Señoritos y criados
Diferencia de clases en Brooklyn
Publicidad
Actualizado:
MADRID.- Hace casi un siglo, cuando el año 2000 era el futuro lejano, el grandísimo Fritz Lang rodó Metrópolis. Sobrecogedora, monumental. El cineasta mostraba un mundo de ricos y pobres separados dramáticamente: unos, arriba, rodeados de lujos, y los otros, abajo, recluidos en el subsuelo. Desde entonces siempre ha habido en el cine historias que reflejan el conflicto de clases. Esta misma semana llegan dos hermosas películas –Verano en Brooklyn’ de Ira Sachs, y Cuando tienes 17 años, reaparición por todo lo alto de André Téchiné-, relatos sobre la amistad entre adolescentes condicionada por el diferente estatus de los protagonistas.
Publicidad
Diferencia de clases en Brooklyn
“Como director y guionista no puedo dejar de considerar lo económico cuando pienso en los personajes y en cómo la clase social influye en los que somos momento a momento en la vida”, dice el cineasta americano Ira Sachs, que ahora, padre de gemelos junto a su compañero sentimental, se ha apartado del tema de la homosexualidad, recurrente en sus recientes filmes, para hablar de la paternidad y de cómo las diferentes clases sociales de los padres pueden afectar a las relaciones personales de sus hijos.
André Téchiné reaparece a lo grande
Por su parte, el veterano André Téchiné, del que no teníamos noticias en España desde hace tiempo, reaparece a lo grande con Cuando tienes 17 años, una historia de amistad y amor entre dos chicos, Damien y Tom, que han crecido y formado su carácter en muy diferentes ambientes y clases sociales. Hijo de una doctora y un soldado, el primero representa la burguesía en ese pueblo del sudoeste francés, mientras que el segundo es un chaval adoptado, que vive con sus padres, trabajadores del campo, en las montañas.
Desde el cine mudo
Ricos y pobres se enamoran, se hacen amigos, se pelean, se enfrentan en históricas rivalidades de clase… en la vida real y también en la ficción. De hecho, este conflicto ha sido inspiración de algunas de las obras maestras del cine desde que este nació. Además de la mencionada Metrópolis, son muchos los títulos a añadir a la lista. Chaplin siempre tenía algún ‘rico’ en la trastera de sus historias de ‘pobres’, cuando no era el eje principal de sus películas. En la memorable El chico (1924) el cineasta mostraba las dos vidas reales que podría vivir un niño a través de la historia de ese bebé dejado en el coche de una familia de dinero, robado y después adoptado por un vagabundo. Inolvidable Charlot.
Publicidad
Berlanga, Buñuel, Bardem y Camus
Los maestros del cine español también han construido algunas de sus mejores películas sobre este asunto. Berlanga lo hizo magníficamente en Plácido (1961), una comedia que denunciaba muy frontalmente la distancia abismal entre pobres y ricos, con un espléndido trabajo de Cassen. Buñuel nadaba muy a gusto en ese territorio, no hay más que recordar a los patéticos burgueses enjaulados de El ángel exterminador (1962) o al pantagruélico festín de los trece vagabundos de Viridiana (1961). Juan Antonio Bardem hacía una crítica atroz a la burguesía de la España franquista y de paso revelaba esas diferencias de clase en Muerte de un ciclista (1955), calificada “gravemente peligrosa” por la censura. Y, por supuesto, ahí están Paco, Régula y Azarías, pobres campesinos trabajadores del ‘señorito’ Iván en la memorable Los santos inocentes (1984), de Mario Camus.
Conflicto universal
En Europa, los italianos han ahondado en las diferencias de clases con títulos indispensables, como Milagro en Milán (1951), donde Vittorio de Sica se servía del huérfano Totó para contar la historia, o Novecento (1976), en la que Bertolucci recorría la primera mitad del siglo XX con los personajes de Olmo Dalcò y Alfredo Berlinghieri —Gérard Deperdieu y Robert DeNiro—, nacidos ambos el 27 de enero de 1901 en la hacienda del padre del segundo, donde trabajan como jornaleros los progenitores del primero. En Francia, imposible olvidar en esta lista al inmenso Jean Renoir y su soberbia La regla del juego (1939), donde reflejaba el mundo de criados y señores de ese final de los años treinta.