La revolución feminista será 'geek' o no será
“Decirle a alguien que se calle en Internet para evitar el acoso es como decirle a una mujer que la mejor manera de evitar que la violen es no salir a la calle”. La autora Kameron Hurley reflexiona en 'La revolución feminista geek' sobre el papel que juega la mujer y los estereotipos 'nerd' en una subcultura tradicionalmente cipotuda.
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Madrid, Actualizado:
Toda revolución viene aparejada, por lo general, de una contrarrevolución. La revolución feminista geek (Runas) de la que nos habla Kameron Hurley en este ensayo evidencia un pataleo nerd sin precedentes; el de esos “geeks, casi siempre hombres blancos, que sufren una aguda nostalgia por aquellos tiempos en que se daba por sentado que ellos eran el público de las novelas pulp y de los videojuegos”.
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De un tiempo a esta parte se ha producido un cambio demográfico en el universo geek. En la última década el público femenino de los videojuegos ha pasado de representar un reseñable (pero poco preocupante) 25%, a superar el 50%. El 40% de los escritores de ciencia ficción son mujeres, así como el 60% de los lectores de géneros especulativos.
"Mis personajes no venden sus cuerpos. No están concebidos como objetos sexuales singularizados"
Como diría aquel, la batalla por el relato está servida. Poco importa que ese relato en disputa concierne a mundos presentes o imaginados. “Hay una revolución en marcha. Estamos presenciando algunas de las batallas más estridentes y violentas que tienen un lugar aparentemente extraño: los medios de las comunidades de fans y de los autores de ciencia ficción y fantasía”, denuncia la autora.
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Se trata de pugnar por una nueva normalidad. Una que vaya más allá de la manida —aunque necesaria— reivindicación de una mujer poderosa frente a esa otra que desfallece plácida entre los bíceps de Conan el Bárbaro. Para Hurley —y muchas otras— es hora de superar esto. La mujer tiene que cobrar protagonismo fuera de esa ficción y lo tiene que hacer como proveedora de imaginación, como autora. Ahí está el reto.
Huelga decir que su activismo nerd le ha valido la inquina de hordas de haters. Los movimientos Gamergate en el mundo de los videojuegos y SadPuppies en el de la ciencia ficción, le sitúan en el punto de mira de esa contrarrevolución reaccionaria que no quiere renunciar a la hegemonía cipotuda en el universo geek. Para ello pusieron en marcha una campaña en redes que consiguió que el porcentaje de mujeres nominadas a los prestigiosos premios Hugo de ciencia ficción bajase del 40% que había alcanzado al 20%.
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"Nombra una guerra y yo diré un caso en el que una mujer cogió un arma y se unió"
“Decirle a alguien que se calle en Internet para evitar el abuso o el acoso es como decirle a una mujer que la mejor manera de evitar que la violen es no salir a la calle”, escribe Hurley en uno de los capítulos que componen La revolución feminista geek. Contra esa invisibilización se revuelve la autora, una ley del silencio que corre el riesgo de alejar de la red a mujeres de distintas razas, hombres de color y personas queer, trans y no binarias.
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Misoginia y cosificación a espuertas
Conviene, por tanto, poner la lupa en esa producción cultural hecha por y para hombres blancos. Así, Hurley nos previene, por ejemplo, de la misoginia rampante en series como True Detective: “Retrospectivamente, al ver series como esta y recordar mis propias experiencias, lo que me fascinó fue que tengamos tantas historias como esta que nos empujan a empatizar con los hombres monstruosos”.
Por no hablar de la sempiterna cosificación de la mujer a través del marketing y la huella indeleble que dejan en las creadoras. “Cuando intenté imaginarme cómo quedarían los personajes de mis libros en un calendario pin-up, me quedé en blanco, porque mis personajes no venden sus cuerpos. No están concebidos como objetos sexuales singularizados, ni como actrices (o actores). Están concebidos como personas. Personas que no son poseídas”.
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Se trata, entre otras cuitas, de normalizar una mujer desagradable. Como lo oyen, “la incapacidad de empatizar —apunta la autora— con las mujeres desagradables de la ficción con frecuencia también puede conducir a la incapacidad de empatizar con mujeres que no siguen todas las normas en la vida real”. Una nueva mirada que impugne el relato cultural heredado y permita que corra el aire en ese nuevo mainstream que es lo nerd.
Lesbianas en el espacio
Kameron Hurley habla con conocimiento de causa. Cuando publicó su novela La estrellas son legión (Runas, 2017), alguien tuvo a bien rebautizarlo en la red como Lesbianas en el espacio. Lejos de arredrarse, la autora adoptó la mofa como título alternativo para su obra. Porque si algo hay en su space opera weird son lesbianas, no puede ser de otra forma en un mundo poblado íntegramente por mujeres cis. Pero pese a la creciente hostilidad, Hurley ni se inmuta, al contrario, si quieren guerra, la tendrán: “Nombra una guerra y yo diré un caso en el que una mujer cogió un sombrero y un arma de fuego y se unió a esta”.