Ronda recuerda la estancia de Rilke hace un siglo
La localidad malagueña conmemora con conciertos, exposiciones y conferencias la parada y fonda del poeta checo en "la ciudad soñada"
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"¿Rilke? El escritor ese que vivía en el Hotel Victoria". El taxista de Ronda (Málaga) conoce mejor a Antonio Ordóñez e incluso a Orson Welles, cuyas cenizas reposan en la finca local del torero, antes que al autor de Las elegías de Duino, algunas de cuyas más escalofriantes estrofas fueron bosquejadas aquí.
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Hace justo un siglo, Rainer María Rilke vivió en Ronda, a menudo como un solitario huésped de tan suntuoso alojamiento. Por ello, durante todo este año, viene conmemorándose su figura en relación con la ciudad, a través de un complejo programa de actividades que ha incluido recitales de poesía, un curso de verano, lectura masiva de sus propios textos o la semana de la música que en su décimo tercer aniversario se inauguró ayer.
En septiembre, dentro de un programa de actividades promovidas por el Ayuntamiento de la ciudad y la Fundación Unicaja, podrá visitarse la exposición Un siglo de huéspedes en Ronda. La huella de Rilke, que irá ubicada en el Convento de Santo Domingo, en cuyo interior se reproducirá la habitación 208 que ocupó el poeta checo en el Hotel Victoria y a la que se sumarán piezas y documentos del homenaje que la ciudad le tributó ya en 1966.
Hasta agosto, al menos, será imposible volver a esa habitación propiamente dicha. Se trata de una pequeña alcoba, restaurada con cierta frecuencia y convertida por lo común en museo, con un ventanal a la terraza que mira al sur: un escritorio con recado de escribir y un armario con libros y fotografías que se alternan con documentos, facturas y cartas, vienen dando cuenta del paso del poeta. Era, sin duda, una habitación con vistas a, como describe a Lou Andreas Salomé, "un espacioso valle con parcelas de cultivo, encinas y olivares. Y allá al fondo (...) se alza de nuevo la pura cordillera, sierra tras sierra, hasta formar la más espléndida lejanía". Ahora, las obras afectan a todo el hotel Victoria, construido en 1908 bajo el influjo de la arquitectura inglesa al igual que su hermano Hotel Cristina de Algeciras, a un lado y a otro de la línea de ferrocarril.
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Los albañiles han entrado a saco en su estructura y su jardín, el bar, las chimeneas y el vestíbulo, donde se espera el regreso de los grandes espejos, las alfombras turcas de antaño, los mullidos sofás y los libros antiguos en las pulcras vitrinas. Imposible visitar, en estos días, la estatua de hierro que retrata al poeta con un libro en la mano en los jardines de este establecimiento de indudable impronta victoriana, aunque la reina inglesa de la que lleva el nombre hubiera muerto seis años antes de la inauguración del recinto y diez antes de que Rilke se alojara en él huyendo quizá de las oscuras sombras del suicidio.
Allí, según sus costumbres, tomaría el sol tibio del invierno, mantendría su dieta vegetariana y no probaría una gota de alcohol. Por lo demás, pasearía por los vericuetos moriscos de la ciudad y por el inmenso valle de los marqueses de Salvatierra: "Ronda -escribe al escultor Rodin-, donde estoy ahora, es un sitio incomparable, un gigante hecho de rocas que soporta sobre su espalda una pequeña ciudad blanqueada y reblanqueada de cal, y que, con ella a cuestas, avanza un paso sobre la otra orilla de un delgado riachuelo, exactamente igual que San Cristóbal con el niño Jesús".
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Rilke estuvo en Ronda desde el 9 de diciembre de 1912 hasta el 19 de febrero de 1913. Recién llegado a la ciudad, la describe con tanta frialdad como admiración en una carta dirigida a su madre: "Una de las ciudades mas antiguas y curiosas de España, se encuentra grandiosamente sobre dos mesetas rocosas entre las cuales existe una profundidad de 150 metros y un barranco que apenas tiene 90 metros de ancho por donde pasa debajo buscando su camino el rio Guadalevin".
