La sangrienta venganza de los hijos del corralito
La nueva novela criminal argentina retrata las brutales consecuencias de la crisis
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El 28 de diciembre de 2003, un chico de 17 años mató a otro de 20 en la discoteca El Teatro del barrio de Chacarita (Buenos Aires). ¿La causa? Una piba de 17 años llamada La Pimpollo, novia del asesino, se había liado con la víctima. El caso quedó grabado en la memoria del periodista Javier Sinay (Buenos Aires, 1980) que entonces colaboraba en la revista Rolling Stone. Años después, decidió recrear aquel suceso junto a otros cinco asesinatos cometidos por chicos jóvenes (entre 17 y 26 años) desde 2001. Así surgió Sangre joven. Matar y morir antes de la adultez (Tusquets), un cuadro de historias reales convertido, según el autor, en "un retrato generacional" de la Argentina poscorralito.
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Para Gabriela Cabezón (Buenos Aires, 1968) fue el aumento de la pobreza en las calles porteñas lo que impulsó su novela La Virgen Cabeza. Se trata de un relato delirante en el que una cronista de sucesos se enamora de una travesti que tiene línea directa con la Virgen. Todo ello ambientado en Villa Miseria, una especie de poblado chabolista a la argentina.
"El 60% de los pobres del país tienen menos de 20 años"
Los autores, que evitan caer en lugares comunes y estereotipos, mezclan el género negro con el retrato humorístico, en el caso de Cabezón, y el libro de testimonios, en el de Sinay. Y radiografían un país que vivió una crisis brutal de consecuencias desastrosas. "La crisis ha provocado un aumento de la delincuencia", asegura Sinay. "El mal siempre lleva al mal", añade Cabezón.
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El ejemplo más evidente es el aumento de los pibes chorros, (para entendernos: delincuentes juveniles). El libro de Sinay está protagonizado por varios de estos chicos. Se entrevistó con ellos. Conoció a sus familiares y a sus amigos. "El pibe chorro es un fenómeno del corralito. Me preguntaba por qué mataban estos chicos. Creo que porque no saben lo que es la muerte. Son pobres con carencias educativas. Gente común y asesinos en potencia. Es uno de los problemas más grandes que tenemos en Argentina", afirma. El escritor los retrata más como víctimas de un sistema que como criminales despiadados. "Este dato dice mucho: el 60% de los pobres del país tiene menos de 20 años", afirma.
"Los especuladores también son los malos porque ellos jodieron el país"
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El boom inmobiliario que hizo rica a algunas personas y llevó a otras muchas a vivir en la calle está presente en la novela de Cabezón. Los malos también visten con chaqueta y corbata. "Ellos son los malos porque ellos jodieron el país", espeta la autora.
En el libro de Sinay hay un dato curioso: en tres de los seis casos aparecen chicas. Una es una asesina. Otra una víctima. Y la tercera desencadena un homicidio. "Las chicas también matan. Creo que ahora es todo más violento, hay más estímulos para asesinar", asegura el escritor.
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Los dos escritores beben de la tradición literaria argentina de investigar la realidad como hizo Rodolfo Walsh en los setenta, pero aplican los códigos de la contemporaneidad. Ambos alaban el trabajo periodístico de Walsh, represaliado por la dictadura por textos como Carta abierta a la Junta Militar, "donde ya vaticina el corralito", dice Cabezón.
La realidad política es otra de las claves para entender la aparición de estas novelas. Según Sinay, desde que estalló la crisis "todo el mundo habla de política, de lo que está pasando". Y es normal que la literatura se haga eco. "La ficción siempre es más honesta que el periodismo, porque no está ligada a intereses. Nadie te marca una línea editorial", sostiene Cabezón, que trabaja en el diario Clarín.
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El mal lleva al mal. Argentina ya está sufriendo las consecuencias. Por eso, los dos escritores avisan: "En España y en Europa puede acabar sucediendo lo mismo". Crónica negra al alcance de todos, pues.