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La ilustración como herramienta de memoria colectiva

La exposición Caprice des dieux de Òscar Sarramia, en Barcelona, ilustra la historia de Guillem Mas, que sufrió el fascismo y el exilio.

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Òscar Sarramia, fotografiado en su exposición. — Santi Iglesias

barcelona,

El ilustrador Òscar Sarramia no sabía nada de Guillem Mas, pero en una comida familiar de hace cuatro años descubrió la historia de su padrino, el hermano de su abuela.

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El relato le inspiró para crear unas ilustraciones que repasan cronológicamente la trayectoria de Guillem Mas, un hombre que durante quince años (entre 1936 y 1951) sufrió el exilio y el fascismo, pero también la vida trepidante de la Casablanca de 1941.

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De todo esto ha salido la muestra Caprice des dieux, que se puede visitar en el centro cívico Urgell de Barcelona hasta el 20 de julio, y que muy probablemente se podrá visitar en Lleida en unos meses.

"Quería llegar a América, y tiene la mala suerte de equivocarse de barco y termina en Argelia"

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"A pesar de que le conocí -Guillem Mas murió hace veinte años- de pequeño yo sólo sabía tres cosas de mi padrino: que hablaba francés, que había estado en campos de concentración y que había estado en Marruecos", apunta Òscar Sarramia.

El autor se muestra agradecido a los hijos de Mas, que le han facilitado muchísimos detalles que le han permitido hilar las ilustraciones que cuentan la vida de un hombre que, a los dieciocho años, se alistó en la columna Durruti, que luchó en el frente de Aragón y que no tuvo más remedio que atravesar la frontera huyendo del franquismo.

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"Pero en cuanto llega a Francia lo encierran en diferentes campos de concentración, y cuando ya veía que los franceses le entregarían a los nazis, se escapa y se va hacia Marsella. Como muchos, quería llegar a América, y tiene la mala suerte de equivocarse de barco y termina en Argelia", señala Sarramia.

La ilustración que representa a Guillem Mas detenido y a punto de subir a un barco. — Santi Iglesias

"Allí fue a parar a un campo de trabajo, también se fugó y consiguió que le acogieran unos beduinos, atravesó todo Marruecos hasta llegar a Casablanca, en 1941, ¡el mismo año de la película! Y allí se empezó a dedicar al contrabando y al estraperlo", continúa el ilustrador.

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Sarramia narra con fascinación la vida de Mas, "con el primer dinero se hizo un vestido blanco, quería parecer un actor de cine, piense que medía 1,98 metros! Montó varios negocios, hizo mucho dinero, lo detuvieron varias veces, conocía todas las azoteas de Casablanca, era un superviviente".

Acerca del nombre de la exposición, la explicación es sencilla. Guillem Mas llegó a comprarse barcos, y Caprice des dieux era uno de los nombres de las embarcaciones con las que hacía negocios por el norte de África.

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"Volvió a Alcarràs sin un duro, sólo con una maleta y el vestido blanco. Más tarde se casó con una chica del pueblo"

Pero la bonanza se acabó por motivos diversos, y en 1950 desde Tánger dio señales de vida a la familia. Aún conservan el pasaporte en el que ha quedado el testimonio de su viaje en barco de Tánger a Barcelona.

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"Volvió a Alcarràs (municipio de Lleida) sin un duro, sólo con una maleta y el vestido blanco. Más tarde se casó con una chica del pueblo y montó una ferretería, la Ferretería Mas que hoy todavía está abierta", apunta Sarramia.

La ilustración que muestra el periplo de Guillem Mas por Marruecos. — Santi Iglesias

El periplo de Guillem Mas se añade a la larga lista de personas que pese a sobrevivir a todas las vicisitudes del migrante tuvieron que afrontar la incomprensión de volver a un país que ya no era el suyo. Por eso, a Òscar Sarramia le gusta reivindicar la ilustración como una herramienta de memoria colectiva.

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"La memoria histórica es un tema individual y colectivo a la vez. Y la ilustración es un medio fantástico, infinito, porque une la parte gráfica, el lenguaje cinematográfico y une muchos campos artísticos" argumenta el ilustrador, que trabajará con ahínco para conseguir publicar un libro con la historia de Guillem Mas.

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