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Mauro Entrialgo: "Cuanto más hijos de puta y más se metan con los pobres, más se admira a los millonarios"

El viñetista publica su primer ensayo, 'Malismo' (Capitán Swing), donde analiza el fenómeno del poderoso que hace alarde de su vileza para obtener un beneficio.

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Mauro Entrialgo, autor del libro 'Malismo' (Capitán Swing). — Cristina Candel

madrid, Actualizado:

Mauro Entrialgo (Vitoria, 1965) lleva décadas trazando en sus viñetas y cómics el retrato social y político de su tiempo, pero ahora se ha pasado al ensayo para analizar el fenómeno del malote con poder —sea político, millonario, religioso o influencer— que hace alarde de su vileza para ganar votos, dinero, almas o likes. Un libro corrosivo y mordaz, pero también ocurrente y muy simpático, como de costumbre: Malismo. La ostentación del mal como propaganda (Capitán Swing).

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¿Quién es el malo malísimo del malismo?

Donald Trump. Ahora bien, quien utiliza el mal no siempre es una persona muy mala, porque también hay imitadores: gente que se ha dado cuenta de que la estrategia consistente en hacerte el malo produce beneficios, por lo que se hace pasar por más mala de lo que es. Véanse los columnistas de extremo centro malistas que escriben unas barbaridades que no se las creen ni ellos, pero que buscan tener repercusión y relevancia en las redes sociales. En todo caso, Trump utiliza un malismo segmentado.

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Igual que sucede en España con Vox y el PP, que modulan el mensaje en función del público al que se dirigen.

Porque aquí el malismo todavía no está tan asentado, aunque a veces pega un salto del anonimato de las redes a los micrófonos de los grandes medios. De hecho, hay gente que cree que el "Que te vote Txapote" es de Isabel Díaz Ayuso, cuando en realidad ella solo fue la primera persona con nombres, apellidos y responsabilidad política que se atrevió a decirlo en público. Bueno, la segunda, porque la primera fue Chema de la Cierva, hijo del pseudohistoriador franquista Ricardo de la Cierva.

¿A usted le gusta la fruta?

Ese fue un lema creado de forma improvisada, por eso tuvo unos resultados electores muchísimo peores. Su momento cumbre fue la cena de Navidad del Partido Popular de Madrid, donde regalaron cestas de fruta a varios afiliados. Un mensaje muy confuso: ¿acaso les estaban llamando hijos de puta a sus compañeros de partido? [risas]

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"Que te vote Txapote" es puro malismo, porque no repara en las víctimas del terrorismo ni en sus familiares. Un eslogan que, por cierto, el PP le birló a Vox, aunque usted sostiene que estos lemas pueden desinflarse o desactivarse si el contrario se apropia de ellos, caso de Perro Sanxe.

Eso ha sucedido toda la vida, porque antes punk equivalía a maloliente y antiguamente cristiano era un término insultante. Es fascinante cómo reaccionaron desde la derecha cuando el ministro socialista Óscar Puente decidió ser malista al responderles igual: "Me gusta la fruta". De repente, estaban indignadísimos.

Cada día resulta más difícil la práctica del malismo porque la sociedad ha desarrollado tolerancia. ¿Quién ha tocado techo?

De momento no se ha tocado techo y puede ir a más. Por ejemplo, ahora mismo hay gente que está justificando el asesinato de niños en Palestina, algo muy loco. En todo caso, hay una competición clara entre los columnistas de extremo centro para ver quién dice la mayor barbaridad, porque meterse con las mujeres y con el feminismo ya es mainstream. Se trata de decir la burrada más gorda.

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¿Y quién es la mala malísima?

Ayuso usa mucho el malismo, aunque también utiliza la propaganda segmentada y a veces apaña alguna barbaridad que ha dicho: "Hice algo malo, pero por un bien mayor".

Durante la pandemia, la presidenta de la Comunidad de Madrid llegó a calificar como "mantenidos subvencionados" a los ciudadanos que recurrían a las colas del hambre: el malismo antipobres.

Hay gente con mucho dinero que se ha apropiado del concepto de irreverencia, cuando no puedes ser irreverente si perteneces a los de arriba. El desacato es la falta de respeto debido a los superiores. En cambio, si un superior te insulta a ti, es un sinvergüenza por aprovecharse del más débil. O sea, si Elon Musk insulta a una minoría, no es irreverencia, sino malismo.

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Portada del ensayo 'Malismo' (Capitán Swing), de Mauro Entrialgo. — Cristina Candel

La realidad malista ha superado a la ficción viñetística. Por eso va a matar al cabroncete Herminio Bolaextra, su personaje más exitoso.

Nunca oculté que fuese un hijo de puta, aunque irreverente y de bajo nivel. De hecho, su libro más popular es Cómo convertirse en un hijo de puta. Sin embargo, Herminio rompe mobiliario urbano, pero no destroza un barrio regalándose a los fondos buitre. Ese sí que es el verdadero hijo de puta.

No solo está de moda la aporafobia, sino que también se aplaude al multimillonario que estafa, sostiene usted.

Cuanto más hijos de puta y más se metan con los pobres, más se admira a los millonarios. Mientras que Bill Gates o George Soros reciben críticas por sus acciones benéficas, Donald Trump o Elon Musk son aplaudidos por las barbaridades que dicen.

