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Dos países, un mismo dolor

El último adiós. Intelectuales y políticos portugueses y españoles se despidieron ayer del escritor

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"No hagamos un drama". Esta es una de las frases más características de Saramago. Y la más definitoria de su temple. Tres días de luto oficial en Lanzarote, las banderas del Ayuntamiento de Tías a media asta, la librería del pueblo "cerrada en honor a Saramago, por su colaboración y amistad". De la casa del escritor partió ayer el féretro, camino de Portugal, donde hoy se celebra un funeral de Estado. Mientras, los telegramas de apoyo a Pilar del Río se acumulan sobre una mesa: más de cien. De Mariano Rajoy a Cayo Lara, Cavaco Silva, Patxi López, de la Generalitat a Durão Barroso, Alberto Ruiz-Gallardón, el Partido Comunista Portugués...

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La avalancha de correspondencia en el hogar del autor es algo que ya no extraña a los empleados de la pequeña estafeta de Correos de Tías. Están acostumbrados a atender de forma especial ese domicilio llamado A Casa. Saramago tenía una estupenda relación con los carteros, que llegaban con cajas de los libros que encargaba, con los que mucha gente donaba a la biblioteca, y con tantos otros que novelistas y poetas, amigos o desconocidos le enviaban. El cantante y escritor brasileño Chico Buarque estaba entre esos amigos que no dejaba de remitir cada cosa que componía. Y muchos de los que investigaban y hacían tesis sobre el autor, las entregaban aquí. Alguno hasta se llevó la sorpresa de toparse con un Saramago deseoso de oírle defender su estudio.

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Fidel Castro y su hermano Raúl enviaron ayer una corona de flores

La biblioteca de José Saramago es, probablemente, la mejor de Lanzarote. Privada, pero de uso abierto, es punto de encuentro de periodistas y académicos. Lugar de trabajo del autor y epicentro de la proyección de su obra al resto del mundo. Y será, de aquí en adelante, parada y fonda obligada para cualquier estudioso del escritor. Porque aquí se acumulan los volúmenes que José y Pilar, "que nunca tiraban un libro" recuerda Javier Muñoz, reunieron a lo largo de su vida. Javier ha colaborado en algunas traducciones de la obra de Saramago y también trabaja en este lugar, donde el viernes se instaló la capilla ardiente y ayer todavía quedaba un olor a flores en el ambiente, y un lío de cintas, ya sin las coronas, reposando sobre el sillón.

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En la biblioteca se mantiene intacto su lugar: el asiento vacío, con su manta roja, su mesa de trabajo, sus bolígrafos. Los libros que leía: Dispersiones, de Saúl Irigoyen, y Lusitania praia, de Vasco Graça Moura, junto a una postal con un cuadro de Turner, y la última carta remitida desde la fundación Nobel, en la que le pedían su propuesta para los próximos galardones. Y el espacio libre del ordenador. Saramago nunca dejó de aprender, y en los últimos meses se cambió al Mac, incitado por Pilar. Y emprendió una nueva novela sobre las armas. Inacabada. Aparcada hace un par de semanas. Tiene título, pero es un secreto.

Su última aparición pública fue en el aeropuerto de Guacimeta, apoyando a Aminatu Haidar. Sus huellas en Lanzarote son profundas y fuertes, como las raíces del olivo de su jardín, donde se esparcirán sus cenizas, ente araucarias, palmeras, pinos y las vides que cuidaba.

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Su última aparición fue en el aeropuerto apoyando a Aminatu Haidar

En Lisboa, miles de personas acudieron ayer al ayuntamiento de la ciudad para rendirle homenaje. La ceremonia fúnebre se llevará a cabo hoy, tras lo cual será cremado en el cementerio de Alto de São João, acto con el cual concluirá el luto nacional de dos días decretado por el Gobierno. Ante el féretro del escritor presentaron condolencias a su viuda las ministras de Cultura de Portugal, Angola, España y Guinea-Bissau; el alcalde de Lisboa, Antonio Costa; el ministro de Interior, Rui Pereira, y los secretarios de Estado de Defensa, Cultura, Relaciones Exteriores y Cooperación.

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Asimismo, se hizo presente en la alcaldía Dilma Rousseff, candidata presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil para reemplazar a Luiz Inácio Lula da Silva en los comicios del 3 de octubre. "No se puede ser de lengua portuguesa sin llorar su muerte", expresó.

La plana mayor del Partido Comunista, al que Saramago ingresó en 1969, durante la dictadura de António de Oliveira Salazar, se hizo presente en el Salón Noble del ayuntamiento, encabezada por el secretario general Jerónimo de Sousa, para rendir homenaje "al escritor y comunista militante, que merece el honor del luto nacional", no solo por "su dimensión intelectual, artística, humana y cívica", sino también por su papel "en la resistencia a la dictadura fascista".

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Entre las muchas coronas de flores en el ataúd de José Saramago, uno destacó por su tamaño y colores: formada por rosas rojas, crisantemos blancos y una corona imperial amarilla, había sido enviada por Fidel Castro y su hermano Raúl, presidente de Cuba.

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