Pino Ojeda, la primera galerista española que se resiste a caer en el olvido
Fundó la primera galería de arte regida por una mujer en las Islas Canarias y obtuvo distintos galardones por su poesía intimista y humanizadora. Además, sus cuadros se expusieron por Europa.
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Madrid,
Nada se le resistió. Dentro de la literatura escribió poesía, teatro, novela y cuentos. Sus cuadros llegaron más allá de los mares y el instinto pionero que la poseía le hizo abrir la primera galería de arte dirigida por una mujer en todo el archipiélago canario. Ella fue Pino Ojeda, nacida en un pueblito de la isla de Gran Canaria llamado Teror en 1916, una artista que diferentes instituciones trabajan por poner en valor para que no caiga en el olvido los logros que consiguió a lo largo de toda su vida.
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La tortuosidad llegó pronto a la vida de Ojeda. A sus 22 años, la futura artista y escritora se quedó viuda después de que su marido, que batallaba en la Guerra Civil en el bando de los sublevados, cayera en el frente en 1939. En otras palabras, el padre de Domingo Doreste no llegó a conocer a su padre. Doreste es el nieto de la prolífica mujer canaria y así ejemplifica la valentía de su abuela: "Cuando se casaron, ella le planteó a él las aficiones que tenía respecto a la poesía y demás. Le respondió que eso lo podía dejar ya de lado y Ojeda se levantó para espetarle que ella iba a seguir haciendo lo que le daba la gana".
Esa fuerza en potencia se materializó poco después, transcurrido un año tras la muerte de su marido que le dejó "como en trance", dice su nieto. "Hasta su hermana tenía que ponerle al niño recién nacido para que le amamantara del letargo en el que cayó", agrega Doreste. No sería hasta 1945 cuando Ojeda, apoyada por la figura de Juan Ismael, despertaría para nunca más cerrar los ojos hasta su muerte en 2002.
La obra de Ojeda abarcó poesía, teatro, novela y cuento
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Su primer poema fue publicado en la revista Mensaje, de Tenerife, y la editorial homónima publicó en 1947 su primer poemario, Niebla de Sueño, edición que el año pasado cumplió los 75 años y por cuya efeméride ha sido vuelto a editar por parte del Cabildo de Gran Canaria. A partir de ese momento, la ebullición creativa es lo que mejor definiría a una Ojeda desbordante. Tal y como apunta su nieto y presidente de la fundación que lleva el nombre de esta pionera, su literatura abarcó poesía, teatro, novela y cuento.
A partir de entonces, su relación con otros poetas peninsulares se estrechó. Según Oswalgo Guerra, miembro de la Academia Canaria de la Lengua (ACL) y familiar lejano de Ojeda, empezó a conectar con los círculos poéticos del momento, incluso de la Generación del 27, debido a la fundación de la revista Alisio, con tirada a nivel estatal, uno de los grandes hitos en la vida de la canaria. "A partir de 1952, Ojeda publicó poemas de Vicente Aleixandre, Pedro Salinas, Gerardo Diego, Carmen Conde y Juan Ramón Jiménez, entre otros", apunta.
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En esa misma década, Ojeda sería reconocida por el gran público ligado al mundo de la poesía española al ser la ganadora en 1953 del Primer Accésit en el Premio Adonais con su segundo poemario, Como fruto en el árbol. La vida de Ojeda iba demasiado rápido, pero no lo suficiente para que ella se quedara atrás. Al año siguiente, la escritora fue finalista del Premio Nadal de novela con su obra Con el paraíso al fondo.
La pintura, su otra gran pasión
A pesar del desconocimiento actual en torno a su figura, en la década de los 50 Ojeda fue una de las mayores dinamizadoras culturales del archipiélago canario. Fue en esos años cuando su ímpetu de pionera volvió a relucir al fundar en 1958 la primera galería de arte dirigida por una mujer en Canarias, concretamente en Las Palmas de Gran Canaria. Continuaba así con su carrera pictórica iniciada con el ya mencionado Juan Ismael, uno de los últimos representantes del surrealismo de la generación previa a la Guerra Civil, señala el académico.
