"No creo en la teoría del amaño"
Tras dejar el reporterismo de ‘Caiga quien caiga’ Christian Gálvez presenta ‘Pasapalabra’, que cumple 100 programas
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Christian Gálvez (Madrid, 27 años) dejó el reporterismo provocador de Caiga quien caiga por el sosiego del plató de uno de los concursos míticos de la televisión, Pasapalabra. Comenzó a presentarlo en verano, y ahora llega a su emisión número 100.
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Pasapalabra cumple 100 emisiones. Enhorabuena.
Gracias. En un principio sólo habíamos firmado para hacer una sustitución por un verano pero se ha ido alargando. Creo que nadie se lo esperaba.
¿Y qué tal has llevado la responsabilidad de conducirlo tú solo?
El de presentar solo es un fin buscado durante mucho tiempo. Para ello, Caiga quien caiga fue una escuela que me ayudó bastante a crecer delante de la cámara. De momento, yo lo llevo bien, y espero que a la gente le guste cómo está presentado.
¿Algún formato que no presentarías?
Tendría que probar todos los palos antes de decir de esta agua no beberá. Pero los programas del corazón no me convencen especialmente.
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¿Ha evolucionado mucho este ‘Pasapalabra’ con respecto a su predecesor?
Nunca se pareció. La mecánica, las pruebas, la finalidad puede ser la misma. En cambio, el estilo cambia, porque cambia el estilo del presentador. Creo que ahora es más divertido y ameno, eso me dice la gente.
¿Te expresas ahora mejor?
La verdad es que sí. Y pronuncio mucho mejor. Yo ya hablaba muy rápido en CQC, y ahora he mejorado la dicción. Aunque tampoco ha cambiado mucho mi léxico.
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¿Es muy difícil llevarse el bote en ‘Pasapalabra’?
Es difícil porque no es sólo cuestión de cultura o conocimientos. Además del componente suerte, hay que ser capaz de tener unos nervios de acero, sobre todo en el rosco porque estás tú solo. Y sabes que mucha gente te está viendo, pendiente de ti, las cien personas del público que caben en plató más millones de espectadores. Y el miedo a quedar mal es muy grande.
¿Crees que en determinados momentos se puede bajar el listón para dar el bote y así promocionar el programa?
Eso es lo que dicen, pero no puedo estar de acuerdo. Las preguntas del rosco las elige aleatoriamente un programa informático, no las elegimos nosotros. Eso por no decir que, precisamente, los cuatro botes que ya hemos dado no eran los más fáciles, sino que eran más bien complicados. No creo en la teoría del amaño.
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¿Te sorprenden los famosos?
Para bien y para mal. Claro que la mejor sorpresa fue la de conocer en el programa a mi chica… (risas). Los famosos te sorprenden, más que por lo que saben o ignoran, porque hay veces que determinado humorista esperas que esté más desinhibido y se corta, o alguien más serio, en cambio, lleva genial las riendas. Romay fue uno de los que mejor nos lo hizo pasar a todos.
¿Alguno que lo hiciera muy mal?
Algún palo se ha dado alguien por ahí, pero sobre todo por una cuestión de nervios. Por ejemplo, Aure Sánchez, actor de Yo soy Bea, que es muy colega mío, metió la pata en un tema de la Casa Real y se lamentaba: “¡Joder, esta cagada va a salir en todas partes!”. Pues te jodes. Lo mejor es reírte de ti mismo, de tus propios errores. Si vas de listo, es peor, porque haces mucho más el ridículo.
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¿Has desarrollado un olfato para reconocer a los concursantes ganadores?
Sí, sí, sí. Todo el equipo: producción, guionistas… Aunque todavía nos equivocamos.