Rebeliones, guerras y referéndum. El independentismo en el cine
El cine se ha nutrido durante decenios de los movimientos independentistas y secesionistas y de ello han resultado excelentes películas de grandes cineastas, desde Ken Loach y Francesco Rossi hasta Mel Gibson y Emir Kusturica.
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MADRID,
“No es el idealismo lo que conduce a la violencia, sino la oposición a la justicia. Al final, las diferencias acaban provocando un enfrentamiento”. Ken Loach vivió en su propia carne el odio que levantan “las heridas mal cicatrizadas” cuando rodó la extraordinaria El viento que agita la cebada. Mientras en el Festival de Cannes ganaba la Palma de Oro y la sala de proyección se levantaba en una clamorosa ovación, la prensa británica le comparaba con la directora Leni Riefenstahl y sus películas de propaganda nazi. ¿Ken Loach, nazi?
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Imprescindible para conocer la historia independentista de Irlanda del Norte El viento que agita la cebada es una detallada crónica del conflicto irlandés contada desde la izquierda vencida y a través de la historia intelectual y emocional de dos hermanos irlandeses que comenzaron caminando juntos y terminaron enfrentados. La película, apasionada y amarga, es uno de los mejores títulos que se han hecho en el cine sobre los movimientos independentistas en el mundo. Con Cataluña en las portadas de la prensa nacional e internacional, repasamos cómo ha tratado el cine estas historias.
En territorios ocupados
Cierto que los luchadores por la libertad en territorios ocupados y oprimidos por las armas son héroes nacidos para el cine de una forma natural. De ahí que una buena parte de la filmografía que se ha acercado a la historia moderna irlandesa haya conquistado el corazón del público. Del conflicto irlandés, largo y sangriento, han surgido estupendos filmes. El propio Loach, antes de la mencionada, ya había rodado Agenda oculta (1990), una grandísima película, que destapaba el juego sucio del gobierno británico con el IRA.
Dos años después, Neil Jordan mostraba una sensibilidad excepcional con Juego de lágrimas, donde, con la entrega total de Stephen Rea y Forest Whitaker, mostraba el vínculo que surgía entre un miembro del IRA y el soldado británico al que la organización ha secuestrado. El cineasta irlandés volvió a este territorio con la historia del líder revolucionario Michael Collins. Y en 1993, Jim Sheridan firmó otro de los títulos clave de este conflicto, En el nombre del padre. Daniel Day-Lewis y Pete Postlethwaite te dejaban sin aire con sus interpretaciones -“Lucharé. ¡En el nombre de mi padre, y en el de la verdad!”- en este relato sobre los cuatro de Guildford, uno de los errores judiciales más lamentables de los últimos decenios y que mejor definen las consecuencias de los enfrentamientos independentistas. Oso de Oro en Berlín.
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Víctimas de los conflictos
Paul Greengrass se alzó con el mismo galardón con Bloody Sunday (2002), poderosísimo relato de los trágicos sucesos del domingo 30 de enero de 1972 en Londonderry, cuando el ejército británico disparó contra los civiles desarmados que participaban en una manifestación. Catorce personas murieron, hubo más de treinta heridos y decenas de jóvenes ingresaron en el IRA como respuesta. En 2004 el cineasta conquistó la Concha de Plata al Mejor Guion en San Sebastián por Omagh, dirigida por Pete Travis, y en la que el foco estaba puesto en las víctimas del conflicto. La película recordaba el atentado de Omagh en 1998, organizado por un grupo de disidentes del IRA Provisional y que ocasionó el final del proceso de paz. El actor Michael Fassbender se convirtió en 2008 en Bobby Sands, el hombre que lideró, en 1981 en la cárcel de Maze Prison, la huelga de hambre de los miembros del IRA, en el debut como director de Steve McQueen.
El insaciable Reino Unido
El insaciable Reino Unido ha sido origen de muchos enfrentamientos independentistas. Como Irlanda, Escocia tiene sus propias películas dedicadas a los héroes que lucharon por su tierra para liberarse del yugo inglés. Sin duda, la más famosa es Braveheart, segundo largometraje de Mel Gibson director que está dedicado a William Wallace, líder en la Primera Guerra de Independencia en Escocia. El mismo año, 1995, coincidieron en los cines dos rebeldes escoceses. De los siglos XIII y XIV, Michael Caton-Jones viajó al XVIII para rendir homenaje a Robert McGregor Rob Roy, con Liam Neeson, Tim Roth y Jessica Lange.
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El separatismo que dirige la ultraderechista Liga Norte en Padania no ha dado por el momento ningún título para no olvidar, cosa que sí consiguió Sicilia con la película Salvatore Giuliano (1962), de uno de los maestros del cine italiano, Francesco Rossi. Retrato del bandido independentista de Montelepre, el filme aprovechaba para diseccionar las relaciones del poder y la mafia y para denunciar el atraso que vivía Sicilia. Rossi se alzó con el Oso de Plata al Mejor Director en Berlín.
El proceso independentista de Quebec se ha contado en el cine en películas como Quebec, de George Templeton; el año pasado en el documental Quebec My Country Mon Pays, del prolífico John Walker sobre la Revolución Tranquila y sus consecuencias; Denys Arcand ya hizo Le confort et l'indifférence, una película documental en 1982, dos años después del referéndum, donde denunciaba lo poco que le importaba a la población lo que prometían los políticos.
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La fragmentación de Yugoslavia
Otro territorio ocupado que ha inspirado desde su realidad al cine ha sido el Tíbet, de cuya ocupación y resistencia se ocupa bastante bien la película documental Tibet: Cry of the Snow Lion, de Tom Piozet. Por su parte, el director George Patterson mostró los campos de los guerrilleros tibetanos en Asalto a Tíbet. Y vuelta a los británicos, son muchas las películas que hablan de la independencia de India. De todas, seguramente la más conocida es Gandhi, de Richard Attenborough, ganadora de ocho Oscar que comenzaba con el asesinato del líder del movimiento independentista y defensor de la no violencia.
La fragmentación de Yugoslavia, las independencias kosovar, de Eslovenia y Croacia, han sido un río que no ha dejado todavía de fluir para el cine. Son decenas las películas que se han ocupado de ello, sobre todo de la terrible guerra de los Balcanes. A destacar En tierra de nadie, de Danis Tanovic, un soldado serbio y uno bosnio atrapados entre líneas enemigas intentando salir con vida de esa situación; Before the Rain (Antes de la lluvia) de Milcho Manchevski, donde todos los grupos, religiosos, políticos, étnicos, eran salvajes y se movían por el odio; y Underground, de Emir Kusturica, sobre los orígenes del conflicto. “Una guerra no es una guerra hasta que el hermano mata a su hermano”.
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Mientras el independentismo, el separatismo, los movimientos secesionistas existan, el cine se nutrirá de ellos. Habrá películas sobre el Brexit, los independistas flamencos y su líder, el xenófobo Bart de Wever, sobre Baviera, Groenlandia, Cataluña, Chechenia, Macao, Yemen del Sur, incluso sobre Baluchistán en Pakistán y Somalilandia en Somalia. Al fin y al cabo, como dice uno de los personajes de Before the Rain en ese viaje a lo más oscuro del odio: “El tiempo no muere jamás, el círculo nunca se completa”.