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Miro Casabella, la voz amordazada de la Nova Canción Galega

Imprimió un sello de calidad musical a las antifranquistas Voces Ceibes, pero fue silenciado y censurado por su compromiso con Galicia, a la que le dedicó el himno oficioso 'O meu país'.

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El cantautor Miro Casabella, autor de 'O meu país'. — Archivo Xan Fraga

madrid, Actualizado:

Cincuenta años ya de O meu país, himno oficioso de Galicia a cargo de Miro Casabella (O Valadouro, 1946), abanderado de las Voces Ceibes que reclamaron la libertad de su tierra a finales de los sesenta, del mismo modo que en otras latitudes lo hicieron Paco Ibáñez, Mikel Laboa, Lluís Llach, Labordeta o Raimon, cuyo concierto en Santiago, el 9 de mayo de 1967, sembró la necesidad de una nueva canción reivindicativa e inconformista en lengua gallega.

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Un año después, la Facultad de Medicina acoge un recital de Benedicto, Vicente Araguas, Xavier, Xerardo Moscoso y Guillermo Rojo. Voces Ceibes a las que se une en diciembre, en el Teatro Capitol, Miro Casabella, quien en 1968 residía en Barcelona, donde estudiaba Arquitectura Técnica. Allí entabló relación con la Nova Cançó y grabó los epés Miro canta as súas canciós y Miro canta Cantigas de Escarnho e Mal Dizer, editados por Edigsa-Xistral.

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Los rigores de la dictadura y la falta de infraestructuras dificultan la organización de conciertos, aunque Miro Casabella figura en el cartel de la fiesta del Partido Comunista Francés celebrada en París en 1971, acompañado de Joan Báez o Paco Ibáñez, con quien trabaría una estrecha amistad. Otras voces libres actúan en Portugal junto a José Zeca Afonso, como Benedicto, quien se va de gira a Suiza, Alemania e Italia con Xerardo Moscoso y Bibiano, incorporado al grupo junto a Suso Vaamonde.

"Miro Casabella le aportó calidad a ese movimiento reivindicativo. Más allá del contenido político, su interés por el aspecto musical lo llevaría por otros derroteros", explica el historiador Xan Fraga, quien destaca la contribución de su voz —"potente y clara, dulce y aterciopelada"— y de su capacidad de síntesis de los grandes poetas gallegos: de Airas Nunes a Alfonso X, de Rosalía de Castro a Ramón Cabanillas, Celso Emilio Ferreiro, Manuel María, Uxío Novoneyra, Bernardino Graña o Marica Campo.

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El autor del libro Miro Casabella e a Nova Canción Galega (Galaxia) traza un preciso perfil del cantautor lucense, cuyos encuentros en Barcelona con Manuel María o Xoán Manuel Casado fueron determinantes. El primero le habla de Voces Ceibes y media para que Claudio Martí publique su primer disco en Edigsa. El segundo, fallecido hace ahora veinte años, le presta el poema con el que erige O meu país. Asimismo, Basilio Losada le presenta a Paco Ibáñez y este, al cantautor portugués Luis Cilia, con quienes actuará.

Hace la mili en A Coruña, profundiza en su formación musical y se interesa por las cantigas y la música popular. "Aunque fue un estudioso de las cantigas medievales, hizo un recorrido por la literatura gallega y se especializó en los romances de ciego, una tradición que le venía de su abuelo", añade Xan Fraga, quien destaca sus conciertos junto a Lluís Llach, Pi de la Serra, Zeca Afonso o María del Mar Bonet, así como su labor de recuperación de la zanfona, la dinamización de la música celta y el oficio de lutier, pues construye arpas.

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"Sin embargo, una de sus canciones más populares, Romance de cego (Castrelo de Miño), le costó la censura, que llega hasta hoy a nivel mediático. En ella, denuncia la construcción de un embalse en la localidad ourensana y se enfrenta a Pedro Barrié de la Maza, conde de Fenosa y una de las personas más importantes de Galicia", comenta Xan Fraga. Rebautizado Pedro el Inundador —de aquellas fértiles tierras del Ribeiro—, la letra deja claro que el banquero y empresario es amigo de Franco, "o rei todopoderoso, Paco o executador".

Benedicto, Raimon y Miro Casabella (derecha), en la Universidad Autónoma de Madrid. — Archivo Xan Fraga

El autor de Miro Casabella e a Nova Canción Galega lamenta que no llegase a publicar muchas de sus canciones, que darían para varios elepés. "Por una parte, en la Galicia de la transición no cuajó una industria musical, pese a algunos intentos, y las grandes multinacionales estaban en otro contexto. Por otra, participó en todo tipo de actos reivindicativos y sobre él cayó un manto de silencio, pese a que nunca dejó de actuar", añade el historiador.

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"Concellos y Diputaciones abandonaron a un músico extraordinario, el cantautor por excelencia de Galicia. Y todavía hoy todavía está pagando su compromiso, pese a su actitud cívica, con los conflictos históricos del país, de ahí su ausencia en la prensa oficial y en la TVG", critica Xan Fraga. "De hecho, Raimon me comentó en una ocasión que a él le habría pasado lo mismo que a él si siguiese viviendo en Valencia. Es decir, sería ignorado y censurado, de ahí que decidiese abrirse paso en Catalunya y en Francia".

Miro Casabella, junto a José Zeca Afonso y Paco Ibáñez. — Archivo Xan Fraga

O meu país figura en un single publicado por EMI en 1972, presentado en la galería Sargadelos de Barcelona "por insistencia de su admirador Isaac Díaz Pardo, uno de sus baluartes". También sería incluido en el elepé Ti, Galiza (Ariola), al que le seguiría en 1978 Treboada. Luego, el "largo silencio" hasta Orvallo (Picap), que no llegaría hasta 2004. "Dejó atrás Voces Ceibes porque pensaba que había que dar un paso adelante, pues estaba convencido de que la calidad musical ayudaba y prestigiaba la batalla política", añade.

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Xan Fraga, quien lo considera un "modernizador" de la canción gallega, insiste en la vigencia de O meu país en su 50º aniversario: "Define su voz y su estilo. Es un himno y yo diría que la mejor canción gallega de la historia, una apreciación con la que coincide Bieito Romero, cuyo grupo, Luar na Lubre, la versionó en el disco Hai un paraíso. Un poema extraordinario de Xoán Manuel Casado que dialoga con el himno gallego de Eduardo Pondal y con los versos de Penélope, un canto a Galicia de Xosé María Díaz Castro".

Miembro del grupo DOA, con el que publicó O son da estrela escura en 1979 y giró por Europa y Norteamérica, Miro Casavella no dejó de dar conciertos hasta los años ochenta. Reaparecería, dos décadas después, en un festival organizado por la plataforma Nunca Máis en Guitiriz, al que le seguirían otras actuaciones tras la publicación de Orvallo.

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Xan Fraga matiza su aura de "cantautor rebelde" y de estandarte de la canción protesta: "No es del todo cierto, porque ha musicado canciones de todo tipo, con letras que hablan del amor, el pacifismo o la ecología". Nunca dejará, en todo caso, de ser un verso suelto y una voz libre.

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