El siniestro secreto de los trillizos desconocidos
El cineasta Tim Wardle cuenta en ‘Tres idénticos desconocidos’ una historia asombrosa, cada vez más increíble, que terminó siendo una escalofriante película de terror. Ganadora del Premio Especial del Jurado en Sundance.
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MADRID,
Un médico argentino me confesó hace unos años que nunca había visto trastornos de identidad tan graves como los que descubrió al conocer a alguno de los hijos secuestrados por la dictadura argentina y recuperados por las Madres de la Plaza de Mayo. Ahora pienso en los bebés robados en la dictadura de Franco años después… y en sus familias. Y todo ello me viene a la cabeza al ver Tres idénticos desconocidos, una película de Tim Wardle que cuenta una historia verdaderamente asombrosa, que muy poco después de comenzar se convierte en un relato increíble y que termina siendo una siniestra película de terror.
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Premio Especial del Jurado en Sundance, la historia comienza con un hombre de 56 años, Robert Shafran, recordando el día de 1980 –él era entonces un joven de 19– en que llegó al Colegio Universitario Sullivan County. Los chicos y chicas del campus se le acercaban y le saludaban. Parecían conocerle, aunque todos le llamaban Eddy. Unos minutos después de llegar a su cuarto, apareció un estudiante, Michael Domnitz, que le preguntó a bocajarro: “¿Eres adoptado?”. “Sí”, contestó Robert. “Pues no te lo vas a creer, pero tienes un hermano gemelo”.
Así era. Robert Shafran y Eddy Galland eran gemelos idénticos. “Cuando iba a llamar a la puerta, ésta se abre y ahí estoy yo”, cuenta el primero. Howard Schneider, prestigioso editor y periodista estadounidense, encargó un reportaje sobre aquellos hermanos. Y ahí, esta historia creció y de sorprendente se convirtió en “increíble”.
"Parecían clones"
La fotografía de Robert y Eddy publicada en el Post cayó en manos de unos cuantos amigos de David Kellman que no daban crédito. Aquellos dos chicos eran iguales que él. El descubrimiento de los gemelos se transformó en el hallazgo de los trillizos. Tres jóvenes adoptados que habían sido separados al nacer y que no sabían de la existencia unos de otros. “Más que hermanos parecían clones”, recuerda Howard Schneider.
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El reencuentro de Eddy, Robert y David se volvió un circo mediático –llegaron a salir en una escena de Buscando a Susan desesperadamente–, fue una constante fiesta para los chicos, pero también un motivo de furia e incomprensión por parte de sus padres adoptivos. Tim Wardle, que cuenta con mucho material grabado de la época y con cientos de fotografías para la película, se interesó especialmente por las circunstancias de la separación de los hermanos.
Jugar con seres humanos
Louise Weise Polier, una agencia de adopción para bebés judíos, fue la responsable y hasta allí fueron los padres de los jóvenes, mientras estos decidían buscar a su madre biológica. Lo que se narra a partir de aquí oscurece toda la historia de los trillizos, que se conoció gracias a las investigaciones realizadas por otro periodista, Lawrence Wright, que entonces trabajaba en un artículo para The New York Times sobre cómo criar gemelos en vidas diferentes.
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No se puede hablar mucho más de esta extraordinaria historia sin desvelar algunos pasmosos descubrimientos que vinieron luego. Ninguno de ellos bueno. Y todos, bastante más sensacionales que los mencionados. ¿Cómo era posible que una agencia de adopción no hubiera informado a los padres y a los propios chicos de que tenían hermanos gemelos? ¿Qué fin podría perseguir ese silencio? Aún sin conocer todavía las respuestas, es imposible no estar de acuerdo con la tía de David cuando dice: “Viniendo del Holocausto, sabes que cuando juegas con humanos estás haciendo algo muy mal”.
Poderosos tras la historia
La vida de Robert, Eddy y David continuó. Inseparables, montaron un negocio juntos, un restaurante. Todo iba a las mil maravillas, todo el mundo quería comer y cenar en el local de los trillizos, hasta que ahí algo se resquebrajó. Y una noticia más, dolorosa, muy triste, llega a esta historia, un relato con tantos cambios de tono obligados por las circunstancias que Tim Wardle ha tenido que hacer malabarismos con su película.
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“Hay elementos en su historia que se desarrollan como un thriller psicológico, una película de estilo Bourne con preguntas de identidad”, dice el director, consciente de que, a pesar de esto, se enfrentaba a cuestiones mucho más peliagudas. Y aquí los lectores tendrán que hacer un acto de fe. Los secretos que se muestran en la película y que no vamos a revelar aquí explican que el cineasta y su equipo tuvieran miedo.
“Definitivamente, estoy de acuerdo con la insinuación de Lawrence Wright en la película de que hay muchas personas poderosas a quienes les gustaría que esta historia fuera silenciada”, afirma Wardle, el hombre que ha vencido a la voraz codicia de Hollywood que ha perseguido durante decenios la historia de estos trillizos sin lograr rodarla.
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Tendrán que ver ‘Tres idénticos desconocidos’ para completar el extraño puzle de estos hermanos. Hasta entonces sí se puede adelantar que, probablemente, del relato de su vida se puedan extraer algunas certezas. El propio Wardle se ha convencido de algunas. “A nivel personal, me encantaría creer que el entorno es absolutamente clave, pero la biología es claramente muy poderosa. Desde el momento en que nació mi propio hijo, él tenía personalidad. Pensamos que tenemos libre albedrío y que podemos moldear nuestras vidas y las vidas de nuestros hijos, pero en realidad eso es solo la mitad de la historia”.