Jack Vettriano, el minero con sueños caribeños
Ignorado en Reino Unido, el pintor escocés ilustra los best sellers europeos
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Jack Vettriano (Fife, Escocia, 1951) es un pintor con ráfagas de melancolía, habilidoso para crear ambientes y personajes (no personalidades) a la espera de algo o de alguien; elegantes hombres y mujeres casi siempre en tránsito, insinuándose.
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Su cuadro El mayordomo cantante se ha convertido en icono del matrimonio entre arte popular y éxito económico, dos conceptos no siempre bien avenidos.
Sus imágenes cubren las portadas de los principales best sellers en países como España e Italia, aunque no en Reino Unido. Nadie es profeta en su tierra. Y menos Jack Vettriano. Un hecho que el artista escocés atribuye a los prejuicios y el esnobismo del sector artístico y editorial británicos. "En Europa me juzgan por mi trabajo, aquí [Gran Bretaña] por otras cosas", recalca.
El pintor pasó de los 25 a los 39 años copiando a El Greco, Dalí, los impresionistas o cualquier gran nombre del arte que se le pusiera por delante. "Copiaba a otros hasta que caí en la cuenta de que, al hacerlo, me estaba enseñando a mí mismo, no tengo reparo alguno en confesar que soy autodidacta y que durante años combinaba el arte con trabajos de todo tipo", cuenta Vettriano a Público con tono de retahíla. No es la primera vez que le preguntan por sus orígenes. "Mi abuelo fue minero, mi padre fue minero, qué iba a ser yo. Mis recuerdos son de vivir con poco dinero y mucho cariño", resume.
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Ese modelo de familia tradicional, tantas veces sinónimo de estabilidad contra los elementos, no se ha reproducido en el caso de Jack Vettriano. Ya no es que su matrimonio no durara mucho. Es que, según reconoce sin rubor alguno, ni siquiera "hubiera podido convivir con mis hijos". Vettriano tampoco ha tenido nunca pareja duradera. Es como los personajes de sus cuadros, está a la expectativa, en busca del amor a través del sexo. Sostiene que "el sexo es una fuerza muy poderosa, y, si no, que le pregunten a Clinton o a Berlusconi".
"El sexo es una fuerza poderosa. Pregúntale a Clinton o a Berlusconi"
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Asegura que viste como las parejas que pinta y que fantasea con ambientes que desconoce. "Cuando estás en un pozo minero cutre sueñas con el Caribe", explica Vettriano, apellido de su abuelo materno, emigrante italiano (había demasiados Jack Hogan dedicados al arte como para llamar la atención del público).
La reina Isabel II le concedió el título de OBE (Oficial del Imperio Británico) por su servicio a las artes a petición del Gobierno. "Cuando fui al Palacio de Buckingham a recoger la medalla me llevé a mis padres. Para ellos, la reina significaba más que para mí, y allí estaba David Beckham, también con sus padres", rememora.
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"El Gobierno no es elitista como ciertos ámbitos del mundo del arte", deduce. Cree que, bien por haber sido minero, bien porque es un artista popular, el mundo del arte o la Tate Modern, la institución que conserva el arte actual británico, nunca le aceptará como legítimo creador. "Mi trabajo no es nuevo, pero gusta al público, si alguien prefiere promocionar una cama sucia sin hacer [velada alusión a Tracey Emin, diva del nuevo arte británico la pasada década], pues, allá ellos", concluye con cierto resentimiento.
"Mis recuerdos familiares: vivir con poco dineroy mucho cariño"
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El mayordomo cantante fue vendido en 1991 por 4.000 euros, y en 2004 por 970.000 euros. Los pósters o postales del cuadro le generan más de medio millón de euros al año. "Cuando haces una obra, enseguida sabes si se reproducirá. Quien no puede comprar un original, disfruta de un póster", añade el pintor, que comercializa su obra sin pasar por los marchantes establecidos. Por eso, también, el sector le tiene ojeriza. "Hay pocos artistas que controlan comercialmente su obra; todos mis ingresos van a una fundación, el día que muera se gastarán en becas para estudiantes necesitados", explica. Le importa el papel de los intermediarios, que otros hagan dinero con su trabajo. Sin embargo, zanja así la conversación: "Sé que ahora mismo, en China o en Tailandia están copiando mis cuadros, eso me da igual, si te plagian es porque gustas. En Nueva York vi la copia de uno de mis cuadros; se vendía por cien dólares".