Hace justo un año, en diciembre de 2008, los míticos estudios Olympic en Londres, donde grabaron discos emblemáticos durante más de 40 años grupos como los Beatles, Jimi Hendrix, The Rolling Stones, Led Zeppelin, Pink Floyd y David Bowie, anunciaban el cierre de sus puertas. Allí también grabó U2 parte de su último disco, No line on the horizon, muy poco antes de que EMI Records, propietaria de los estudios, decidiera echar el cierre definitivo por motivos económicos. Su actividad se mudó a otros estudios, Abbey Road, con más renombre y también de su propiedad.
La crisis en la industria se ha llevado por delante artistas y sellos discográficos, con todo el jaleo que suele llevar en los medios de comunicación, pero pocas veces sale a la superficie cómo afecta a la parte más técnica del negocio, especialmente los estudios de grabación: allí es donde un grupo consigue que un disco suene bien y donde, históricamente, las grandes compañías se han dejado un pastón para poder vender a sus grupos.
Tradicionalmente, los grupos logran sonar bienen los estudios
En España, la situación también invita a ser poco optimistas. Emilio Santamaría, presidente de la Asociación de Representantes Técnicos del Espectáculo (ARTE), ponía el acento en la parte técnica de una industria que, según sus palabras la semana pasada, ha perdido un 40% de sus empleos: 'Estamos hartos de ver cómo desaparecen estudios de grabación y miles de técnicos, de estructuras, de luz, de sonido...'. El de los estudios de sonido es un sector más de los afectados por la crisis, dice a Público, algo que se aprecia en 'los presupuestos para grabación y la falta de clientes, lo que ha llevado al cierre a la mayoría de los estudios habituales de Madrid, que es donde se concentraban históricamente los más importantes. Además, la irrupción de las tecnologías digitales en formatos cada vez más asequibles (en lo económico) también contribuye al problema'.
Para el argentino Guido Nisenson, técnico de sonido de Calamaro, 'la situación es muy grave para los dueños de los estudios de grabación. De hecho, gran parte de los grandes estudios que no pertenecen a grandes discográficas (que ya cerraron la mayoría de sus estudios entre finales de los ochenta y principios de los noventa) han desaparecido en todo el mundo'.
Fijado el problema (la falta de presupuesto para grabaciones y la irrupción de la tecnología, que ha permitido los 'estudios caseros'), músicos, productores y técnicos de sonido hablan sobre la principal implicación práctica de este problema: la calidad del sonido. ¿Es peor ahora?
La crisis de los sellos reduce el presupuesto para alquiler
'Claro que la crisis golpea a los estudios: al venderse menos discos, se genera menos dinero, con lo cual se graba menos que antes y los presupuestos de estos también bajan', dice Alejo Stivel, ex Tequila y productor de Joaquín Sabina, El Canto del Loco, La Cabra Mecánica y M-Clan. 'Y claro que termina afectando a la calidad: la mayoría de la gente escucha hoy música en un formato en el que la música va comprimida. Así que la exigencia de calidad ya no es la misma que cuando existía el vinilo. Mucha gente sólo escucha ahora música en un teléfono móvil, por ejemplo, lo que no es igual que hacerlo en tu casa, con un amplificador. Esto evidentemente cambia la música', completa Stivel.
A medio camino entre la solución y parte del problema están los estudios caseros y el acceso a la tecnología, más barata y asequible. Porque el alquiler de un estudio también ha sido, tradicionalmente, muy caro. 'Los estudios de grabación contaban con una infraestructura muy costosa. El precio de una mesa de mezclas, de los magnetofones multipistas, de los procesadores de audio y del resto de los equipos era muy elevado. Añade personal cualificado y unas instalaciones con el acondicionamiento correcto y tienes la explicación del alto precio de los estudios de grabación de audio', aclara José María Rosillo, técnico de sonido de Loquillo, Aute, Bosé, Amaral y Sunday Drivers. 'Pero sucede lo mismo con los platós y estudios de cine'.
