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Para Surfin’ Bichos, con amor

Una veintena de bandas, incluido Amaral, rinden tributo al grupo de Albacete, formación clave en el rock español de los 90

JESÚS MIGUEL MARCOS

Surfin’ Bichos fueron como un avión espía: volaron más alto que ningún otro grupo, doblaron la velocidad media de la música española y tomaron las mejores instantáneas en forma de canción. Pero como efectivo avión espía, nadie se enteró de su paso. El grupo de Albacete, disuelto en 1994, fue recuperado por sucesivos grupos de la generación indie, que los adoptaron como padrinos.

Ahora, casi 20 años después de que Surfin’ Bichos debutaran con La luz en tus entrañas, una veintena de bandas de todos los estilos y pelajes les rinden homenaje en Family Album II. Se ha apuntado hasta Amaral, nombre más visible de una lista donde también brillan históricos de la escena, como Lagartija Nick, y nuevos valores como Triángulo de Amor Bizarro.

Isabel Cea, bajista y vocalista de estos últimos, escuchó por vez primera a Surfin’ Bichos hace ocho años, cuando llevaban ya seis años separados: “Lo que más me impresionó fue la rabia y la fuerza de las letras. Además, sus canciones han envejecido muy bien. Las escuchas ahora y suenan actuales”, nos cuenta Isabel.

Un antes y un después

Xabel Vegas, ex batería de Manta Ray y ahora en solitario junto a su banda, Las Uvas de la Ira, coincide en que las letras de Fernando Alfaro, compositor de casi todo el repertorio de Surfin’ Bichos, marcaron un antes y un después en la historia del rock cantado en español. “Eran letras complejas, de una oscuridad terrible y tenebrosa. Alfaro era capaz de indagar en la parte oscura del ser humano sin caer en lugares comunes”, sostiene Vegas.

Y tiene razón. El punk español de los años 80 bajó a las cloacas para hablar de la vida en las cloacas. Fernando Alfaro también bajó, pero para hablar de sí mismo. La montaña rusa de la vida: la felicidad y el dolor, el amor y la muerte, la contradicción, la soledad, la muerte. Mi refugio, la canción que versiona Xabel Vegas, es una nana sobre el suicidio. El protagonista de Dulce mal trago, versionada por los zaragozanos Tachenko, está al borde de la depresión. Alguien le aconseja empezar de cero, pero él se llama a sí mismo demonio.

“Es mi canción favorita de los Surfin’”, reconoce Sergio Vinadé, cantante de Tachenko. Para él, “Surfin’ Bichos marcaron un cambio. Hicieron que los grupos de aquí miraran hacia fuera. Fue un grupo clave para los que llegamos después”.

La participación de Amaral responde, además de a la admiración que Eva y Juan profesan al grupo albaceteño, a vínculos personales. “Fernando Alfaro nos apoyó en nuestros inicios y colaboró en nuestro primer disco, publicado en 1997”, recuerda Juan. Los miembros de Surfin’ Bichos siguen en activo: Fernando Alfaro junto a su banda Los Alienistas –donde toca José Manuel Mora, bajista de Surfin’–, y Joaquín Pascual y Carlos Cuevas bajo el nombre de Travolta.



Han pasado unos 18 años desde la primera vez que escuche a Surfin’ Bichos, y el recuerdo se mantiene en mi memoria fresco como una lechuga asturiana. Fue en el Diario Pop de Radio 3, que se emitía cada noche hasta las dos de la mañana. Yo tenía que madrugar para ir al instituto y a duras penas aguantaba despierto, pero la perspectiva de escuchar el nuevo single de los Pastels o de los Jesus & Mary Chain me hacía mantener los ojos y oídos bien abiertos.

Además, empezaban a emerger bandas nacionales que serían la avanzadilla del relevo generacional: Vancouvers, Aventuras de Kirlian y sobre todo, Surfin’ Bichos, por los que Ordovás sentía un especial y poco disimulado cariño. Gente abollada, se llamaba la joya. Ya desde el título, imposible olvidarla. No conocía a nadie que cantara de ese modo –una voz susurrante que rezumaba mala uva y al tiempo resultaba extrañamente tierna– ni nadie que cantara esas cosas en mi idioma: la primera y última gran oda a la figura del perdedor que ha dado el rock en este país, y me van a disculpar la sentencia.

Gente abollada sonaba casi a diario en el Diario Pop de aquella época, cuando estábamos a punto de salir de los decadentes 80 para sumergirnos en los rancios 90. Y no tardé en poder ponerles caras y cuerpos y ropas a los artífices del tema. Surfin’ Bichos lo interpretaron en cierto programa de TV llamado El Salero. Sus pintas me enamoraron y quise ser como ellos y tener mi banda de rock.

Fernando tocado con una gorra escocesa y con esa mirada suya, frunciendo un poco las cejas, que es hermosa y que es también como una taladradora y que yo siempre he deseado tener. He de reconocer que después de aquello pasaron algunos años hasta que me hiciera fan del grupo (demasiada música y muy poco tiempo), pero no he dejado de rememorar esos primeros momentos, así que digamos que son cosas del destino.

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