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El Mirador torre Glòries invita a observar a Barcelona de una manera diferente

El emblemático edificio de la capital catalana se abre al público este viernes con un mirador único que ofrece unas vistas privilegiadas de la ciudad y una pieza transitable del artista Tomás Saraceno.

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Un visitante contempla las vistas de la ciudad (Sagrada Familia y la avenida Diagonal a la izquierda), del mirador de la torre Glòries. — Pau Cortina / ACN

barcelona, Actualizado:

La torre Glòries, el edificio más fotografiado de Barcelona después de la Sagrada Familia, se abre a los visitantes este viernes ofreciendo una propuesta única en la ciudad: el Mirador torre Glòries. Se trata de un mirador dividido en dos partes que aparentemente puede parecer que no casan, pero que después de gozarlas provocan el mismo efecto: las ganas de mirar más allá de lo que se ve a primera vista.

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Una vez comprada la entrada (el precio oscila entre los 15 y los 25 euros), la visita arranca en la planta menos 1 del edificio donde se ubica el Hipermirador. Vertebrado por cuatro instalaciones audiovisuales y una pieza de música generativa firmada por Maria Arnal y John Talabot, el hipermirador utiliza el arte, la tecnología y la divulgación científica, para explorar el metabolismo urbano de Barcelona. El mensaje de todo ello está claro: Barcelona no es sólo de las personas, los miles de organismos de materias diferentes que se interconectan también forman parte del ecosistema urbano, sean pájaros, redes wifi o los satélites que ocupan el cielo.

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El artista Tomás Saraceno en la instalación que ha creado dentro del mirador. — L.P.

Vista esta propuesta comisariada por José Luis de Vicente, un ascensor —que tarda apenas medio minuto— transporta al visitante a la planta 30 de la torre. En este punto, la cosa va más allá de encontrar unas vistas exclusivas de la ciudad. "Queríamos hacer un espacio para mirar a Barcelona y la idea de tomar partido en esta situación de cambio climático y de crisis post covid estaba allí. No podíamos ofrecer una mirada pasiva y antropocéntrica", explica David Xirau, director de Mediapro Exhibitions, empresa responsable de la gestión del espacio expositivo de este edificio diseñado por los arquitectos Jean Nouvel y Fermín Vázquez, y adquirido por Merlin Properties en 2017.

Perspectiva de 360 grados de la ciudad

El mirador ofrece una perspectiva de 360 grados de la ciudad, y realmente las vistas son privilegiadas. A 125 metros de altura curioseando el entramado urbano y la orografía barcelonesa se entiende porque Ildefons Cerdà consideraba la plaça de les Glòries el centro real de Barcelona. ¿Y qué preside la cúpula de esa emblemática torre? Pues una pieza multisensorial y permanente del artista argentino Tomás Saraceno llamada Cloud Cities Barcelona. La obra es transitable e invita a experimentar con la sensación de sentirse suspendido como en una nube. La ejecución de la pieza, que recuerda también una gran tela de araña (uno de los leitmotifs del artista), ha sido una obra de ingeniería complicadísima, ya que la forman seis kilómetros de cable y 1.200 paneles, que en suspensión pesan 60 toneladas.

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La estructura del argentino Tomás Saraceno en el último piso de la torre Glòries. — Pau Cortina / ACN

Polémica con el artista

Tomás Saraceno (San Miguel de Tucumán (Argentina), 1973) es artista, arquitecto y performer. Su tesis artística está vinculada a repensar las prácticas que perjudican al planeta, por eso sus proyectos procuran fomentar relaciones más recíprocas e interculturales entre especies. De hecho, la rueda de prensa para presentar el mirador acabó convirtiéndose un poco en una performance cuando Saraceno rompió el formato convencional del acto, se sentó entre los periodistas y puso en marcha una arenga sobre cómo ocupamos los espacios y sobre los porqués del acceso a la pieza.

La normativa, hasta el momento, no permite que accedan menores de 16 años, detalle que contraría profundamente al artista que desea que pueda subir todo el mundo sin pagar. A Saraceno le gustaría que el mirador fuera de los vecinos y que incluso pueda ser un espacio de juego. Tras este cuestionamiento del modelo de explotación del mirador, Javier Zarrabeitia, Senior Advisor de Merlin Properties, recordó que hasta ahora la Torre ha estado cerrada en la ciudad, que es una propiedad privada de una empresa que cotiza en bolsa, que ya se está trabajando para realizar convenios para que todo el mundo pueda permitirse pagar la entrada, y que el proyecto del mirador les ha costado 34 millones de euros, incluidos los honorarios del artista, que no trabaja gratis.

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Dos individus al mirador a l'últim pis de la torre Glòries. — Pau Cortina / ACN

Pueden decirse tantas cosas de las contradicciones de la especie humana… Y Tomás Saraceno que es uno de los artistas más cotizados de la escena contemporánea convive, como todo el mundo, con sus contradicciones. Acabada la rueda de prensa, se vino a conversar un rato con Público encaramado en lo alto de su escultura. Sobre que la torre es una propiedad privada y no un equipamiento público de entrada gratuita comenta que "pueden, si quieren pueden. Hay que decirles que si han hecho este paso gigante, si han comprado este edificio, si han abierto la parte de arriba, que si funciona será un negocio tremendo, pues ya que sean algo más generosos, ¿no?".

El artista para salir del tema de las contradicciones vuelve a la cuestión de la desigualdad social: "Sabemos que existe un desequilibrio y una desigualdad entre el poder económico de unos pocos con el del 99% de la población, y ese desequilibrio es gigante, es abismal, así que comparar a los poderosos con el resto me parece ridículo. ¿Sabes el tiempo que dedicó a esto? 5 años y si lo cuento, perdí plata".

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Elementos de la instalación artística en el "Hipermirador de Barcelona", en la planta -1 de la torre Glòries. — Pau Cortina / ACN

Saraceno que de pequeño quedó fascinado por las telarañas no hace obras que no se puedan tocar ni vivir, y asegura que sigue obsesionado por la idea de "cuánto puede el arte influenciar sobre cómo vivimos". En su opinión, incluso una criatura de 5 años podría subir a jugar en lo alto de su Cloud Cities Barcelona, porque considera "que lo único que hay que hacer son los testeos con todos los organismos, no es tanto algo de edad como de altura mínima y de capacidad motriz".

Una vez dentro de la pieza de Tomás Saraceno, el visitante se descubre moviéndose de otra manera, y es en este moverse diferente donde Saraceno cree que quizás también pueden salir formas de pensar más integrativas y respetuosas. Escuchándolo es inevitable pensar en la idea de la ciudad entendida como un holobionte que plantea el Hipermirador, y ver a la ciudad como un organismo vivo en constante transformación, como nosotros mismos.

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