Los nuevos formatos y soportes musicales influyen en la escucha
Paco Loco es uno de los productores españoles que pueden considerarse afortunados: en plena crisis, el pasado julio trabajó hasta con cinco grupos para otros tantos discos. 'La crisis y su efecto en los estudios de sonido no ha afectado al número de grupos que graban, sino al tiempo que tienes para emplear en ellos. Antes, una banda tenía ocho días para trabajar en un disco. Muchos de los míos tienen ahora dos o tres días solamente'.
Según su opinión, los estudios grandes son los que salen peor parados del asunto, ya que la tecnología permite a los pequeños y medianos montar estructuras por menos dinero. Y acaba afectando a la calidad del sonido: 'Primero, la gente de los estudios de grabación ya no somos tan técnicos como antes, en que se necesitaba un exigente aprendizaje. Ahora vamos avanzando a partir de errores. Yo es que soy muy fan de los viejos estudios y los ingenieros...', confiesa.
Los estudios caseros funcionan para música electrónica, pero no tanto para acústica
Paco Loco ha trabajado con Bunbury y Sr. Chinarro, y siente lástima por el cierre de estudios como Kirios en Madrid, 'que ya los quisieran en Nueva York', y por otros que 'siguen trabajando pero no como antes, como Torresonido, Audiofilm y Track. Los grandes son difíciles de mantener. En los pequeños, todo lo hacemos nosotros, incluso limpiar'.
Christina Rosenvinge ha grabado en estudios en España y Estados Unidos, y tiene claro que lo de 'grabar en casa depende del tipo de música que hagas. Si haces música acústica, no electrónica, con instrumentos de verdad, es muy difícil y la calidad desde luego sufre. La música acústica no ha avanzado en realidad demasiado: sigue dependiendo de la habitación, la acústica, los micros'.
Según la cantante, 'el pico de calidad musical en las grabaciones se alcanzó en los setenta y las grabaciones digitales han perdido por diversas razones. Una de ellas es la falta de espontaneidad: la música se puede manipular y perfeccionar de una manera que al final resulta muy falsa. Y la perfección va en contra de la expresión. Si coges una batería de Ringo Starr e intentas cuadrarla con una claqueta, no hay ni un solo golpe en su sitio', dice como ejemplo.
También coincide en esto el músico Joe Crepúsculo, que conoce bien lo que es grabar en casa dos discos (que le convirtieron en el artista revelación de 2008) y un tercero en estudio: 'Un grupo de rock, por mucho que uno tenga un estudio casero, siempre tiene que acabar en un estudio profesional: la batería y las voces no suenan igual'.
También para Emilio Quintanilla, director de los estudios CATA de la SGAE, los equipos caseros 'son perfectos para trabajos digitales, pero cuando tratas acústica, baja la calidad. Y eso se nota en los trabajos preproducidos que nos llegan de fuera para que los terminemos: hay que conseguir el mismo efecto por menos de la mitad del dinero que antes'.
En su opinión, la solución es 'aguantar el tirón' y trabajar sabiendo que ahora el consumidor no siempre escucha música pensando en la calidad y con un equipo excelente. 'No es lo mismo ver una película que en una gran pantalla de cine, en la tele de tu casa o en un iPod. Antes, sólo se producía para cine. Ahora, hay que trabajar con calidades medias y bajas en función de las necesidades del cliente', apunta.
“Tampoco es gastarse una millonada en encerrarse un mes para grabar un disco, como se hacía antes, pero tendría que haber un punto intermedio”, dice Rosenvinge sobre el elevado coste de los servicios técnicos y recordando algunas sesiones míticas de grupos de rock. Para Emilio Santamaría, es un problema de números: “Antes podías manejar un presupuesto de 60.000 euros con la mayor naturalidad para grabar un disco. Ahora ronda de 8.000 a 15.000”. Paco Loco apunta más alto: “Los grandes estudios son los responsables de donde estamos ahora. Antes se hacían producciones de un nivel alucinante, se tiraba el dinero de manera brutal, en realidad no se miraba por el dinero: antes eran meses y meses de grabación. Si se corta el grifo, está claro que ya no podemos permitirnos este tipo de cosas, lo que hace que baje la calidad de equipos, de los técnicos que los arreglaban, etc. Igual que se habla de la burbuja inmobiliaria, nosotros hemos tenido la burbuja del sonido”.
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