El teatro valenciano sobrevive (también) a la pandemia
La compañía Arden y la Sala Russafa cumplen años convertidas en símbolos de una escena teatral independiente que resiste a pesar de la precariedad.
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valència, Actualizado:
"Hace 25 años lo teníamos difícil, todo estaba por hacer. No había infraestructura ni espacios", recuerda Chema Cardeña, dramaturgo, actor y director de teatro, además de promotor de la compañía Arden, que ahora mismo está celebrando su 25+1 cumpleaños, un soplo de velas por el primer cuarto de siglo que llega con retraso por imperativos pandémicos.
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Para celebrar la efeméride, Arden, entre otras actividades, ha programado La Niebla, una obra del mismo Cardeña en qué un Luis de Góngora crepuscular habla entre delirios con su gran rival literario, Francisco Quevedo. "Solo hay dos actores sobre el escenario, pero detrás hay un equipo de 23 personas sin las cuales el espectáculo sería imposible, y que van desde los maquilladores o los escenógrafos hasta el personal de gestión. Todo un talento 100% valenciano que también forma parte de la escena teatral", recuerdan desde la Sala Russafa, un teatro independiente ubicado en el barrio valenciano del mismo nombre y que ahora hace justo diez años fue creado como sede de la compañía Arden.
"La Niebla es en buena parte un retorno a los orígenes y resume gran parte de nuestra trayectoria. –continúa Cardeña- Si hace 26 años empezamos con La Estancia, una conversación ficticia entre Shakespeare y Marlow, ahora imaginamos un diálogo similar pero entre dos de las principales figuras literarias del Siglo de Oro español".
Una escena acostumbrada a resistir
Mediados de la década de 1990 fue un momento de eclosión para el panorama teatral valenciano. Entonces el PP consolidaba su poder que, desde las grandes mayorías que lo habían llevado a controlar la Generalitat y los principales ayuntamientos y diputaciones, iba filtrando a todo tipo de estratos sociales. "Entonces todavía había un circuito de salas teatrales públicas, de la Generalitat, unas 80, que permitía sobrevivir a las compañías, pero pronto desapareció y todo se fue haciendo muy complicado", recuerda Cardeña.
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"Teníamos claro que si queríamos tener el control de nuestra creación, teníamos que construir nuestras propias compañías, y lo teníamos que hacer sin prácticamente ayudas públicas. Pero viendo el fortísimo intervencionismo que hubo después, es evidente que tomamos la decisión correcta", explicaba Juan Carlos Garés, cofundador de Arden, en una mesa redonda organizada dentro de los actos conmemorativos de la compañía, conjuntamente con la Asociación de Empresas de Artes Escénicas del País Valencià (Avetid), creada también en aquellos años.
"Todo estaba por hacer, pero teníamos claro que queríamos vivir de esto y darle un peso a la cultura", explicaba Toni Benavent, fundador de Albena productores, durante el mismo acto. Un cuarto de siglo después, hay más compañías y más profesionales, pero es casi un milagro después de la debacle vivida a partir de la crisis económica del 2008. "En buena medida, los cimientos plantados en 1990 permitieron resistir aquellos años, que fueron la muerte", recordaba Jerónimo Cornelles, de Bramant Teatre.
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De cara al futuro, los productores teatrales piden una política cultural "diferente"
"Nos dejaron solos, con teatros cerrados, sin público, fue terrorífico. No sabemos como sobrevivimos. Y es que construir cuesta mucho, pero deshacer cuesta muy poco", coincide Cardeña, para quien la actual crisis sanitaria no ha tenido nada que ver con lo que se vivió entonces: "Ahora hemos tenido mucho más apoyo institucional y se ha notado, aunque queda todavía mucho para recuperar lo que había y, sobre todo, para que la gente joven pueda hacerse un espacio". Cardeña también reconoce el apoyo del público a la hora de salvar la situación: "Se han volcado durante la pandemia, se nota que hay ganas de teatro y, también, que tenemos un público fantástico, además de muy exigente y selectivo".
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De cara al futuro, los productores teatrales piden una política cultural "diferente". "Habría que pensar más a largo plazo, crear una infraestructura real, recuperar y consolidar el circuito que había, dar impulso a las compañías nuevas y tener más visión de futuro", resume Cardeña. Pero mientras esto no llega, el espectáculo tiene que continuar y la escena teatral valenciana continúa luchando para ofrecer unas condiciones de profesionalización dignas para las artes escénicas. Que se levante el telón.