Sant Jordi se impone al festivo, la crisis y el mal tiempo
Libros. Albert Espinosa fue el gran triunfador de una Diada que, a pesar de los inconvenientes, fue un éxito para libreros y editores
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Las perspectivas no eran buenas. Cuando Sant Jordi cae en festivo, los libreros y editores tiemblan. Además, la omnipresente crisis económica y unas previsiones meteorológicas amenazantes convertían este Día del Libro en un todo o nada. Sin embargo, las ventas de Sant Jordi en Catalu-nya, según la previsión del Gremi d'Editors, se acercan a los 19 millones de euros, la misma cifra que el año pasado. Albert Espinosa (Si tú me dices ven lo dejo todo, pero dime ven. Grijalbo) y el nonagenario Stéphane Hessel (¡Indignaos!, Destino) han sido los que más libros han vendido, respectivamente, en ficción y no ficción. Los enamoramientos (Alfaguara), de Javier Marías; El ángel perdido (Planeta), de Javier Sierra; Mar de fuego (Grijalbo), de Chufo Llorens, y La caída de los gigantes (Plaza y Janés), de Ken Follett, siguieron en el ranking a Espinosa.
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"¡Hoy pinta bien!", espetó risueño Emili Teixidor en uno de los sofás del Hotel Regina, durante el tradicional desayuno que reúne a todos los autores del día y que da el pistoletazo de salida al Día del Libro. "He venido a apoyar, aunque casi siempre estoy, porque si no firmo para jóvenes, lo hago para los mayores", apuntaba el autor de Pan negro (Columna), un libro que se editó en 2003 y que, en vista del triunfo de la versión cinematográfica, repitió éxito.
La recaudación en Catalunya se acerca a los 19 millones de euros
Después del café, las pastas y la foto de familia, llegó la estampida: los autores, con el horario de firmas bien aprendido, se desperdigaron por las casetas de las librerías distribuidas por la ciudad. Los primeros en generar colas de lectores fueron Javier Marías y Juan Marsé. Sentados de lado en un céntrico tenderete, inauguraron la ronda de firmas con éxito.
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"A veces me vienen con más de un libro, si son dos no pasa nada, pero si son tres les digo que no puede ser, que hay gente esperando", comentó el autor de Los enamoramientos. Marías ya conocía la experiencia de firmar en Barcelona en el día de Sant Jordi. Marsé también, pero llevaba dos décadas sin formar parte de la fiesta. "Hace 20 años que no firmaba, me había cansado", admitió el premio Cervantes. "En fin, no sé, pero este año firmar es mi homenaje a los libros, y más teniendo en cuenta que pasan por un momento delicado por lo de la crisis y por los libros electrónicos", argumentó el autor de La caligrafía de los sueños. Firmó docenas de ejemplares de este último título, pero sus seguidores aprovecharon que lo tenían cerca para llevarle obras antiguas, que lo tuvieron más entretenido de lo que esperaba.
Por su parte, Luis García Montero, además de chatear con los lectores de Público, por la tarde leyó poemas de su último libro. Montero es un habitual de Sant Jordi: "Ya había venido otras veces y tengo muy gratos recuerdos de este día: hace años, en una fiesta en Sitges, empecé mi relación sentimental con la que hoy es mi mujer", comentó. Me parece una fiesta llena de sentido y muy cívica, un homenaje a toda la sociedad. Además, el tiempo ayuda y comprendo la decisión de no cambiar de día la celebración aunque sea Sábado Santo. Se perderá público pero se compensará con los turistas". García Montero, encantado con esta fiesta del libro, optó por regalar a su mujer No estaba lejos, no era difícil, de Joan Margarit.
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García Montero: "Es una fiesta sentida y cívica, un homenaje a toda la sociedad"
El triunfador de la jornada fue Albert Espinosa, que se perdió la comida de su editorial (Grijalbo): "No podía dejar a tanta gente sin firma, ellos se sacrifican, pues lo menos que puedo hacer es atenderlos", comentó el autor de Si tú me dices ven lo dejo todo pero dime ven. La cola esperando su firma daba la vuelta a El Corte Inglés de Diagonal.
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A su lado estaba Chufo Lloréns, autor de Mar de fuego (Grijalbo), que se quitó el sombrero ante su colega: "Estaba a su lado y la verdad es que su fila de lectores no se acababa nunca. Toca un tema difícil con mucha sensibilidad. Su vida se merece este éxito", comentó. Pero la sorpresa se la dio una lectora tan desconocida como especial: "Una chica que se llama Maria Barbany, ¡como la protagonista de la novela!". La dedicatoria no podía ser la habitual: "A mi querida e impensada protagonista con la ilusión de haberla encontrado en vida", escribió Espinosa.
"Es importante superar la barrera idiomática", dice un escritor italiano
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Al final de la Rambla, como el año pasado, un grupo de libreros y editores italianos desembarcados en el puerto de Barcelona desde Civitavecchia, tras viajar en La nave di libri (El barco de los libros) se sumaron a la fiesta. Más de 30 escritores transalpinos, perdidos en una marea de cerca de un millar de editores, libreros y lectores, firmaron libros y tomaron nota para importar lo que consideran una tradición "hermosa, original y ejemplar", en palabras de Sergio Auricchio, organizador de la peregrinación. "Hemos traído más de cien títulos y lo que más nos ha gustado es que no sólo los han comprado italianos de Barcelona, sino muchos catalanes interesados en nuestra literatura", dijo el librero.
Coincidió con él el escritor Aureliano Amadei, autor de Venti sigarette a Nasarija: "Es importante que se supere la barrera idiomática", dijo.
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Sant Jordi canalla
El Molino ofreció un original recital de poesía erótica, desde el Barroco
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El Parallel vivió el primer Sant Jordi de El Molino, el mítico cabaret, que reabrió sus puertas el año pasado. La sala de fiestas fue de las más originales de la Diada: mientras en la plaza de La Bella Otero, a la entrada, más de veinte parejas bailaban tangos en una espontánea maratón de baile, la actriz alicantina Pepa López y el escritor mallorquín Biel Mesquida protagonizaron dos recitales de poesía erótica. "Es lo que toca en un lugar como éste", comentó Mesquida tras su segunda actuación.
Han planteado un recorrido por la poesía erótica desde el Barroco hasta el siglo XX, con perlas en valenciano, mallorquín y catalán antiguo, pasando por algún apunte (erótico, por supuesto) de Ramon Llull. "Son textos fuertes, directos, ardientes, sucios, escatológicos, verdes...", explicó la actriz. Dos sainetes divertidos y más que picantones hicieron las delicias de un público entregado, sabedor de lo que se cuece en un lugar como El Molino. "Es una reivindicación del Sant Jordi más canalla a través de lo que fue el teatro más popular y que ahora está completamente olvidado", proclamó Mesquida.