En la capital de la Serranía, vuelve a escribir "tras una etapa de seria dificultad creativa". Allí, compone la Trilogía Española, esboza los 31 primeros versos de la sexta Elegía de Duino, y una serie de poemas entre los que cabría destacar el que compone El Ángel: "Todo ángel es terrible", constituyen los célebres versos que reinterpretó el compositor algecireño José María Sánchez Verdú, en su obra Aura y que presentó durante este mismo en la ciudad del Tajo su aproximación al poeta en lengua alemana. Su intervención tuvo lugar durante los novenos encuentros de música y filosofía, organizados por la Real Maestranza de Caballería, que acompañan a la Semana de la Música. Sus sesiones han incluido la presencia de Tomás Marco y Francisco Jarauta, hasta concluir días atrás con una intervención del barítono malagueño Carlos Alvarez junto con el cellista ruso Mikhail Milman.
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Estas actividades se enmarcan bajo el paraguas de los cursos de verano de la Universidad de Málaga y, para abrir boca, la Biblioteca de la Real Maestranza de Caballería de Ronda acogió al Cuarteto Acinipo con un concierto titulado Constelación: Rilke (1875-1926), Shostakovich (1906-1975), Britten (1913-1976), en el que se interpretaron obras de Benjamin Britten y Dmitri Shostakovich.
Cuando llegó a Ronda, Rilke llevaba ya cierto tiempo en España, quizá olvidando su estancia en el castillo de Duino en Trieste y la amargura sentimental que le atribulaba. Pasó cuatro semanas bajo los fríos rigurosos de Toledo y bajó hasta Sevilla, pero hizo parada y fonda en Córdoba, en donde se adentró en el conocimiento del Corán, y en donde su amiga la princesa Marie von Thurn und Taxis, la propietaria del castillo de Trieste donde comenzó a escribir sus célebres elegías, asegura que estuvo a punto de sufrir "un arrebato anticristiano".
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En Ronda no sólo escribe las elegías sino que también se relaciona el texto XXI de Los Sonetos a Orfeo con Santa Isabel de los Ángeles: "Para escribir un solo verso hay que haber visto muchas ciudades", escribió el poeta viajero que encontró en Ronda el viejo ideal romántico del alma española, apenas catorce años antes de que muriese y dos antes de que se iniciara la Gran Guerra, que tanto le marcaría personal como literariamente: "He buscado por todas partes la ciudad soñada, y al fin la he encontrado en Ronda. No hay nada más inesperado en España que esta ciudad salvaje y montañera", escribe a la princesa Marie.
En junio, más de un centenar de personas participó en la lectura compartida de la obra de Rilke, al que sumaron intención y voces miembros de la Residencia de la Tercera Edad Parra Grossi de Unicaja, escolares del Colegio Fernando de los Ríos de la Obra Social de Unicaja y la Escuela Oficial de Idiomas. Antes, en mayo, Félix Grande, Francisca Aguirre y José García Pérez se sumaron a un encuentro literario y en octubre se inaugurará a su vez una placa conmemorativa en el Museo Biblioteca de Rilke, situada precisamente en la célebre habitación 208.
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Bajo la dirección de Concepción Martínez-Carrasco Pignatelli, la Universidad de Málaga desarrolló en la capilla del Museo Joaquín Peinado, del 2 al 13 de julio, un curso de verano sobre la presencia de Rilke en Ronda. El propósito, según ella, era "demostrar la importancia que la estancia de Rilke tuvo para su poesía y para proyección internacional de las zonas españolas visitadas", pero también, entre otros objetivos estrictamente literarios o académicos, "activar la memoria cultural en relación con la estancia de Rilke en Ronda y en otras ciudades españolas como componente de la configuración de la interculturalidad de las relaciones literarias hispano-germánicas". En el programa, figuran intervenciones de José Manuel Cuenca Toribio, Klaus Dirscherl, Tomás Albaladejo, Isabel Serra Pfennig, el editor Emilio Pascual, Sergio Arlandis o Jaime Siles, quien clausurará esta convocatoria.
Ese interés local por el poeta han convertido a Rilke en un vecino más de Ronda, sobradamente conocido por sus escolares y por buena parte de la ciudadanía, aunque no falte quien cuando se le mencione su nombre, responda: "¿Rilke? Sí, es una autoescuela".