La peor resaca del Mad Cool (y van dos)
Tras el infausto accidente de la pasada edición en la que murió un acróbata, el festival madrileño emprende una huida hacia adelante duplicando el número de asistentes pero con una organización plagada de improvisaciones y desajustes.
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madrid, Actualizado:
La imagen de un autobús lanzadera colgado del puente de la M-11 sobre la carretera de Burgos resulta, cuando menos, simbólica. Si bien no está vinculado —al menos de forma directa— con la deficiente organización del festival, es innegable que condensa a la perfección tres días de improvisaciones y carencias de un evento que, tal y como se anunciaba desde hacía meses, aspiraba a ser “el festival más grande de la historia de España”.
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Sobra decir que lo han conseguido, pero solo si nos atenemos a las cifras. Con 80.000 personas cada día —colgaron el ‘no hay entradas’ a una semana de la celebración del festival—, el Mad Cool ha querido doblar la apuesta en su tercera edición y multiplicar por dos sus expectativas: el doble de asistentes, el doble de superficie y —sí, también— el doble de incidencias.
Una huida hacia adelante que pretendía ofrecer una imagen de solvencia tras el infausto accidente del año pasado que le costó la vida al acróbata Pedro Aunión, y que en realidad ha servido para evidenciar lo que no era más que un órdago sin fuste.
Organización verbenera
Las contingencias están a la orden del día y no siempre es fácil lidiar con lo sobrevenido. Pero si a diez días vista del inicio de un festival de estas características no tienes cerrado los protocolos necesarios para mover hasta IFEMA a las 240.000 personas que presumiblemente iban a acceder, tienes un problema (y no pequeño).
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Tras el acuerdo entre Ayuntamiento y promotores de trasladar el evento por cuestiones de aforo de La Caja Mágica a Valdebebas, no se pusieron en marcha los protocolos necesarios para dar cabida a una riada de gente un viernes a hora punta. Tal y como han reconocido tanto la organización como la Policía, se tuvo que hacer frente a una llegada “inesperada”, que ocasionó un desborde notable en la zona. Alegan desde el festival que no esperaban que el público tuviera a bien asistir desde el inicio de la programación.
Pero ahí no acaba la cosa. Un fallo en “la red” derivó en un auténtico colapso en la zona de tornos que da paso al recinto. Este problema retrasó el canje de las entradas por las pulseras, lo que provocó colas interminables y esperas que rondaron las dos horas. El volumen de gente concentrada y la escasa atención al cliente dispuesta para los asistentes generó momentos de tensión, abucheos, y la ya habitual indignación tuitera contra la organización del festival.
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Gracias #madcool2018 por la buena gestión con las pulseras. Asà aprovechamos y tomamos 2 horitas el sol antes de entrar... en la cola. pic.twitter.com/ozoLL9nmRe
— Raquel (@raencar) 12 de julio de 2018
Esto es una vergüenza y muy peligroso @madcoolfestival #MadCool2018 pic.twitter.com/0Dfr4butil
— Morzaland (@Morzaland) 12 de julio de 2018
Sumen a esto el hecho de que los asistentes tuvieron que desprenderse de las bebidas y alimentos que portaban, obligación que ya anunciaba la organización en el apartado de su web sobre las condiciones de venta de entradas —"en aras de poder acreditar a Sanidad la trazabilidad de todo alimento y bebida que se consuma dentro del recinto, no se puede acceder con comida ni bebida"—, pero que dado el calor sofocante y las esperas interminables, fue la guinda para muchos de los presentes.
Y si no fue fácil entrar, tampoco lo fue salir. Se pensó que abrir tres paradas de metro (hasta Nuevos Ministerios) iba a solucionar el problema, pero lo único que hizo fue trasladarlo. Tampoco supuso la panacea la flota de 25 autobuses lanzaderas que se dispusieron ex profeso para agilizar la salida. Así las cosas, muchos se encomendaron a Uber, pero un servicio que establece las tarifas en función de la demanda no es la mejor opción cuando te encuentras entre un gentío.
