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De privilegios y responsabilidades

Maalouf, Bauman, Touraine y la selección española subrayan el compromiso en la entrega de los Príncipe de Asturias

ELENA G. BANDERA

Por tradición, el premio Príncipe de Asturias de las Letras es quien toma la palabra en representación del resto de galardonados. Y ayer, desde la platea del teatro Campoamor de Oviedo, el escritor franco-libanés Amin Maalouf la tomó para hacer un canto a la diversidad. Ante quienes la rechazan e incluso la persiguen. 'La diversidad en sí misma no es ni una bendición ni una maldición. Es sencillamente una realidad'. Y, por ello, 'lo que importa es saber cómo vivir juntos, cómo convertir nuestra diversidad en provecho y no en calamidad'. Y, por supuesto, lo que también importa es saber que este mensaje debe prender mediante una 'prolongada labor de educación cívica' para que el siglo XXI no sea el del 'retroceso ético'.

Conseguir que la diversidad prenda como valor en una sociedad es tarea 'prioritaria' para quienes, como Maalouf, vienen del ámbito de la cultura. 'Hay que repetirles incansablemente a estos y a aquellos que la identidad de un país no es una página en blanco, en la que se pueda escribir lo que sea. Es una página que todos estamos escribiendo'. A través de la cultura, que 'no es un lujo que podamos permitirnos sólo en las épocas faustas', deben formularse las preguntas esenciales ¿quiénes somos?, ¿a dónde vamos? y más, avisó Maalouf, en una época 'descarriada' como la actual: 'Si nos descuidamos, este siglo recién empezado será un siglo de retroceso ético. Lo digo con pena, pero no lo digo a la ligera'.

Maalouf defendió la diversidad frente al 'retroceso ético' del siglo XXI

Maalouf enumeró las evidencias de ese retroceso 'incipiente' de los valores éticos: 'Se recrudecen las afirmaciones identitarias, violentas y retrógradas, se debilita la solidaridad entre naciones y dentro de ellas; pierde fuelle el sueño europeo; se erosionan los valores democráticos y se recurre con frecuencia a las operaciones militares y a los estados de excepción'. Pero abandona la esperanza: 'No tenemos derecho a resignarnos ni a cederle paso a la desesperación', aseguró. 'Lo que hoy honra a la literatura y a todos nosotros es el intento de entender las complejidades de nuestra época e imaginar soluciones para que sea posible seguir viviendo en nuestro mundo'.

La intervención del sociólogo Zygmunt Bauman, premio Príncipe de Comunicación y Humanidades con el también sociólogo, el francés Alain Touraine, se centró en la realidad, 'desnuda e incómoda pero liberadora', de un mundo en el que la única certeza es la de la incertidumbre y en el que 'estamos destinados a intentar, una y otra vez y siempre de forma inconclusa, a comprendernos nosotros mismos y a comprender a los demás, a vivir el uno con y para el otro'.

Del Bosque: 'La selección tiene unos valores más allá de éxitos puntuales'

Bauman expresó esta idea a modo de conclusión tras agradecer un galardón procedente de la tierra del que considera padre fundador de las humanidades: Cervantes. 'Fue el primero en conseguir lo que todos los que trabajamos en las humanidades intentamos con desigual acierto y dentro de nuestras posibilidades'.

Y si Bauman se remontó a Cervantes, el discurso de su compañero de galardón también dejó ver la profunda admiración que profesa por la cultura hispánica y la identificación que siente con el mundo latino. La misma admiración que se les demostró a los integrantes de la selección española de fútbol: diez jugadores, con Iker Casillas a la cabeza, que hicieron piña con Vicente del Bosque en la recogida del galardón de deportes, además del ex seleccionador Luis Aragonés y el presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar.

'Somos beneficiarios de un estatus, unos privilegios y de unas responsabilidades que no pueden ignorarse', dijo el seleccionador nacional, consciente de encarnar la pasión por la roja. 'La selección es depositaria de unos valores que van más allá de los éxitos puntuales': esfuerzo, sacrificio, talento, disciplina, solidaridad y modestia. 'Los jugadores que han obtenido el Mundial han sido leales a dichos principios y, defendiéndolos, alcanzaron la victoria final'. Valores que, sin duda, compartía, desde su asiento, Maalouf.

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