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"No acepto que digan que hago porno de autor"

Julio Medem explica algunos entresijos de su última película, 'Habitación en Roma'.

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No es el de Málaga un festival que destaque por la masiva influencia de periodistas a los pases. Aquí se corre tras el famoso, si es televisivo mejor, sin importar mucho ni poco lo que venga a presentar. De ahí la abundancia de reporteros del corazón y cronistas de sociedad. Ayer, sin embargo, la cosa dio un giro espectacular.

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El Teatro Cervantes se llenó para el pase de prensa de "la última de Julio Medem", Habitación en Roma, o la historia de una tórrida noche de pasión entre dos perfectas desconocidas, interpretadas por Elena Anaya y Nata-sha Yarovenko. A

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la salida, todo era intercambio de opiniones: "Que sí". "Que no". "Que yo para esto prefiero una de Tinto Brass" Volaban los mensajes de Twitter como si esto fuera el estreno de Avatar. Medem provoca expectación, eso está claro; que después se transforme en decepción, repulsión o admiración ya depende del gusto de cada cual.

Tengo que comer, claro. Estaba con mi viejo proyecto de la vida de Aspasia de Mileto, en la Grecia del siglo V, y de repente surgió este proyecto.

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"Muchas veces me limitaba a verlas evolucionar ante la cámara"

¿Cómo se enfrenta un autor como usted a un remake (En la cama, 2005, Matías Bize)?

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Pues intentando hacerla mía.

¿Hubo improvisación en las escenas de sexo?

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Sí, claro. Elena ayudó mucho en ese sentido. Muchas veces me limitaba a verlas evolucionar, a que la cámara no molestara y ellas pudieran expresarse libremente. Yo les decía a dónde tenían que llegar, ellas elegían el cómo.

¿Por qué dos mujeres?

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Por aquello de normalizar. Una de ellas es lesbiana, la otra, no. En Lucía y el sexo ya introduje dos planos de un miembro erecto. Esta película no llega tan lejos, por eso no acepto que digan que es porno de autor.

¿Cree que el filme puede escandalizar?

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Uff Pues habrá gente que no lo acepte, claro. Pero vamos, todo el mundo sabe de qué va la película, y no tienen por qué entrar a verla. No se busca el morbo, es sólo una historia de amor. Son 10 horas en la vida de dos personas que saben que no volverán a estar juntas. Pretendía que se viera reflejado todo ese tiempo, sin elipsis.

Hay una escena en la que Natasha pide a Elena que le introduzca una botella de vino

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Natasha cree que Elena usa vibrador por el hecho de ser lesbiana. Pero Elena rechaza el ofrecimiento; muchas lesbianas consideran que eso es algo masculino.

En la película se establece un diálogo entre dos mujeres y una presencia sorda de la tradición grecolatina.

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Eso tiene que ver con el hecho de rodar en Roma, que es como un tubo conductor de nuestra cultura y uno de los referentes del canon de belleza que ambas representan. Por ahí se cuelan Afrodita, Zeus, Eros

¿Fue duro para las actrices?

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Natasha se lo pasó genial. Elena no tanto, porque tenía un papel más duro. Ella es la que arrastra un poco la relación. Después está el tema de que todo se rodó en continuidad, algo que no creo que sea capaz de volver a hacer.

"Son dos personas que viven dentro de una burbuja de amor"

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Dicen de usted que refleja bien el alma femenina

Es algo que fui aprendiendo con el tiempo. En La ardilla roja estaba más cerca del machismo encarnado por J que de otra cosa. Tras conocer más a las mujeres he sido capaz de sacar el lado femenino que todos llevamos dentro.

El filme acaba con un mapamundi del revés. ¿Otro guiño autoral?

No, si buscas esa calle en Internet verás que es así. Ellas son dos seres pequeños en un mundo muy grande. Dos personas que viven en una burbuja de amor.

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