La 'Sevillaner', una lanza por una ciudad moderna y abierta a través de un 'collage' de ilustradores con estética 'New Yorker'
Ilustradores reflexionan sobre sus ciudades, París, Barcelona, Tokio..., en proyectos colectivos que se inspiran en las portadas del semanario neoyorquino. El festival OFF en Sevilla recopila las del colectivo The Sevillaner.
Publicidad
SEVILLA,
La primera portada de la revista ficticia The Sevillaner es una parodia en versión sevillana del dandy Eustace Tilley, creado por el dibujante Rea Irvin, que apareció en 1925 en el número 1 de la revista The New Yorker —uno de los referentes en EEUU del reportaje—. En lugar de un monóculo, una copa de oloroso. En la muñeca, pulseras con las banderas de España y de Andalucía. Y, cómo no, gomina y patilla abundante.
Publicidad
"París –con The Parisien– fue la primera ciudad que quiso hacer este homenaje a la revista The New Yorker. Lo hizo a través de creación de portadas ilustradas ficticias. Hubo cada vez más repercusión y empezó a multiplicarse este proyecto en diferentes ciudades", explica a Público Paloma Márquez, de Manifiesto Taller, en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla, donde se ha celebrado el festival de diseño y creatividad OFFF.
En las paredes, como exposición dentro de OFFF, cuelgan las primeras 50 ilustraciones—van por 61 y suelen sacar una cada semana— que han elaborado artistas e ilustradoras para The Sevillaner. El proyecto nació como tal hace algo más de un año y reúne portadas para una revista ficticia, que no existe, hechas por artistas de Sevilla o que tienen algún vínculo o desarrollan su actividad profesional en la ciudad.
La semilla está en el ilustrador sevillano Antonio Copete, quien allá por 2017, creó las primeras portadas ficticias como trabajo de una clase de tipografía y maquetación, en la que se le pidió crear una revista ficticia, según expone The Sevillaner en su página web. Ahí surgió la idea de la parodia del dandy de Irvin a través de un personaje clásico de la Feria de Sevilla: "El típico señor enchaquetado, engominado, pijo y con caseta de postín".
Publicidad
Esta manera de homenajear a The New Yorker y la idea de contar la vida contemporánea a través de ilustraciones de una revista ficticia en forma de reivindicación de lo urbano, de lo común, ha prosperado en numerosas ciudades de todo el mundo —Tokio, Barcelona, Zaragoza, Madrid, Génova, Bolonia...—. En Andalucía, además de The Sevillaner han comenzado proyectos como The Onubenser, en Huelva, y The Gaditaner, en Cádiz, y otros.
"He visto cómo ha ido evolucionando el proyecto y ha ido creciendo y es súper interesante. La verdad es que tiene un poco efecto bola de nieve, que cada vez se hace más grande y la gente lo conoce más y lo comparte más", afirma la ilustradora Anna Payán, autora de The Sevillaner número 28, sentada junto a Márquez.
Publicidad
En Sevilla, el origen está en Manifiesto Taller, un espacio de coworking. "Las cuatro personas que ahora mismo estamos gestionando el proyecto hemos coincidido en el mismo espacio de trabajo. Somos diseñadores, ilustradores, animadores. Todos tenemos que ver con el mundo de la ilustración y del diseño. Después de conocer The Parisianer y de conocer The Barcelonian nos liamos la manta a la cabeza y empezamos a contactar primero con amigos ilustradores e ilustradoras. La respuesta fue positiva y con emoción y, a raíz de ahí, pues ya dijimos: Venga, vamos a formalizar el proyecto", afirma Márquez.
Las ilustraciones recogen una mirada poliédrica y moderna sobre los iconos de la ciudad. También tienen su punto crítico y de reflexión sobre lo que sucede, como la portada número 50 de Tavo, que recoge una maleta amarilla, que va dejando un rastro de naranjas —en Sevilla hay numerosos naranjos amargos, es una estampa común— estalladas a su paso. El proyecto, en su conjunto, rompe una lanza por una ciudad moderna y abierta, que reinterpreta sus tradiciones desde múltiples sensibilidades, precisamente las del collage de artistas que elaboran las propuestas.
Publicidad
"Algo estamos haciendo bien —reflexiona Márquez— en el sentido de concienciar, que era un poco la idea del proyecto también: vamos a poner en valor a los artistas y vamos a enorgullecernos de algún modo de la ciudad de una manera contemporánea, que también hacía falta. La visión, el imaginario colectivo de imagen de Sevilla vamos a actualizarlo, que hay muchos artistas contemporáneos muy valiosos y que dan discursos muy diferentes".
Azahar
Una de las portadas ficticias, la número 28, juega también con las naranjas, las palomas blancas y un intangible, el olor del azahar. La ilustración de Anna Payán, en una noche de luna breve, remite al olor de los naranjos amargos en flor, ese aroma tan particular del arranque de la primavera en Sevilla.
Publicidad
Así explica Payán la idea: "Soy catalana. Hace cuatro años que vivo aquí y hace siete que vine por primera vez, entonces estoy bien empapada de la ciudad y cuando me puse a pensar qué era lo que más me gustaba de Sevilla o lo que me conectaba más, siempre [acudo a] mi primer recuerdo. Lo primero que visité fue el Parque de María Luisa. Las palomas blancas captaron muchísimo mi atención. En Barcelona son muy grises y tienen como los colores así apagaditos".
"Sevilla —prosigue la artista— es una ciudad de colores fuertes y de contrastes y a un artista también le inspira mucho eso. La luz. Tuve clarísimo que tenía que ser una portada muy naranja con obviamente el naranjo en flor. Vine en la época en la que el azahar empezaba a florecer. Y para mí Sevilla es eso. Ese mirar a un árbol, ver una paloma con una rama de naranjo".
Publicidad
¿Tiene el proyecto algún tipo de vocación y sentido periodístico? "Ojalá —responde Márquez— pudiese haber una revista detrás, pero es muy difícil llevar un proyecto periodístico. Es algo a lo que seguimos dándole vueltas. Nuestra intención en algún momento es hacer algún libro recopilatorio de todo, que no se quede solo en láminas. El proyecto hoy se financia por las ventas de láminas, de postales, de pósters y de calendarios".