Gigantes El imperio de los Guerrero salta por los aires en la segunda temporada de ‘Gigantes’
Seis meses después de la irrupción de la familia Guerrero en el mundo de las series españolas, esta vuelve a Movistar+ con una segunda y última temporada de ‘Gigantes’ en la que, según Daniel Grao, “se doblan las apuestas” y hay “más colores”.
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madrid,
Ese mundo masculino, oscuro, violento y cruel dibujado por Enrique Urbizu, Michel Gaztambide y Miguel Barros en Gigantes regresa a Movistar+ con seis nuevos episodios que cerrarán la historia de un clan que ha vivido tiempos mejores, pero que se resiste a dejar ir lo que considera que es suyo por derecho. Sin embargo, algo ha cambiado.
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Siguen siendo temidos, pero su imperio está tocando a su fin. Se ven acorralados por sus enemigos y por el ahínco de una agente de policía, Márquez, con ansias de justicia. Una agonía que los personajes femeninos, que cobran más fuerza, aprovechan para dar un paso al frente y reclamar un mayor protagonismo. Un traspaso que se hace de forma orgánica y a lo que contribuye un aumento de la presencia de mujeres procedentes, como explica Isak Férriz en la entrevista con Público de una gran parte del equipo, de “distintos espectros de la sociedad y con distintas funciones”.
En la familia Guerrero se ostenta esa imagen del poderoso, del estar por encima del bien y del mal, de verse siempre arropados por sus acólitos y secuaces. Aunque la realidad es bien distinta, no se tienen más que así mismos. Todos y cada uno de ellos. Un sentimiento, el de la soledad, que no es exclusivo de su apellido. El resto de personajes también viven sumidos en ella. Algo que tanto Urbizu como el reparto siempre tuvieron presentes.
En esta segunda temporada, la soledad se expande en el universo creado por Urbizu para ‘Gigantes’
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“Estaba clarísimo desde el primer día. Siempre le he subrayado a los actores la inmensa soledad existencial que tienen los personajes”, reconoce el director de No habrá paz para los malvados, que explica que para remarcar ese aislamiento en el que viven se recurre mucho a jugar con los encuadres. “Hay mogollón con personajes solos en un espacio o que comparten espacio, pero con una barrera. Están separados, se quieren destruir y son muy tristes todos. Esa melancolía es lo que nos los hace soportables, porque si encima fuesen felices sería para matarlos a todos”, analiza entre risas hacia el final.
Si bien es algo que ya estaba presente en los primeros episodios, con el polvorín saltando por los aires y los hermanos enfrentados, la situación se acentúa en el desenlace de la historia de Daniel, Tomás y Clemente y de quienes les rodean. Férriz, quien da vida al mayor de los vástagos de Abraham Guerrero (José Coronado), ahonda en esa idea. “Están completamente solos. Si hay un tema que nos une a todos los personajes de este universo Gigantes es la soledad. Luego, por peripecias de los magos del guion, estos mundos que parece que iban a explosionar consiguen que la trama se siga desarrollando en una huida hacia delante por la supervivencia”, explica.
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En ese mismo sentido se pronuncia Grao (Tomás en la ficción), a la hora de destacar uno de los aspectos más presentes en esta temporada. Para él, “aunque se formen ciertos grupos en el mundo del crimen, de la ley o familiar, vemos la soledad de cada uno de ellos y lo perdidos que están. Eso está muy presente”.
La presencia natural de la mujer y la importancia de la familia
Uno de los aspectos de los que más se habló tras el estreno de Gigantes fue de la presencia y la importancia de la mujer en un universo de dominación masculina. Un poco en la sombra, como esperando su momento y preparando el terreno para entrar en acción, ha llegado la hora de ellas. No solo de las mujeres de la familia, Sol (Yolanda Torosio) y Carmen -situadas en extremos opuestos de la moralidad-, sino también para las policías Bárbara (Xenia Tostado) y Márquez (Elisabet Gelabert) y todas aquellas que se suman a la historia.
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“Las mujeres empiezan a tomar decisiones para salvarse a sí mismas o para salvar lo que queda de la familia. La cría [Carmen] empieza a tomar decisiones para liberarse por completo de la familia y empezar por su cuenta, Márquez se va a ver obligada a tomar decisiones casi antitéticas con ella misma, aparece Cristina Plazas, enviada del CNI… Se les está poniendo delante un muro de personajes femeninos mientras que ellos tienen que salir corriendo. Es muy curiosa la situación porque se veía venir, no ha sido forzada”, avanza Urbizu sobre lo que se puede esperar en este sentido de los nuevos episodios.
En cuanto a si esto puede verse como un reflejo de lo que está ocurriendo en la vida real, el director no cree que sea así. “No creo que tenga que ver con la situación actual. La situación actual nos rodea y lo contemporáneo está en la serie, pero en ningún momento hemos tenido intención explícita Miguel Barros, Michel Gaztambide o yo de que las cosas fuesen así porque ahora toca, en absoluto”, puntualiza. Reconoce también el hecho de que en la primera temporada se corrió un riesgo con todos esos personajes masculinos y tanta testosterona, pero también que no tuvieron “complejos” a la hora de darles vida. “Han ido colocándose en su sitio. Hay que ser sinceros con los personajes porque si los fuerzas tampoco quedarían bien”.