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Si nos remontamos al malismo prehistórico, en 2007 José María Aznar criticó las recomendaciones de la DGT para moderar el consumo de alcohol: "¿Quién te ha dicho a ti las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber?". ¿Un pionero?

Y lo enlazaba con un rollo liberal costumbrista, aunque no sea muy adecuado ir borracho en una máquina de matar como un coche. Es un caso de protomalismo claro. Sin embargo, en aquel momento tuvo mucha oposición. Ahora, en cambio, cualquiera puede repetir el "¡que se jodan!" de Andrea Fabra en el Congreso y no pasa nada [lo pronunció desde la bancada del PP cuando el Gobierno de Mariano Rajoy recortó las prestaciones por desempleo en 2012].

El nombre del yate del rey emérito Juan Carlos también podría ser protomalista: Bribón.

Ojo, porque la embarcación de la infanta Elena de Borbón se llama Alibabá II. No sé cuál fue el Alibabá I, pero no cabe duda de que remite a los cuarenta ladrones…

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"Hoy en día, presentarse como partidario del mal puede dar votos", escribe en su libro. ¿Alvise Pérez es más perverso que Vox?

Alvise intenta diferenciarse de alguna manera. Vox, para no molestar a un sector de su electorado y evitar la sangría de votos, ha tenido que moderar el discurso, callarse ciertas opiniones y no decir todo lo que piensa, hasta el punto de que Federico Jiménez Losantos bautizó a Santiago Abascal como Mudox. Fue evidente durante la pandemia, cuando políticos de Vox omitieron si se habían vacunado para no perder a los nazis del misterio. En cambio, Alvise no se cortó y se metió con las vacunas.

Macarena Olona fue linchada en las redes cuando publicó una foto vacunándose y al exministro del PP García-Margallo le cayó una tunda cuando calificó la Agenda 2030 como "el evangelio".

Para estar en contra de la Agenda 2030 tienes que ser un radical de cojones, porque sus objetivos son el fin de la pobreza, el hambre cero, la educación de calidad, la igualdad de género, etcétera.

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El concepto "nazi del misterio" es todo un hallazgo.

Cuando era joven, las conspiraciones, las pseudoterapias, las ouijas y los ovnis no estaban claramente situados en un espectro ideológico, pero se ubicaban en una izquierda difusa. De repente, el 90% de estos misterios se asocia a la ultraderecha. El otro día, por ejemplo, un invitado al programa de Iker Jiménez se mostró a favor del exterminio de todos los palestinos.

El "nazi del misterio", según usted, surge "de la aleación de dos elementos clásicos de la transición: el criptonazi y el amante del misterio".

Cualquier personaje de la derecha te suelta teorías conspiranoicas y cualquier conspiranoico reconoce que vota, como mínimo, a Vox. Por supuesto, hay nazis que no son del misterio y gente del misterio que no es nazi, pero el conjunto de esa intersección cada vez es mayor.

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Mauro Entrialgo, autor de 'Malismo' (Capitán Swing). — Cristina Candel

Una señal de que se desplazaron los marcos: si un conservador moderado adopta una postura sensata puede ser tachado de extremista; y si un socialdemócrata defiende la educación y la sanidad públicas, pasa por un comunista radical.

Efectivamente, una de las consecuencias del malismo es el desplazamiento del marco de debate hacia la ultraderecha. Es más, en una socialdemocracia normal que disfrutase del estado de bienestar, el malismo no existiría o sería denostado.

¿Dónde ha quedado la imagen de gestor que proyectó Alberto Núñez Feijóo cuando llegó a Génova?

La estrategia de Feijóo es incomprensible, porque no para de dar bandazos. En cambio, Ayuso tiene un perfil político bastante claro: es la indecencia y el malismo.

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¿Llegó a imaginarse en los tiempos de Esperanza Aguirre que Ayuso podría llegar a tener posibilidades de aspirar a la Presidencia del Gobierno?

Es inimaginable, aunque tampoco me creía que alguien así podría ser la presidenta de la Comunidad de Madrid. No sé si soy demasiado optimista, pero me parece imposible que llegue a ser la presidenta del Gobierno, porque la mayoría de la población no es tan chunga. Lejos de aquí, en otras comunidades no tiene futuro.

Si padeces malismo y "deseas muy fuerte curarte, pues te curas". Pregunto.

El libro pretende ponerle nombre a una enfermedad y, a continuación, intentar combatirla.

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¿Pero funcionarían las patrañas del Nuevo Pensamiento y de las iglesias neopentecostales [evangélicos muy retrógrados] como la "curación mental" o la "ley de la atracción", ese falso "si quieres, puedes"?

El Nuevo Pensamiento es algo terrible, porque considera que si te pasa algo malo, tú eres el culpable. O sea, quita la responsabilidad a cualquier institución o gobierno y sitúa el problema en el individuo. Una barbaridad, igual que las iglesias neopentecostales o neocarismáticas que afirman que si eres pobre, tú también eres el culpable, porque no rezas ni crees en Dios lo suficiente.

En su libro también apunta a la religión del 'burpees'.

En todas, la culpa recae en ti. En el caso de Amadeo Llados, eres culpable porque no le pagas lo suficiente o no haces los burpees necesarios.

Hasta el PP de Madrid y Ayuso abrazaron la Iglesia neopentecostal…

Bueno, Ayuso la abrazó con una intención electoral, como podría abrazar a un cocodrilo ardiendo en llamas, si los cocodrilos ardiendo en llamas atrajeran a votantes.

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