Los cinco mejores documentales de la historia del rock y la gran serie que no debes perderte
Estos son los 'rockumentales' imprescindibles, según el periodista Xavier Valiño, quien amplía la selección a un centenar en su nuevo libro tras hacer lo propio con 'Las 100 mejores películas del rock'.
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madrid, Actualizado:
El periodista Xavier Valiño (Cospeito, 1965) regresa a las estanterías con un nuevo tratado musical, Los 100 mejores documentales del rock (Efe Eme), una escogida selección en la que fue desechando candidatos por el camino debido a la necesidad de limitarlos a un centenar. Una cifra redonda a la que ya se había ajustado en Las 100 mejores películas del rock y que tendrá que rebajar —por una razón de escasez— en una futura entrega que se centrará en la producción cinematográfica y audiovisual española.
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Xavier Valiño ya había publicado libros tan interesantes como Escenas olvidadas. La historia oral de Golpes Bajos o necesarios como Veneno en dosis camufladas, una ardua investigación que lo llevó a visitar durante años archivos y hemerotecas en busca de los discos censurados por el franquismo. Ahora, prosigue con su afán completista —iniciado con dos volúmenes sobre las portadas de discos esenciales—, aunque en estas líneas se limita a analizar los cinco mejores documentales y la gran serie televisiva de la historia del rock.
Como ha escogido uno por década, desde los sesenta hasta la actualidad, se quedan fuera algunos que sí figuran en su libro. Entre ellos, Let's Get Lost, sobre Chet Baker, "el mejor documental de jazz filmado hasta el momento", y Singer Presents... Elvis, popularmente conocido como '68 Comeback Special: "Después de una treintena de películas mediocres, de las que apenas salvaría tres o cuatro, este especial televisivo reavivó su carrera, le hizo recobrar su reputación y abrió su etapa de las grandes giras", afirma el crítico musical.
Dont Look Back
El director D.A. Pennebaker retrata a un Bob Dylan arisco y magnético en Dont Look Back (1967), un documental por el que desfilan Marianne Faithfull, Allen Gingsberg o John Mayall. "Presenta a Dylan de forma poco halagadora fuera del escenario. Su actitud es la de una persona arrogante, insolente y engreída, aunque también carismática y atractiva, que trata con desdén a los periodistas, a sus seguidores, al cantautor Donovan, a sus amigos e incluso a Joan Baez, su pareja", escribe Xavier Valiño.
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El crítico musical valora que sea "el primer documental de cinéma verité emparejado con el mundo de la música" en una década, los sesenta, en las que los directores todavía no habían dirigido su mirada hacia las actuaciones en directo. "Pennebaker recogió el espíritu de aquella gira del cantautor estadounidense por Inglaterra con sus aciertos y sus defectos, porque no se esconde nada. Se le ve egocéntrico y despistado, trata mal a la gente, pero al mismo tiempo tiene mucho carisma y es electrizante, lo que no es fácil de plasmar en un documental", opina.
Xavier Valiño reconoce que en su libro podría haber analizado otros dos documentales sobre Bob Dylan, No Direction Home y Rolling Thunder Revue, ambos dirigidos por Martin Scorsese, aunque decidió elegir solo una película por artista. "Al final, opté por este porque es el origen de los documentales musicales y porque sentó un precedente, ya que se aleja de los bustos parlantes y del mero registro de un concierto, lo que lo hace distinto", añade el crítico, quien trufa cada texto con anécdotas jugosas.
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Así, cuando el director se dio cuenta de que el mánager de Dylan y los distribuidores no tenían ningún interés en que el documental fuese estrenado en los cines, se buscó la vida y dio con un gerente de una cadena de salas X que se mostró dispuesto a exhibirla. "Parece una película pornográfica, pero no lo es", le confesó a Pennebaker. "Es precisamente lo que estoy buscando".
El último vals
Robbie Robertson, guitarrista y compositor de The Band, persiguió a Martin Scorsese para que grabase un rockumental sobre su grupo, infructuosamente. Hasta que le dijo que Van Morrison participaría en el proyecto, lo que convenció al cineasta. El último vals (1978) registra la postrera actuación de la banda. "Bien se podría considerar ese último pase como un funeral en vida, como un sepelio festivo de los que se celebran en Nueva Orleans", escribe Valiño, quien cita las palabras del director musical del bolo, John Simon: "No es una película de un concierto, sino una película sobre un concierto".
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"Scorsese planeó todo al milímetro, a diferencia de lo que sucedió en el Dont Look Back sobre Bob Dylan, quien tardó en confirmar que participaría en la actuación, por lo que el director al final sí se vio obligado a improvisar", añade el autor del libro. "Junto a Stop Making Sense, es el concierto mejor filmado, lo que lo convierte en un documental canónico que ha servido de modelo para todos los que han venido detrás, aunque aquí también hay citas y entrevistas". Así, además de los miembros de The Band, en el reparto figuran Joni Mitchell, Emmylou Harris o los citados Van Morrison y Dylan, quien había contado con Robbie Robertson y compañía como grupo de acompañamiento.
Las canciones no siguen un orden cronológico. Es decir, no se ajustan al setlist, sino que Scorsese, un orfebre, engarza música y entrevistas, en busca de un hilo narrativo. Una minuciosa labor de montaje, en el que tuvo que depurar algún detalle, como recuerda Valiño en el libro: "Uno de los primeros retoques que hace es eliminar con técnicas de rotoscopia la cocaína que aparecía en un momento dado cayendo de la nariz de Neil Young". Robertson, con capacidad de decisión en el montaje, confesaría más tarde: "Fue la cocaína más cara que jamás compré".