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La lÃnea 8 de @metro_madrid estará abierta las 3 noches del @madcoolfestival para garantizar la movilidad de los asistentes. Habrá trenes cada 5 minutos, directos a Nuevos Ministerios. #MadCool2018
— Ãngel Garrido (@angelgarridog) 12 de julio de 2018
"Agradecemos la compresión"
La organización del festival emitía el viernes por la mañana un comunicado que dejaba mucho que desear. "Agradecemos a todos los asistentes la compresión (sic) ante los imprevistos de ayer. Lamentamos las largas colas producidas por una caída de la red en el recinto. Trabajamos desde anoche para garantizar que todo se desarrolle con plena normalidad. ¡Gracias a todos!", rezaba el texto que hizo público el Mad Cool y que deslizaba una errata más que significativa, a saber; compresión por comprensión.
Los chascarrillos no se hicieron esperar en las redes como desahogo por parte del público asistente, de tal forma que desde el festival se optó por el borrado de los mensajes y por un comunicado definitivo que en ningún momento pedía expresamente disculpas. Público ha tratado sin suerte de ponerse en contacto con la organización del festival.
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Agradecemos a todos los asistentes la comprensión ante los imprevistos de ayer. Lamentamos las esperas y largas colas producidas por una caÃda de red en el recinto. Trabajamos desde anoche para garantizar que todo se desarrolle con plena normalidad. ¡Gracias a todos! #MadCool2018 pic.twitter.com/J4uVEbxH0Y
— Mad Cool Festival (@madcoolfestival) 13 de julio de 2018
Pero vayamos al meollo del asunto, a lo sucedido entre el paciente acceso al recinto y la tortuosa salida. Analicemos eso que se ha venido a llamar ‘la experiencia Mad Cool’, una experiencia que tuvo varios protagonistas. Por un lado la tecnología, que no solo falló en la zona de entradas, sino que también lo hizo en el interior, dejando a los datáfonos inservibles por momentos, lo que generaba largas esperas en los establecimientos del festival.
"Tuve la sensación de que había mucha gente, de que para las dimensiones del recinto había un gran cantidad de gente en los diferentes espacios", confiesa Silvia Jiménez, estudiante de Comunicación y fan de Pearl Jam para más señas. "El sonido fue impecable, pero la organización dejó mucho que desear, ya no solo a la hora de entrar, sino también cuando quise regresar a casa tuve la sensación de que todo estaba un poco improvisado", zanja esta estudiante extremeña.
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Cancelación de Massive Attack
Una de las principales bazas del cartel se cayó de forma imprevista. Hablamos de Massive Attack, banda seminal de trip hop que entendió que no era de recibo que se programaran dos platos fuertes de forma casi simultánea. En efecto, el hecho de que los Franz Ferdinand tocaran en la misma franja horaria fue definitivo para los de Bristol, que decidieron suspender su actuación.
El problema aquí es cómo comunicas lo que te ha sobrevenido. Las críticas de muchos asistentes hicieron hincapié en el hecho de que la organización tardara hora y media en ofrecer una escueta información: “Massive Attack cancela su concierto en Mad Cool justificando molestias de sonido de otro stage”. Más tarde se sucedieron otros comunicados algo más extensos en los que la organización venía a decir que los de Bristol había decidido "cancelar unilateralmente su actuación achacando que el sonido del escenario donde en ese momento actuaba Franz Ferdinand molestaba para la realización de su show".
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Si bien es cierto que la organización del festival sabía de antemano que los Massive Attack era exigentes con el sonido, hasta el punto de que solicitaron cuando se les contrató que “no se solapasen los sonidos de otros escenarios”.
Tirón de orejas desde el escenario
Y para terminar, varios toques de atención provenientes, además, desde el escenario. La organización tuvo que hacer frente a sendos comentarios en los que se les recriminaba la presencia de una zona VIP frente al escenario, ligeramente elevada y de unos 20 metros de largo que aparecía un tanto desangelada. Bandas como los ya mencionados Franz Ferdinand y muy especialmente los estadounidenses Queens Of The Stone Age tuvieron a bien cuestionar desde el escenario dicho espacio poco nutrido de gente.
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El líder de la banda, Josh Homme, quiso incitar a los presentes a una pequeña insurrección en mitad de su concierto al grito de "¡dejadlos pasar!", dirigido a los cuerpos de seguridad que gobernaban el acceso a dicha zona VIP, llegando incluso a animar al público a forzar su entrada: "¡Saltad las vallas!". Un llamado a la acción que fue secundado por algunos intrépidos fans, situación que generó un cierto descontrol y alguna que otra disputa entre los responsables de la seguridad y los asistentes.