cual el insigne catedrático se disculpó por las obligaciones que le apremiaban, se puso la chamarra, besó el cogote de los contertulios y abandonó libre el recinto.
Tras el ciclón Monedero llegó la calma de la mano de Enrique Murillo, editor del libro, que tuvo unas palabras de agradecimiento para con los coautores, el ya mencionado Luis Giménez y Ana Domínguez, coordinadora del proyecto. “Mi objetivo no era otro que ser el espejo al borde del camino”, explicó la joven editora parafraseando al ubicuo periodista canario Juan Cruz, que a su vez citaba a Stendhal, ambos casta en cualquier caso. Continúa Domínguez: “Cuando le planteé a Pablo [Iglesias] escribir este libro, mi intención era detectar los movimientos de tierra antes del terremoto y de paso presentar una sonrisa en forma de libro, una sonrisa que haga frente a la campaña de difamación y que cuente lo que no se ha contado antes”.
¿Y qué es lo que no se ha contado antes? Sarah Bienzobas, ex productora de La Tuerka y cofundadora de Podemos, presente en el acto, lo explicaba con meridiana claridad. “La Tuerka fue capaz de hacer accesible el discurso académico en un medio como el televisivo, nuestra voluntad era la de llegar a un público amplio y ofrecerle argumentos con los que hacer frente al poder”, o dicho en plan belicoso: La Tuerka supo aportar munición para seguir luchando en uno de los frentes donde se desarrolla la batalla: el frente de la definición de la realidad.
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Pese al amateurismo inicial, la falta de medios y la improvisación constante, no cabe duda de que algo tuvieron muy claro desde el principio y este libro da fe de ello; se podía, y se debía, intentar ser radicales sin renunciar a ser mayoritarios. Como se encargó de explicar Giménez: “La Tuerka se atrevió a romper con todos los manuales, de forma que cuando todos apuntaban, muchos desde la izquierda, que ése no era el camino, supimos apostar con convicción”. Y el resto es historia. De Tele K a Canal 33, y de ahí a Publico TV hasta llegar a Podemos. La fórmula funcionó y a algunos les curtió como tertulianos, un terreno antes solo abonado para la TDT Party y la casta. “Lo que muchos no entienden –apunta Gimiénez– es que la gente puede invertir su tiempo y su dinero de forma desinteresada simplemente por una cuestión de convicción militante”.