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Una puñalada en el corazón para matar al Canario

Manuel Bohórquez resuelve el asesinato, en 1885, del mítico cantaor malagueño

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Mientras Sevilla se regocijaba bajo un espectacular castillo de fuegos artificiales, el cantaor Juan de la Cruz Reyes Osuna, más conocido por El Canario, encontró la muerte de una certera puñalada en el corazón. Los hechos, que ocurrieron a las puertas del café El Burrero en la madrugada del 13 de agosto de 1885, han sido esclarecidos, 124 años después, por la pericia investigadora del escritor y flamencólogo Manuel Bohórquez.

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Bohórquez acaba de publicar El cartel maldito. Vida y muerte del Canario de Álora, un libro que desvela lo que a su juicio se trata del secreto mejor guardado del flamenco. Para esclarecerlo, el crítico sevillano ha revisado libros, periódicos, añejos legajos judiciales, padrones municipales y documentos sonoros. Las noticias que publicó la prensa se contradecían. Y en los archivos judiciales faltaban piezas sumariales imprescindibles para la reconstrucción de los hechos.

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El título de la obra, El cartel maldito, guarda relación con un afiche del espectáculo ofrecido un mes y medio antes del crimen en ese mismo escenario. Varios de los artistas que figuraban en él tuvieron una muerte violenta. Tras el asesinato del Canario, su imitador, El Canario Chico, murió asesinado de un disparo en la espalda. Y Concha La Peñaranda, también presente aquella noche, de un tiro en la cabeza.

El Canario de Alora así se le conoce porque provenía de dicha ciudad malagueña tenía 28 años en el momento de ser apuñalado con una faca. Pese a su juventud, su prestigio era comparable al de los mejores cantaores de su época. En su investigación, Bohórquez atribuye el crimen a Lorenzo Colomer Ricart, padrastro de la cantaora La Rubia de Málaga. La mujer había sido acosada por El Canario, con el que rivalizaba profesionalmente.

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El asesinato ocurrió a las puertas de la Nevería del Chino, la sucursal de verano del mítico café del Burrero, situado cerca del puente de Triana. Tras una agria disputa entre ambos, Colomert, enfurecido por los celos profesionales de su hija, hundió su cuchillo en el corazón del Canario.

El arma del crimen se encontró entre unos arbustos próximos y, en el momento de su detención, a Colomer se le intervino una navaja y una pistola: "¿Por qué no usó el arma de fuego? se pregunta Bohórquez. Quizá para no llamar la atención. La faca era mucho más silenciosa". A pesar de que el imaginario popular hizo circular numerosas versiones sobre el crimen, Bohórquez cuenta con documentos que refutan la hipótesis de una reyerta y cargan las tintas sobre el asesinato premeditado: "Ya habían discutido antes. Colomer volvió allí y le aguardó a la puerta, entre las sombras de la noche. Al Canario no le dio tiempo a reaccionar".

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A pesar de los bulos que han corrido durante más de un siglo, el asesino fue detenido, juzgado y sentenciado a una pena de doce años y un día de reclusión. También fue condenado a pagar 2.500 pesetas como indemnización a la familia del interfecto. Tras un indulto parcial, se benefició de un indulto general con motivo del nacimiento del rey Alfonso XIII. Al final, Colomer sólo cumplió tres años de prisión.

La Rubia Colomer tal vez llamada Mariquita Sánchez sufrió las consecuencias del caso, ya que, según Bohórquez, "emigró a Madrid para alejarse de Andalucía. La divulgación del crimen de su padrastro la había hundido en un profundo desprestigio social en el sur de España como mujer y artista".

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