“Kafana, basta ya de que sufra el pueblo saharaui”
Los recursos de los refugiados saharauis en el desierto argelino se agotarán en julio. La película documental Kafana da la voz de alarma sobre esta situación y, al mismo tiempo, muestra una sociedad con un sistema público de Salud perfectamente organizado
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Madrid.- Alerta en los campamentos de refugiados saharauis en la hammada argelina. 165.000 personas viven en la zona más inhóspita del desierto, en Tindouf, uno de los campos de refugiados más antiguos del mundo —cuarenta años—. Allí el próximo 1 de julio si no se activa la solidaridad internacional, se habrán agotado las reservas de alimentos y no habrá nada que distribuir entre la población. Una situación desesperada que se muestra en Kafana, nueva película documental de Silvia Venegas y Juan Antonio Moreno, y en la que, al mismo tiempo, se desvela la creación de una estructura social perfectamente organizada, con un admirable sistema público de Salud.
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“La historia hablará de que un pueblo ha sucumbido aquí en la hammada”
Todos los niños saharauis de estos campos, sin excepción, estudian. Han viajado una o dos veces a Europa y, hasta ahora, comen diariamente. Los jóvenes tienen una excelente formación, con licenciaturas en diferentes universidades del mundo. Y en el territorio de la Sanidad pública son un auténtico ejemplo. Hoy existen dos hospitales nacionales, siete regionales y otros dos en territorios liberados. Hay 39 dispensarios y 1.300 trabajadores, entre médicos, auxiliares, enfermeros… Todo ello se debe a la solidaridad internacional, claro está, pero no hubiera sido posible sin la voluntad de un pueblo que, sin embargo, después de cuatro décadas comienza a agotar sus ya exiguas reservas de esperanza. “La historia hablará de que un pueblo ha sucumbido aquí en la hammada”, se lamenta uno de los miembros del gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
“Cada día me muero más de la ansiedad”
Venegas y Moreno recogen la situación de estos refugiados a partir fundamentalmente de la historia de nueve jóvenes trabajadores en el Laboratorio de Producción de Medicamentos de la RASD. Químicos, médicos, biólogos… que hablan varios idiomas y que viven ahora atrapados en medio de un desierto en el que no hay absolutamente nada y sin perspectivas de volver a su tierra. “Cada día me muero más, de la ansiedad, de las ganas de volver”, dice una de estas profesionales, que suplica: “Kafana, kafana y kafana. Por favor, ¡basta ya de que sufra el pueblo saharaui!”.
“Ellos son jóvenes con gran formación que han vuelto a ayudar a su pueblo, a devolverles lo que éste les ha dado, pensando que en poco tiempo regresarían a su tierra. Ahora se sienten prisioneros. Este ‘kafana’, que es la forma árabe de decir ‘basta ya’, es lo que define el sentimiento que tienen”, explican los directores de la película, una coproducción entre su productora Making Doc y medicusmundi Catalunya.
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“Se encuentran solos en medio de la nada”
“Hemos logrado escolarizar a nuestro niños, curar a nuestros enfermos, educar a nuestra gente, con la esperanza de regresar”
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“Ellos esperaban por fin una solución, hacia un lado o hacia otro. Ahora ha cundido la desolación, se encuentran solos, en medio de toda esa arena, de la nada, y la situación es crítica, insostenible”, dicen Juan Antonio Moreno y Silvia Venegas, que reconocen su admiración por este pueblo. “Es un gran ejemplo, porque como sociedad cuando empezaron a construirse en los campos de refugiados su primera prioridad fue la alimentación, la segunda fue la Sanidad y la tercera la Educación. Es sorprendente la estructura que han creado y que la hayan aguantado todo este tiempo”.
“Hemos logrado escolarizar a nuestro niños, curar a nuestros enfermos, educar a nuestra gente, con la esperanza de que algún día podamos regresar”, afirma en un momento de la película Brahim Mojtar, ministro de cooperación de la RASD. Pero Mohamed Lamin Abdi, el director del Laboratorio de Producción de Medicamentos, remata: “A través de la ONU sabemos que no va a haber ninguna solución. Solo nos queda la guerra. Una persona sin tierra no tiene dignidad”.
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