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'The Umbrella Academy' regresa a Netflix con acción, diversión y crecimiento en su mejor temporada

La serie de superhéroes perdedores de Netflix se supera y crece en esta tercera tanda de episodios.

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Fotograma de la tercera temporada de 'The Umbrella Academy'. — COURTESY OF NETFLIX © 2022.

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Los hermanos Hargreeves vuelven este miércoles a Netflix con la que es su mejor temporada hasta la fecha. La primera fue la de la frescura, la diversión desenfrenada y la sorpresa. La segunda, la de encariñarse con esta panda de superhéroes torpes. La que llega ahora, la de darles espacio a cada uno para crecer, para conocerse mejor y para pensar muy bien quiénes son en realidad y quiénes querrían ser si realmente tuviesen elección. Una nueva tanda de diez episodios de la serie de Steve Blackman y Jeremy Slater creada a partir de los cómics de Gerard Way y Gabriel Bá que es pura diversión.

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La acción arranca exactamente en el mismo punto donde el espectador les dejó. Es decir, de vuelta de 1963 tras haber evitado de nuevo un apocalipsis del que ellos tenían la culpa. De regreso a la mansión en la que crecieron se encuentran con que su línea temporal, en la actualidad, ha saltado por los aires. La Umbrella Academy no existe y en su lugar se encuentran con la Sparrow Academy, con la que lo único que comparten es padre/mentor, Sir Reginald Hargreeves (Colm Feore), y un miembro, Ben (Justin H. Min), que está muy vivo y no tiene ni idea de quiénes son esos frikis que se han plantado en el salón de su casa reclamándola como suya.

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Los otros miembros de esta academia alternativa son Marcus (Justin Cornwell), Sloane (Genesis Rodriguez), un cubo llamado Christopher, Fei (Britne Oldford), Alphonso (Jake Epstein) y Jayme (Cazzie David). Cada uno con un poder distinto entre sí. Uno es extremadamente fuerte. Otra escupe una sustancia que bien podría ser Venom y que provoca alucinaciones. Otra maneja la gravedad. Y así sucesivamente. Estos siete hermanos son, a todas luces, lo opuesto a los que el espectador conoce tan bien. Son disciplinados, su número 1 es un líder nato que desprende carisma y tienen tanto éxito en su labor como superhéroes que sus fans son legión y venden productos con su imagen.

Estos siete hermanos son, a todas luces, lo opuesto a los que el espectador conoce tan bien

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Como cabría esperar, el enfrentamiento y la rivalidad están servidos. Es parte de la gracia y la diversión de esta nueva temporada: ver a estos dos grupos de hermanos con un concepto tan distinto de lo que es el deber y la familia compitiendo por el mismo espacio. Hasta que una suerte de agujero negro de proporciones épicas generado en el sótano, The Kugelblitz, amenaza con acabar con el mundo. Entonces tendrán que plantearse si merece la pena seguir peleando entre ellos o quizá deberían hacer algo más sensato y heroico. Por ejemplo, firmar una tregua.

The Umbrella Academy ha ido a más sin perder de vista lo que la hace especial. Porque el suyo es un buen ejemplo de que se puede hacer una serie tremendamente entretenida, con momentos épicos, acción coreografiada trepidante y una banda sonora potente y, además, dedicarle tiempo a los personajes para que se expandan. Qué sienten, qué quieren y cómo se relacionan entre ellos es tan importante como que consigan evitar el apocalipsis. Esta nueva entrega encuentra el equilibrio perfecto entre todo eso. Cuenta con capítulos en los que pasan tantas cosas y que contienen tanta acción que no dejan respiro posible. Y, sin embargo, a sus guionistas no les tiembla el pulso a la hora de pausar un momento ese ritmo vertiginoso para dedicar unos minutos (los que haga falta) a dos personajes (o más) hablando de sus cosas o lidiando con sus dramas/traumas.

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Fotograma de la tercera temporada de 'The Umbrella Academy'. — Courtesy of Netflix © 2022.

Cada uno de ellos –Luther (Tom Hopper), Diego (David Castañeda), Five (Aidan Gallagher), Klaus (Robert Sheehan), Viktor (Elliot Page) y Allison (Emmy Raver-Lampman)– desarrolla su propia subtrama al margen de la central, que vuelve a ser evitar un fin del mundo que ellos mismos han provocado. Llevan tres en solo unos días y empiezan a estar cansados de tropezar siempre con la misma piedra. Como espectadores, en medio de todo ese fin del mundo, es agradable verles disfrutar de un pedazo de felicidad de vez en cuando. A todos, salvo a Allison, que ha perdido más de lo que puede un ser humano asumir y ve cómo su personalidad se oscurece y amarga a pasos agigantados. Tanto ella como Viktor cuentan con un peso realmente importante en el devenir de los acontecimientos de esta temporada.

A los seis les pasa factura el peso de salvar el mundo. Un peso que no quieren y con el que llevan cargando desde niños, pero especialmente en las últimas semanas. Están en ese momento en el que algunos se plantean si realmente merece la pena seguir intentándolo. También si realmente son capaces de conseguirlo. Porque cada vez que evitan un apocalipsis provocan otro incluso peor perdiendo algo en el camino. Han fracasado tantas veces en tantos aspectos que darse de bruces con el éxito de los Sparrow les supone un baño de realidad. Por eso, por su torpeza y esa losa de perdedores con la que cargan, es inevitable sentir empatía y compresión hacia estos hermanos.

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La música sigue siendo muy importante y uno de los puntos fuertes de The Umbrella Academy, que suma más escenas de esas que son parte de su identidad desde el primer episodio de la primera temporada. Lo mismo ocurre con la acción, las peleas, los momentos absurdos y locos y los escenarios imposibles que derrochan imaginación en el diseño y en su puesta en escena. Además, en esta temporada el director español Paco Cabezas (Penny Dreadful) se suma a la fiesta tras la cámara en los episodios ocho y nueve. Algunos de los mejores momentos entre los hermanos ocurren bajo su dirección.

Fotograma de la tercera temporada de 'The Umbrella Academy'. — COURTESY OF NETFLIX © 2022.

Por otro lado, The Umbrella Academy siempre ha sido una serie donde las minorías importan, donde la representación y la diversidad cuentan. Por eso era tan importante introducir en la trama la transición de Elliot Page, que no solo está perfectamente integrada, sino que se hace con tanta naturalidad y sensibilidad por parte de todos que es digno de reconocer y aplaudir. La sonrisa en el rostro de Viktor, el hermano que peor lo ha pasado y al que peor han tratado todos, habla por sí sola. Bien por todos ellos.

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