Un guerrillero en Hollywood
Steven Soderbergh defiende 'Che, el argentino', biopic sobre el legendario guerrillero
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A los 26 años, Steven Soderbergh se convirtió en el salvador del cine independiente con Sexo, mentiras y cintas de vídeo (1989), ganadora de la Palma de Oro en Cannes. Sus posteriores batacazos artísticos le sirvieron para forjarse una nueva identidad dentro de la industria: filmaría proyectos comerciales para financiarse los más arriesgados, en una estrategia guerrillera cuya particular toma de La Habana se produjo en 2000, tras estrenar Eric Brockovich, vehículo para el lucimiento de Julia Roberts, y Traffic. El resultado: 250 millones de recaudación y Oscar al mejor director. ¿Había encontrado la fórmula mágica para combinar arte y comercio?
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Desde luego, osadía no le falta: tras haber rodado algunas de las películas más extrañas de Hollywood, Soderbergh ha conseguido 70 millones de dólares para financiar su nuevo proyecto: Che, el argentino, primera parte de un díptico sobre la figura del guerrillero que dura cuatro horas y media y está rodado en español. La película se exhibirá en dos partes. Soderbergh, que estuvo en Madrid defendiendo Che, el argentino, que se estrena el viernes en nuestras pantallas, explica la partición: "La gente no tiene tiempo para pasar toda un tarde en el cine", afirma. No obstante, según Soderbergh, los dos filmes son bastante diferentes: "Che, el Argentino, trata sobre la campaña de Cuba y Guerrilla, sobre la de Bolivia. Las diferencias históricas son claras. Las dos películas tienen una energía y un estilo antagónicos".
El cineasta asegura que "nunca había tenido tantos problemas para financiar un filme". Entre otras cosas, porque la película no está rodada en inglés. El actor Carlos Bardem, que interpreta a un guerrillero, contaba que al principio del rodaje Soderbergh les reunió para echarles un discurso en español. Explicó que era una película sobre los últimos idealistas. Algunos de los actores cubanos rompieron a llorar. El desconcierto llegó cuando se enteraron de que Soderbergh no habla español. ¡Se lo había aprendido de memoria! En efecto, el director parece haber disfrutado con la experiencia de rodar en español. "Trabajar en un idioma ajeno es maravilloso. Es parecido a escuchar una canción. Afilas la percepción para que los sonidos te permitan identificar si algo está bien dicho", afirma.
Pese a que a se le ha acusado de ofrecer una visión benevolente del guerrillero, Soderbergh asegura haber actuado como siempre. "Cuando hago una película, apoyo a todos los personajes. Es mi obligación respetar su punto de vista", afirma. "No tengo ninguna conexión personal con el Che pero admiro su coraje para mantenerse firme en sus convicciones. A muchos nos enfurecen las injusticias pero cuando se nos pasa el enfado... El Che no era un hombre normal. Es un material dramático muy bueno".
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Che, el argentino, concluye justo antes de la entrada de la guerrilla en La Habana. La película evita las escenas triunfales, la coronación del mito. Más allá de la épica grandilocuente de ciertos biopics históricos, Soderbergh ha optado por un retrato pausado y naturalista sobre la evolución de un personaje. La película no es precisamente un thriller político con explosiones y suspense, lo que podría perjudicar su carrera comercial, algo que no parece preocuparle.
Es más, Soderbergh tampoco cree que la revolución no sea un tema taquillero. "No creo que el contenido político de la película sea un problema. Como ejercicio capitalista creo que va a encontrar su audiencia. Hay jóvenes que tienen curiosidad por entender más sobre esa persona cuya imagen conocen. Mi hija de 17 años ha estudiado la Revolución Cubana... pero sabe muy poquito, igual que yo hasta hace poco. Desde un estricto sentido comercial, lo que tenemos aquí es una película con una marca perfecta: ¿quién no conoce al Che? El filme trata de desvelar el misterio del origen del mito", asegura. Ahora queda por aclarar otra cosa. ¿Quieren los jóvenes conocer a fondo a un mito del tiempo de sus padres?