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Esta faceta pictórica le acompañó toda su vida, hasta el punto de protagonizar muestras más allá de las islas, incluso en el extranjero. Sus composiciones llegaron a estar colgadas de salas de museos de Suecia, Estocolmo, Alemania, Francia e Italia. "También tiene obra en Estados Unidos y Japón, a donde envió algunas composiciones aunque ella no pudiera ir", remata Doreste.
Ojeda fue galardonada con Premio Nacional de Artes Plásticas
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Su calidad le hizo merecedora del Premio Nacional de Artes Plásticas, primero en 1962, galardón que llegaría a revalidar años después. Fue la pintura, y no sus obras poéticas, la que le proveyó de sustento a lo largo de su vida. "No solo escribía y pintaba, también tocaba el piano, el violín, el órgano y el timple", enfatiza su nieto.
Un misticismo desbordante
Según señala Guerra, Ojeda escribía una poesía personal, humanizada y con cierta perspectiva femenina, algo nada habitual en aquellos tiempos, parafraseando al miembro de la ACL. "En mi familia se habló mucho de eso. Se quedó viuda estando embarazada y tuvo que sacar adelante a un hijo ella sola, y eso le marcó mucho durante toda su vida", dice. De hecho, tanto le marcó la pérdida de su marido que el primer libro que publicó está basado en ese dolor.
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La poesía de Ojeda destacaba por ser personal, humanizada y con cierta perspectiva femenina
El académico también señala que en la obra de Ojeda se puede atisbar cierta espiritualidad, incluso trasciende a lo místico. "Sin ir más lejos, al final de su trayectoria, recién entrada la década de los 90, ganó el Premio Mundial de Poesía Mística gracias a un libro que tituló Salmo del Rocío", explica. Ya de forma póstuma, el propio Guerra le publicó un libro más, también ligado a lo místico, titulado Árbol del espacio. Guerra todavía recuerda con cariño que Ojeda nació en la misma habitación en la que se crio él: "Era una mujer con mucho coraje, peculiar, combativa y desinhibida, lo que hoy llamaríamos una mujer feminista".
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Rebuscar en el legado, conocer a Ojeda
Numerosas instituciones se están volcando en la figura de Pino Ojeda, desde el Gobierno de las islas hasta cabildos y ayuntamientos. Como la propia artista hiciera en su momento en repetidas ocasiones, actualmente el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) ha preparado una pequeña muestra en torno a este personaje todavía algo desconocido en la península. Carmenza de la Hoz ha sido la encargada de comisariar esta exposición y así la describe: "Lo que se puede ver tan solo es un aperitivo de todo lo que existe. Decidimos llevar lo más relevante también en cuanto y tanto ella estuvo en Madrid, porque desde 1954 ya participó en tertulias literarias".
Su asiduidad por la capital pasó por una gran exposición organizada por el periódico Pueblo en 1964, pero también por la asistencia a lecturas de poemas y tertulias en el Ateneo de Madrid de la mano de sus colegas Gerardo Diego y Vicente Aleixandre. De hecho, la exhibición muestra una fotografía en la que Ojeda aparece flanqueada por Diego y Rafael Montesinos; y otra más en la que se encuentra en medio de Carmen Laforet y Carmen Conde.
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El bajo presupuesto con el que se ha llevado a cabo la exposición, tal y como apunta De la Hoz, no ha permitido exhibir todo lo que se podría, como sus pinturas. "Se trata de algo muy íntimo, en donde exponemos seis dibujitos de Juan Ismael o dedicatorias de otros amigos suyos escritores, como en la que Gloria Fuertes le pregunta a Ojeda si sigue fumando en pipa", desarrolla la comisaria.
Todo este trabajo, al igual que las reediciones de las obras de Ojeda en los últimos años, está orientado a poner en valor la figura de una artista pionera que cayó en el olvido, al menos en la península. "Se trata de seguir investigando en el archivo que la familia guarda, porque de repente abres una carpeta y puedes encontrar decenas de poemas desconocidos. Ojalá que se pudiera plantear una gran exposición en la Biblioteca Nacional dentro de dos o tres años, quizá para 2026, que se cumplen 110 años de su nacimiento", concluye De la Hoz.