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Juana Capdevielle, la bibliotecaria del Ateneo asesinada por el furor fascista

Secun de la Rosa rinde homenaje a una pionera en la obra teatral 'Los libros ardieron', protagonizada por Natalie Pinot.

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La bibliotecaria Juana Capdevielle, asesinada tras el golpe franquista. — Archivo

madrid, Actualizado:

Fue una de tantas pioneras que sufrió un doble silencio, el de las armas y el de la historia. Juana Capdevielle fue acallada por el fascismo el 18 de agosto de 1936, la misma noche que fusilaron en Granada a Federico García Lorca. Ella se había refugiado en la casa de su amigo Victorino Veiga, diputado de Izquierda Republicana. Allí, en Culleredo, fue arrestada por la Guardia Civil, que la entregó a un escuadrón falangista.

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Del cuerpo de Lorca nunca se supo. El suyo fue encontrado a una hora en coche, lejos del pueblo donde había sido detenida: los matones dejaron atrás la provincia coruñesa y la asesinaron en el kilómetro 526 de la N-VI, ya en tierras lucenses. Su cadáver fue hallado en Rábade. Le habían pegado un tiro en la cabeza y otro en el pecho, aunque quién sabe qué más le hicieron antes de ejecutarla. Juanita estaba embarazada.

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"Corrieron abundantes rumores de que Juana Capdevielle había sido violada", recuerda Paul Preston. "En Galicia fue común someter a las mujeres republicanas a violaciones y palizas, raparles la cabeza, obligarlas a beber aceite de ricino", escribe el historiador en El holocausto español (Debate): "Al parecer, sus verdugos discutieron si envenenarla para provocarle un aborto o tirarla al mar, y por último se decantaron por matarla de un tiro".

¿Y Juana Capdevielle? "Me impactó que un personaje potentísimo fuese tan desconocido teniendo una biografía apasionante", explica Secun de la Rosa, escritor y director de una obra que recupera su figura, mientras reflexiona sobre el olvido. "Ha habido muchas mujeres de las que apenas se ha hablado, pero sabemos que existieron, aunque sea por un aura de malditismo. Ella, en cambio, estaba totalmente sepultada por la historia".

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La actriz Natalie Pinot interpreta a Juana Capdevielle en la obra ‘Los libros ardieron’. — Merçe Lomás

Sin embargo, en 1933 se convirtió en la primera mujer que dirigió una biblioteca universitaria, concretamente la de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid. También la del Ateneo, donde puso todo su empeño para que actuase La Barraca, en la que sería la última función del grupo teatral fundado por Lorca. Además, implantó la clasificación decimal universal y llevó la lectura a los hospitales de la capital, entre otros méritos.

"Ella se empeña en que represente El caballero de Olmedo de Lope de Vega cuando La Barraca ya estaba en el punto de mira, pero antes  había colaborado con otras compañías", recuerda el director de Los libros ardieron, quien confiesa que conoció a Juana Capdevielle cuando el actor Miguel Rellán le propuso hacer una obra en el Ateneo y comenzó a investigar sobre las personalidades vinculadas a la institución.

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Podría haber elegido a la historiadora y política Carmen Llorca, primera y única presidenta del Ateneo, aunque lo sedujo el perfil de una mujer que amaba la cultura sin ser una creadora. "Me cautivaron sus hazañas culturales y su generosidad a la hora de difundir la lectura, pero la faceta que más me conmovió fue la de cuidadora del arte, porque ella estaba alrededor de los grandes poetas y escritores de la generación del 27", añade Secun de la Rosa.

También dio conferencias sobre pedagogía sexual junto a Pío Baroja y Ramón J. Sender, antes de trasladarse en 1936 a Coruña, donde su marido, el abogado Francisco Pérez, apenas ejerció cuatro meses como gobernador civil. Poco después del golpe de Estado, fue fusilado en Punta Herminia, escenario del horror donde Bebel, el rebelde futbolista republicano del Deportivo, orinó al pelotón de fusilamiento antes de morir.

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Acogida en su casa por el poeta Gonzalo López Abente, fue detenida y encarcelada cuando se interesó por el estado de su marido. Lo único que quedaba de él era una carta: "Juana: Has sido lo más hermoso de mi vida. Donde esté y mientras pueda pensar, pensaré en ti. Será como si estuviéramos juntos. Beso tu anillo una vez cada día. Te quiero. Paco. Para Juana Capdevielle, mi querida esposa. Viernes, 24 de julio de 1936, cinco de la madrugada".

Tras la trampa del nuevo gobernador civil, el guardia civil Florentino González Vallés, fue desterrada de A Coruña y, poco después, recibió una orden de deportación. "Fue acusada [sin pruebas] de instigar a su marido para armar a los obreros y contribuir a organizar la resistencia", escribe Paul Preston, quien la define como una "reputada intelectual feminista" y "una mujer que despertaba odios en la derecha local desde antiguo, pues se decía que había inoculado en su esposo opiniones peligrosas".

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Refugiada en la casa del diputado Victorino Veiga, el propio González Vallés ordenó de nuevo su detención, que sería la definitiva, pues fue paseada horas después. Tenía 31 años.

Juana Capdevielle, bibliotecaria asesinada por los falangistas en 1936. — Nomes e Voces

"Juanita era admirada por las nuevas hornadas de mujeres universitarias y una digna representante de su época, la Segunda República", explica Secun de la Rosa, quien eligió a Natalie Pinot para interpretar a la bibliotecaria en Los libros ardieron, que puede verse en el Teatro del Barrio de Madrid los domingos 13, 20 y 27 de octubre.

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Ella y su marido "tenían la mirada de quien entiende la cultura como un bien preciado y necesario para que una sociedad avance", añade el director, quien recuerda que "Juanita fue la mentora de María Casares, pues le enseñó a leer y escribir". Hablamos de la hija del presidente del Consejo de Ministros, Santiago Casares Quiroga, considerada por Secun de la Rosa como "la mejor actriz que dio Europa en los años cuarenta y cincuenta".

¿Cómo un personaje con tantos mimbres es tan desconocido?, se pregunta el director. ¿Por qué no se ha indagado más sobre su vida y su muerte? "Precisamente eso también la hace más interesante, pese a que ni siquiera forma parte del grupo de Las Sinsombrero", cree el autor de Los libros ardieron, quien plantea la obra como un rompecabezas, forzado por las lagunas biográficas en torno a su protagonista, que en ocasiones cubre con licencias poéticas.

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Incluso plantea que el nombramiento de su marido como gobernador civil de A Coruña fue para ella un "caramelito envenenado", porque "amaba más la cultura que la política, aunque era una republicana confesa, una tremenda luchadora y una mujer muy valiente, siempre en primera línea a la hora de defender que se representasen las funciones teatrales". También "una persona a pie de calle, tremendamente generosa en el día a día" a la hora de sembrar cultura entre sus coetáneas, concluye Secun de la Rosa.

Meses después de su asesinato, durante la batalla de Madrid, los libros que tanto mimó en la Facultad de Filosofía y Letras fueron usados como parapetos por las Brigadas Internacionales para protegerse de los ataques de las tropas franquistas. Juanita ya no podía hacer nada, pero su biblioteca, sí. Toda una metáfora: libros que frenan el fascismo.

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