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Stop Making Sense
"Es el Ciudadano Kane de las películas musicales, el mejor concierto jamás filmado. El espectáculo, concebido por David Byrne con unos minuciosos bocetos y un completo storyboard, ya se había podido ver en directo antes", escribe Valiño. La actuación de Talking Heads en realidad fueron tres. De las mejores tomas nació Stop Making Sense (1984), documental sobre la banda neoyorquina dirigido por Jonathan Demme, aunque Byrne fue su ideólogo.
"Tiene tanto mérito como el director, pues él había proyectado así su directo y luego decidió grabarlo para que quedase para la posteridad", explica Valiño, quien describe con emoción el comienzo del concierto. En Los 100 mejores documentales del rock, enumera por qué es un filme único: "Todo se reduce a su actuación, al poder de la música, al vitalismo y energía que desprende. No hay entrevistas, no hay repaso a su trayectoria, no hay material de archivo, no hay imágenes entre bastidores".
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Anvil. El sueño de una banda de rock
Una cinta descacharrante que hace dudar al espectador: ¿es cierto lo que estoy viendo o es todo una coña? No, no se trata de un mockumentary, aunque pueda parecer un falso documental. El argumento (real): Anvil es una banda canadiense de heavy metal que, tras codearse en los escenarios con Scorpions o Bon Jovi, pasa a tocar ante un puñado de espectadores debido a un cúmulo de mala suerte y situaciones rocambolescas.
Veintipico años después de conocerlos, su autoproclamado mayor fan británico, Sacha Gervasi, les propone rodar Anvil. El sueño de una banda de rock (2008), con unas consecuencias imprevisibles. "Es uno de los mejores documentales de todos los géneros. Mientras Whitesnake y otras bandas con las que habían compartido cartel tenían un gran éxito, ellos no levantaban cabeza. Sin embargo, pese a que actuaban ante pocas personas, seguían con la misma pasión que en los comienzos, convencidos de que con sus canciones alcanzarían la fama", comenta Xavier Valiño.
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El propio periodista, como otra tanta gente, desconocía la existencia del grupo hasta que vio el documental. "Llegué a pensar que era ficticio. De hecho, se parece a la película This is Spinal Tap, con la que comparte secuencias casi similares", añade Valiño. "Lo único bueno para la banda es que, a raíz del estreno, no volvieron a tocar para 40.000 personas, pero sí lograron hacerlo para más de cien", ironiza el crítico musical, convencido de que a veces las grandes historias están protagonizadas por perdedores y demás personajes secundarios. "Y si están bien filmadas, resultan incluso más edificantes".
Searching for Sugar Man
El sueco Malik Bendjelloul recorrió durante seis meses Suramérica y África en busca de una gran historia que contar. En Suráfrica, le contaron que un tal Rodríguez, del que nadie sabía nada, había tenido un éxito impresionante, pese a que en Estados Unidos era un perfecto desconocido. ¿Quién era el autor de dos discos que pasaron sin pena ni gloria, pero que triunfaron a miles de kilómetros de distancia, burlando la censura?
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Bendjelloul le sigue la pista y el relato de su búsqueda se convierte en el maravilloso Searching for Sugar Man (2012). Encima, Rodríguez era un óptimo cantante y compositor. "Tenía buenas canciones, aunque en su época había una inflación de artistas que se movían en esas coordenadas. Y, pese a haber nacido en Detroit, quizás se le prestase menos atención por ser de origen mexicano", especula Valiño.
"Pasó desapercibido hasta que un disco pirata llegó a Suráfrica, donde cosechó un gran éxito y alimentó el movimiento antiapartheid. Sin embargo, no había rastro de Sixto Díaz Rodríguez y una de las leyendas que circulaban sobre él decía que se había inmolado en directo, prendiéndose fuego", recuerda el periodista, quien cree que la forma de plantear su historia, recreando la investigación para encontrarlo, es uno de los méritos del documental.
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En el libro también enumera otros factores extramusicales que contribuyeron a la difusión de la cinta, que obtuvo numerosos premios: "La figura de un creador maldito, el formato de investigación sobre su vida deudora del cine negro y la recompensa final e inesperada para un hombre humilde y agradecido". Pese a que el director hace alguna trampa, pues omite su éxito en Australia, el resultado es una película, en palabras de Valiño, "que a todos nos conmueve".
The Beatles Anthology
"El resultado final es más una celebración diplomática de su leyenda que una historia definitiva de la historia del grupo", escribe Valiño. Quiere decir que, muerto John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr cuentan la historia de The Beatles sin pisar callos para no liarla, no fuese a ser que despertasen viejos fantasmas. No así Lennon, pues sus declaraciones habían sido grabadas cuando tenía menos de treinta años, por lo que no se la coge con papel de fumar.
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Dirigida por Bob Smeaton y Geoff Wonfor, la serie The Beatles Anthology (1995), resulta "deslumbrante cuando recoge sus actuaciones en el escenario", aunque "no es el documental perfecto que debería haber sido", opina el crítico musical. "Demasiado complaciente con ellos. Quizás no se han hecho ciertas preguntas o no se han incluido algunas respuestas. Ahora bien, la historia de los Beatles está muy bien contada y, a la postre, es uno de los mejores documentales clásicos, cronológicos y con entrevistas a los protagonistas, mezcladas con canciones y material de archivo", añade Valiño.
Define las diez horas que dura esta miniserie, si se le suman los discos y el libro, como un "producto total" y de mayor entidad que Get Back. "Esta se limita a un momento concreto, aunque es curioso ver cómo componen las canciones. En cambio, si no te interesan la música o The Beatles, resulta más moroso y lento", comenta Valiño, quien estima que "el fallo de The Beatles Anthology es no haber metido el dedo en la llaga".