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Marwan: "Hay quienes desde su atalaya creen que pueden repartir el carnet de poeta"

"Me parece una basura hacer creer que la poesía es un privilegio y no un derecho". Entrevistamos al cantautor madrileño que regresa con 'Los amores imparables' (Planeta), un poemario diverso en el que busca "cómplices más que lectores".

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El poeta y cantautor Marwan.- JAIRO VARGAS

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El rostro de Marwan (Madrid, 1979) contrasta con la materia prima que moldea en sus versos. Rasgos rotundos los de un tipo que ha consagrado su carrera a escrutar esa cosa insólita que llamamos amor. “Busco desmenuzar sus variables psicológicas para entender por qué nos hace sentir de una forma u otra”, confiesa el poeta. Y lo cierto es que tiene para rato. Las derivadas amorosas pueden ser dispares y copiosas, a fin de cuentas ¿de qué hablamos cuando hablamos de amor?, ¿hablamos acaso de esa patraña con fines reproductivos que la naturaleza se inventó para nosotros?, ¿o de la más elevada expresión del espíritu humano?, ¿hablamos de margaritas, unicornios y mariposas?, ¿o del percutir ufano de un par de acólitos rebozados en eme?, ¿es el amor inseparable de la pasión, la ternura o el afecto?, ¿es posible gestionar con solvencia tremendo batiburrillo sentimental? Queremos saber, Marwan. Ayúdanos.

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"Siento que se me prejuzga y me da pena que me encasillen"

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“Yo creo que es la capacidad de dar desinteresadamente a otra persona, la capacidad de seguir queriendo a alguien a pesar de las circunstancias y a pesar de que haya múltiples cosas que no te gusten y con las que tu ego y tus intereses choquen”, recita casi de carrerilla, como si se santiguara. Parece que se lo sabe. Desconocemos si es la respuesta correcta. Desconocemos, de hecho, si hay una solución al problema. Sí sabemos, por contra, que el entrevistado no ha titubeado y que en estos menesteres es una institución. No en vano Marwan es, dentro de ese boom generacional de poesía —llamémosle— confesional (él prefiere la etiqueta pop), uno de sus más distinguidos exponentes: “Siento que se me prejuzga y me da pena que me encasillen, puede que no tenga tanto talento, pero creo que lo que cuento es profundo y que lo hago, además, de un modo muy sencillo”. O deglutido, según se mire.

Marwan durante la entrevista.- JAIRO VARGAS

Y en esas anda Marwan, incómodo con una etiqueta a la que no se resigna, consciente de lo injusto de su encasillamiento como poeta del amor, pero sin renunciar a sus haikus de influjo coelhiano: “Siento que hago poesía desde lo relacional, pero hay gente que se queda en la frase intensita de turno que tuiteo o subo a Instagram”. Ni que decir tiene que sus artilugios poéticos funcionan. 250.000 seguidores atienden ávidos sus redes a la espera de algún brote creativo. Sus aproximaciones a lo amoroso son diversas; las hay que hacen gala de cierta procacidad sexual —"A veces entre el deseo y el arrepentimiento / solo hay un orgasmo de distancia”—, otras trabajan lo belicoso —"Tu nombre es un misil de largo alcance”— las hay juguetonas —“Hay historias que siempre terminan y nunca se acaban”— y, cómo no, también las hay eminentemente románticas —“El amor es una pregunta contestada en otra boca”—.

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"Que seas muy culto y te rías de los incultos no te convierte en una persona noble"

"En realidad hablo mucho de psicología —prosigue— lo que pasa es que lo hago a través del amor porque creo que en el amor se da todo; las relaciones de poder, la generosidad entre los pueblos o entre las personas, los rencores, el entendimiento, la lealtad, la fidelidad… Todas esas emociones donde mejor se dan es en lo individual, de uno a uno". Un ejercicio, el de entregarse al otro que, como apunta el autor, no pasa por uno de sus mejores momentos: "Nuestro modo de relacionarnos con el mundo es cada vez más consumista, antes las relaciones eran mucho más duraderas, luchábamos por mejorar las cosas y ahora nos mueve cambiar de móvil, cambiar de relación, cambiar de todo... Creo que lo que define verdaderamente al amor es ese compromiso, eso que hace que luches cuando las cosas se ponen feas”.

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Tiempos líquidos requieren de amores líquidos. Marwan lo sabe. Entiende ese amor efímero y lo combate como buenamente puede. Sus versos van provistos de esa presteza que marcan los tiempos modernos. Se convierten en canción “por una mera cuestión logística”; si tiene una guitarra a mano lo más probable es que acaben en un disco, de lo contrario los anotará en el borde de un libro o en una servilleta y terminarán en uno de sus poemarios. Prolífico es poco. “Estoy creando constantemente”, dice. “La inspiración existe”, añade. De hecho la tiene más que estudiada; un bloqueo artístico le convirtió en experto en psicología de la creatividad: “Como decía Jung, es como si hubiese un magma en el inconsciente colectivo y de repente te cayera un rayo y ahí lo tienes, frente a tus narices, ese poema que explica un sentimiento que tenías latente”.

El poeta y cantautor Marwan.- JAIRO VARGAS

Nos cuenta que el objetivo cuando escribe, más allá de hablar de su experiencia vital, es el de acompañar a los otros. “Me he trabajado mucho a nivel psicológico y creo que le puedo ser de ayuda a muchos jóvenes, quizá peque de pretencioso, pero así es”. Una labor terapéutica que anhelaba y pudo encontrar el pequeño e inseguro Marwan: “Estaba totalmente perdido, era un niño sobreprotegido y apenas confiaba en mí mismo, encontré en el arte y la creatividad mi modo de conectar con el otro”. La influencia de Ismael Serrano —a quien dedica un poema— fue determinante en ese sentido. “Fuiste puerta, profesor y amigo”, le escribe. “Su música me ayudó mucho, es por esto que me siento en deuda con él y entiendo como un deber la influencia que yo pueda tener sobre otros porque si tienes un poder, tienes una responsabilidad”, zanja parafraseando aquello que le espetaron en su día a Spiderman.

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Locuaz y afable, Marwan solo se enciende cuando sale a colación ese fenómeno poético que junto a otros encabeza y que, de un tiempo a esta parte, les ha valido alguna que otra pulla retórica desde las más altas instancias de la crítica y la poética patria. “Hay quienes desde su atalaya creen que pueden repartir el carnet de poeta, es posible que sea un poeta malo, pero escribo con el mismo amor que tú”. Es entonces cuando el rostro cordial de Marwan se avinagra mientras rememora los vituperios que en su día tuvo que escuchar. “Que seas muy culto y te rías de los incultos no te convierte en una persona noble, es posible que seamos producto de la banalización de la cultura, es posible que haya una poesía más críptica y otra, como la nuestra, más pop, pero hacer pensar que la poesía es un privilegio y no un derecho me parece una basura”.

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