'Yo no mato, ayudo a morir'. A principios de año, un médico de Quebec hacía esta declaración pública para sustentar la ley de eutanasia en Canadá. Hace un par de meses, Bélgica se convertía en el primer país del mundo en el que se legalizaba la eutanasia infantil. En España, ahora se intenta reabrir de nuevo el debate sobre la asistencia a una muerte digna. 'El colaborador para la eutanasia comete un acto de amor, sus motivos son solidarios, no económicos', ha señalado muy recientemente el doctor Luis Montes, presidente de la Asociación Derecho a Morir Dignamente. Y, así es, amor y solidaridad es lo que mueve a Miel, nombre en clave de Irene (Jasmine Trinca), una joven que ayuda a morir a enfermos en fase terminal y que es la protagonista de la ópera prima de Valeria Golino como directora.
Irene (Miel) tiene 32 años y, cuando es necesario, viaja a México donde compra un potente barbitúrico que administra a las personas que piden su ayuda. Un día, un nuevo ‘paciente' aparece en su vida, el señor Grimaldi (Carlo Cecchi). Para su sorpresa, Miel descubre que, aunque quiere poner fin a su vida, está perfectamente sano. Dispuesta a evitarlo, se acercará todo lo posible a él y entre ellos nacerá una amistad definitiva. Y este hombre, que con setenta años se ha aburrido de la vida, sabrá descubrir a Miel toda la belleza que tiene por delante.
'Miel' es un ejercicio sutil de reflexión sobre la dignidad en la vida, que no es completa sin la dignidad en la muerteAsí, Miel es una historia que habla de la muerte, pero que está rebosante de vida. Es un ejercicio sutil de reflexión sobre la dignidad en la vida, que no es completa sin la dignidad en la muerte. Es una película muy hermosa, reflejo de la sensibilidad y delicadeza de su directora, que ha demostrado con su debut en la dirección una madurez narrativa, estética y ética que algunos cineastas no alcanzan en toda su carrera. Y ello la ha hecho merecedora de múltiples premios.
Mención Especial del Jurado Ecuménico en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, el filme también ganó, entre muchos otros, tres Nastri d'Argento, premios que entrega el Sindicato Nacional de Crítico Italianos (Mejor Dirección, Mejor Actriz y Mejor Sonido), así como el Premio del Público en el Festival de Cine Europeo de Bruselas, el de Mejor Actriz en el Festival de Estocolmo o el de Mejor Película en Liubliana (LIFFE) y en el Festival de Cine Mediterráneo de Tetuán.
'Debemos ser invisibles', dice Miel en un momento de la película, que está inspirada en el libro A nome tuo (En tu nombre), de Mauro Covacich, y que retrata una realidad, la de la ilegalidad de esta práctica, presente en buena parte del mundo. 'El tema de la eutanasia es tabú en Italia, mucho más que en cualquier otro país europeo, por la influencia del Vaticano y nuestra impronta católica. Pero siento que, mientras los ciudadanos italianos están preparados para abordar éste y otros temas éticos, no lo están los políticos', escribe Valeria Golino en las notas de producción de la película, un trabajo en el que ha huido de cualquier 'material tóxico'.
'Yo quería hablar de la muerte, pero quería evitar toda retórica'No hay en Miel intenciones moralizantes. Contundente y valiente, no hay huellas de maniqueísmo en esta historia, que es emocionante y conmovedora, pero nada sensiblera. 'Sabía todo lo que quería evitar -aseguró Golino a Filmmaker Magazine-, sentimentalismo, maniqueísmo, ideología, hacer un espectáculo del dolor... pero entonces tuve que plantearme cómo hacer una película sin todo eso. Por eso corto escenas antes de su final natural, tan pronto como olía el peligro, me iba de allí. Yo quería hablar de la muerte, pero quería evitar toda retórica. Quería belleza todo el tiempo'.
Belleza que consigue en sus imágenes, con las acciones de sus personajes y con la interpretación de sus actores. 'Me metí en esta aventura porque creo que es un asunto que nos concierne a todos de alguna manera. Nos guste o no, es parte de nuestras vidas. Eso no significa que sea igual para todo el mundo, pero debería preocuparnos a todos. Además, me parecía una idea muy cinematográfica y un personaje femenino muy interesante', señaló durante su presencia en el Festival de Cannes, donde, refiriéndose a Irene (Miel), dijo: 'En ella hay mucha compasión, pero también mucho sentido solidario. Es un modelo moderno. Pensé que si me interesaba a mí, a alguien más le interesaría'.
Producida por el actor Riccardo Scamarcio (pareja de Golino) y con pequeñas ayudas -'nadie quiere poner mucho dinero en una película como ésta'-, Miel da voz a millones de personas en el mundo que quieren tener la posibilidad de asistencia para una muerte digna. 'Creo que cada ser humano debería tener derecho a decidir sobre su cuerpo, sobre su vida, y cómo terminar con él. Después de haber dicho esto, no significa que la película sea un manifiesto. De hecho, no da respuestas, tan solo plantea preguntas. Me gustaría pensar que la película trata sobre convicciones cambiantes, sobre los prejuicios y miedos que todos tenemos'.
El catedrático Vicenç Navarro decía en un reciente artículo en Público.es que la mayor razón en contra de la eutanasia era un prejuicio religioso. 'Está, como todo sentimiento religioso, basado en fe, en creencias, y escapa a cualquier raciocinio. Y es un indicador más del enorme poder que tiene la Iglesia y de su influencia negativa en la cultura popular que tal posibilidad ni siquiera haya sido considerada por los llamados representantes de la población'. Un prejuicio de gobernantes que no comparte el 75% de la población, que, según los últimos datos del CIS, es favorable en nuestro país a la despenalización de la eutanasia.
En España, tras la injusta persecución que sufrieron los médicos del Severo Ochoa por parte del que fuera consejero de Sanidad en el gobierno de Esperanza Aguirre, Manuel Lamela, se privó a muchos pacientes de los cuidados terminales. Los profesionales tenían miedo a las represalias. Entonces, aumentó el número de personas que registró su testamento vital, hoy más de 150.000, y creció también el porcentaje de los que están a favor de legalizar la eutanasia.
La situación legal de ésta en el mundo difiere mucho de unos a otros países. Holanda fue el primer país del mundo que legalizó la eutanasia y el suicidio asistido, en 2001. Bélgica lo hizo en 2002, después llegaron Luxemburgo (2009) y Suiza (es legal es suicidio asistido, no la eutanasia). El debate ha prosperado también en algunos estados de EE.UU. En Oregón, en 1994, y tras un referéndum, se legalizó el suicidio asistido. Otros estados son Vermont, Washington y Montana. En Colombia, se considera que la eutanasia es un derecho fundamental, aunque está sin legislar.
La eutanasia pasiva se permite en países como India, Canadá, Japón, Argentina, México, Estados Unidos, Israel y en la mayoría de los países europeos. Sin embargo, siguen siendo grandes las diferencias. Mientras en Bélgica se ha legalizado la eutanasia infantil y la clínica privada que practica ésta en Holanda tiene lista de espera, en Inglaterra se considera un delito que se castiga con hasta catorce años de cárcel. El debate está ahí.
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