Piper Kerman: "La igualdad ante la justicia en EEUU es un ideal y no una realidad"
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La protagonista de Orange is the new black es Piper Chapman, una mujer que un día se dejó arrastrar a la ilegalidad por amor y que debe pagar por ello con un año de su vida en la cárcel. Tras este nombre ficticio, a medias, se encuentra Piper Kerman, autora del libro Orange is the new black. Crónica de mi año en una prisión federal de mujeres, un texto en el que se basa la serie y que la editorial Ariel acaba de lanzar en España.
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Su autora ha estado en Madrid para hablar del libro, de la serie y de cómo fueron esos meses que pasó en prisión en un encuentro con periodistas organizado por Canal + y la editorial Ariel. El delito lo cometió a principios de los noventa, cuando, inmersa en una turbulenta relación con una traficante, acabó siendo su mula. Condenada a 18 meses acusada de tráfico de drogas y blanqueo de dinero en 1998, la ahora escritora de éxito ingresó en prisión en 2004. Fueron 12 meses intensos que le cambiaron como persona y de los que salió con una idea clara de cómo es o, más bien, cómo no es la justicia en Estados Unidos. "La igualdad de todos ante la justicia es una abstracción", sentencia.
Kerman reconoce que tuvo suerte, que otras presas a las que llegó a conocer bien estaban allí con "crímenes que no eran peores o muy diferentes a los míos, pero su trato había sido distinto por el sistema" siendo condenadas a penas mayores. "Depende de la realidad social de cada uno o de sus medios. Es un error. La igualdad ante la justicia en EEUU es un ideal y no una realidad", señala. También reconoce que hubo algo que le sorprendió gratamente de prisión, y es que "la cárcel es un lugar más amistoso de lo que te esperas". Eso sí, "el proceso de rehabilitación no existe en EEUU", recalca.
Kerman, que se ha convertido en una fuerte defensora de la necesidad de cambiar un sistema que a su juicio no funciona y que ha quedado anticuado, lo explica con datos. "El mayor fallo del sistema judicial de EEUU es que la política de delitos menores y droga es de los años ochenta. El número de presos ha pasado de 5.000 a mediados de los ochenta a 2,4 millones y el de las mujeres ha crecido más rápido. Esto quiere decir que la política judicial no responde a lo que ocurre". ¿El problema?, se pregunta. "Las drogas hoy en América son más baratas y es más fácil conseguirlas que a mediados de los ochenta. La ley falla. Es lo más importante que necesitamos cambiar en EEUU", concluye.
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Una de sus metas ahora que lleva años fuera de prisión y totalmente reinsertada en la sociedad es hacer a la población y a los que mandan conscientes de la realidad del sistema carcelario estadounidense y de que hay un problema que es necesario atajar. Una forma de hacerlo es hablar sin tapujos de su propia experiencia recalcando que es "importante contar historias reales más allá de las estadísticas para que los políticos sean conscientes del problema" y se muevan hacia el cambio.
¿Una lección de su paso por prisión? Ha aprendido muchas, pero destaca una: "Lo que la gente tiene en común es más importante que lo que las hace diferentes".
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Lo que se ve en Orange is the new black es una mezcla entre ficción y realidad que da como resultado una serie con grandes dosis de un humor negro inexistente en el texto original. "Si les el libro, no es cómico. Pero hay humor porque es parte de la realidad. A veces usas el humor en momentos difíciles para sobrevivir. Sin él, sobrevivir en prisión sería más difícil", explica. Para Kerman, que se ha convertido en una experta en el tema de las adaptaciones, el trabajo de Jenji Kohan, la creadora de la serie, ha sido sumamente importante para que el material que hay en su libro haya funcionado en la pantalla. "Una de las cosas más fascinantes para mí como escritora es ver el proceso de adaptación, ver algunos pasajes del libro trasladados línea por línea a la pantalla y ver cómo cobraban vida otros personajes creados por Jenji que no eran personas reales".
El trabajo de Kerman en la serie se limita al de consultora. Como ella misma explica, sobre todo participa en el proceso de escritura asegurándose de que el mundo carcelario que se refleja en la pantalla es lo más auténtico posible. "Soy consultora en la serie, lo que significa que respondo un montón de preguntas. Cuando Jenji Kohan o los guionistas trabajan tienen muchas preguntas durante el proceso de escritura. Yo leo los guiones y doy mi feedback directamente a Jenji. Intento mantener mi feedback muy centrado en ayudarles a que el mundo de la prisión que se refleja en la pantalla sea real. Jenji es una experta en televisión y ella ya sabe cómo crear personajes y tramas. Mi trabajo es asegurarme de que el ambiente carcelario es muy auténtico".
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También está ahí para responder a las preguntas de Taylor Schilling, la actriz que da vida a Chapman y que guarda un gran parecido físico con ella. Aunque reconoce sorprendida que no le hace demasiadas preguntas. Algo positivo a su parecer porque el personaje que se ve en la pantalla no es ella misma, sino el de Piper Chapman "y hay muchas diferencias, aunque también similitudes. Creo que es más importante que Taylor centre su atención en interpretar al personaje como está escrito que en imitarme a mí".
En Estados Unidos la serie se ha visto en Netflix, una primera temporada de 13 episodios con una buena acogida que vivirá su segundo asalto en junio (a partir del sábado 7 en España en Canal + Series). Lo que resulta complicado es vaticinar hasta dónde llegará Orange is the new black, ya que el material del libro en el que se basa recorre un periodo de tiempo limitado. "Lo que ocurre con las prisiones es que todos los días hay gente entrando y saliendo", apunta Kerman. De lo que se puede leer entrelíneas que, una vez terminada su historia, si el éxito acompaña, nada impide a Netflix y Jenji Kohan seguir con la ficción más allá de Kerman.
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Libro y serie mantienen un punto de partida común, pero en la segunda hay mucho de ficción. Personajes y situaciones creadas para fomentar el drama. "Algo que marca la diferencia entre el libro y la serie es que el primero es más introspectivo y en televisión tiene que haber drama, conflicto. Sino sería aburrido de ver. Son medios diferentes y por eso el proceso de adaptación es tan importante", explica Kerman. Una de las principales diferencias, por ejemplo, además del tono de humor y personajes inventados, es que Kerman y su ex nunca llegaron a coincidir en prisión como ocurre en la serie.