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Por su parte, Grao hace especial hincapié en que es importante transmitir la idea sin quedarse en el “tema panfletario, menos interesante”. “Lo que me parece honesto en Gigantes respecto a la presencia femenina es que está en mayor número, hay mayor presencia, pero en todos sus ámbitos. En los personajes buenos, en los malos, en los legales, en los ilegales… Entonces, no hay una visión del mundo femenino que viene a contrastar al obsoleto mundo masculino. Sino que tenemos bicharracas como mi hija que siguen la línea de los Guerrero y es una mujer. O tenemos a mi mujer, Sol, que quiere otro tipo de vida para su hija y que va a pelear hasta el final. El mundo policial… En ese sentido, me parece muy valiente”, concluye.
'Gigantes' va un poco de “esta cosa que tiene la pertenencia a la familia, al clan, que lo explica muy bien Coco, la película de Pixar"
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A esa ‘bicharraca’ la interpreta Sofia Oria, que reconoce que ella, su personaje, es la única que no tiene ética. El resto, sí. Aunque sea propia y cuestionable, pero ahí está. En su caso, “no le importa nadie ni nada”. Grao, que ejerce de padre en la ficción de Carmen, afirma que su personaje se ha dado cuenta de que hay cosas de su comportamiento que no le gustan, pero “al mismo tiempo siente cierto orgullo cuando la ve comportarse como una auténtica Guerrero”. Porque, al final, Gigantes va un poco de “esta cosa que tiene la pertenencia a la familia, al clan, que lo explica muy bien Coco, la película de Pixar. Como puede haber una pertenencia sana y entonces el árbol genealógico te ayuda o como puede ser una trampa en la que no te puedes desarrollar y ser tú mismo. En esa dualidad está Tomás como padre”.
Esta es una serie, como ocurre siempre con los trabajos de Urbizu, que está plagada de referencias y guiños al espectador. En esta temporada la presencia del mundo animal está quizá más acentuada. Dice Urbizu que “no hay simbolismo, lo que hay es cierta crueldad para con el mundo inocente animal. Algo que retrata muy bien el ‘canalleo’ del espíritu humano es la crueldad con los animales. Seis toros decapitados, perros en llamas…Ya ves, empieza con caballos ahogándose, que salen del agua casi como luego más adelante salen Daniel y Tomás. Estaban muy presentes ya en la primera parte y en esta segunda los hemos ido colocando”. Habla también de los caballos como “el poder en casa de los Guerrero” o “la libertad para Daniel”. El caballo como símbolo de “libertad, potencia, nobleza”. Algo que ya estaba en El Padrino y con lo que se ha jugado en Gigantes. “Ha sido casi un código secreto que hemos usado. Todo está pensado y hecho ex profeso para la serie”, continúa.
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Precisamente al caballo, hace referencia Carlos Librado ‘Nene' (Clemente). Él considera que ese documental que Daniel y su compañero de escondite ven en el primer episodio, de la segunda es una metáfora de lo que ocurrirá. “Durante toda la temporada aparecen caballos. Es muy recurrente y tiene que ver con el comienzo del primer capítulo, que habla de que en los barcos en medio del mar de las costas de África, cuando se quedaban sin agua potable y no se podía dar de comer a las bestias, las sacrificaban y las tiraban al agua. Creo que ese simbolismo engloba toda la segunda temporada. Cuando desde arriba ven que los aprietan, empiezan a sacrificar a los de abajo, tanto a policías como a los delincuentes que en otro momento han querido tener a su lado”.
Es cierto que Gigantes no es un reflejo de la sociedad actual, pero dentro de esa teatralidad de la que hacen gala sus personajes, con sus frases lapidarias y rebuscadas y su violencia extrema, hay mucho de realidad. Su forma de hablar, según explica Urbizu, está relacionada con lo que le comentaba Barros sobre el uso que de las metáforas solía hacer la gente con menos cultura para poder expresar aquello para lo que no conocían la palabra exacta. En cuanto al trasfondo, político y social, la idea va en la línea de lo dicho por Librado sobre el uso que los de arriba hacen de los de abajo y en la que profundiza Grao.
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“Hay toda esta cosa épica de la familia Guerrero, que casi es de cómic por momentos y habla como habla y se comporta como se comporta. Pero la realidad del sistema en general está ahí, el cómo los grandes poderosos de teóricamente el bien consienten que estos cohabiten con ellos porque hay una retroalimentación. En el tema policial, político, Villarejo casi nos adelanta en el rodaje. Estábamos con los guiones y las noticias superaban a la ficción. En ese sentido sí que hay mucho espejo del sistema en el que estamos”, analiza el actor.