MADRID.- MADRID.- Un francés que denuncia públicamente el contenido bélico y violento de su ‘sagrado’ himno nacional, La Marsellesa, es un valiente o un loco. Y es exactamente lo que ha hecho el cineasta François Ozon en su nueva película, Frantz, considerada ya por algunos como la mejor de su filmografía. Rodada en Alemania y Francia, en ambos idiomas, en blanco y negro y en color, es un remake de Remordimiento, la película que el gran pacifista Ernst Lubitsch hizo años después de la Gran Guerra.
El genial alemán contaba la historia de un joven músico que en la guerra mató a un soldado enemigo, músico como él, y que viajaba a la casa de este para conseguir el perdón de su familia. Ozon comienza de forma idéntica su historia, aunque coloca la mirada en otro lugar, busca el punto de vista de los vencidos, los alemanes, y a partir de ahí continúa más allá de donde Lubitsch lo dejó.
“Profundamente política, pro europeísta y anti nacionalista”, la película está protagonizada por la germana Paula Beer, ganadora en Venecia del Premio a la Mejor Nueva Actriz; el francés Pierre Niney, y los excelentes intérpretes que dan vida a los padres del soldado muerto, Ernst Stötzner y Marie Gruber. “La Marsellesa es una canción aterradora”, dice Ozon, que insiste en recordar que “Europa se creó para que no hubiera más guerras. Hoy Europa es fundamental”.
‘Frantz’ es una película muy política, ¿es una declaración de intenciones?
Es una película profundamente política y muy europea. Y sí, es una declaración de intenciones. Es una película pro europeísta y anti nacionalista. Es un gesto político. Me parece esencial dejar claro que hoy Europa es fundamental. Hay que alejarse de los nacionalismos y trabajar por la unidad de Europa, no hay que olvidar que Europa se erigió contra los nacionalismos. Tampoco hay que olvidar que dos de los países esenciales de la Unión Europea, Francia y Alemania, hicieron tres guerras. Europa se creó para que no hubiera más guerras.
¿No es muy atrevido hacer un remake de una película ni más ni menos que de Ernst Lubitsch?
No sabía nada de la película de Lubitsch. Un amigo me dio la obra de Rostand porque sabía que me interesaba trabajar en algo en torno a la mentira. Cuando tenía el guion bastante avanzado, me enteré de que Lubitsch había hecho una película con ella y, por supuesto, pensé: “Lo dejo”. Pero cuando vi la película, me di cuenta de que podía seguir un poco más, a mí me interesaba el punto de vista de los perdedores.
"Es una historia de plena actualidad con lo que ocurre hoy en Europa, con un nacionalismo cada vez más fuerte, el cierre de las fronteras…"
La primera parte de su película es la misma historia, pero usted ha cambiado todo el final…
Lubitsch hizo la película, en 1932, entonces no se imaginaba que iba a haber una II Guerra Mundial, pero yo sí lo sé y sé por qué. Por eso la película de Lubitsch es más optimista que la mía, incluso un poco ingenua. Él era un convencido pacifista y estaba seguro de que no ocurriría nunca nada tan horrible como la I Guerra Mundial. Yo no puedo verlo de la misma manera.
¿‘Frantz’ se puede leer con los códigos de la actualidad?
Por supuesto, la película tiene ecos hoy en día. Aunque los primeros productores me decían: “¿Otra película de la I Guerra Mundial?” Es una historia de plena actualidad con lo que ocurre hoy en Europa, con un nacionalismo cada vez más fuerte, el cierre de las fronteras… Es hora de plantearnos preguntas y de no olvidarnos del pasado.
Hay una escena en Alemania que revela ese nacionalismo intransigente y sediento de sangre. Al presentar en otra escena a los franceses cantando La Marsellesa (“… que una sangre impura empape nuestros surcos…”) ¿estaba mostrando exactamente lo mismo en el otro bando?
Sí, eso era exactamente lo que quería transmitir, es un espejo. Después de los atentados de Charlie Hebdo, en Francia empezó todo el mundo a cantar La Marsellesa en todas partes y se disparó esa cosa siniestra del nacionalismo. Es una canción bélica, nacida en un contexto absolutamente nacionalista, pero para ustedes los españoles y para otros muchos países es una canción aterradora. Cuando la película se estrenó en Francia y la gente la escuchó sentada en su butaca del cine, entendió un poco lo violenta que es.
"Es un retrato de lo que la I Guerra Mundial hizo a los hombres en los dos bandos. El horror de esa guerra los destruyó"
Con ‘Frantz’ usted reflexiona sobre la mentira. ¿La verdad no siempre es buena y la mentira no siempre es mala?
El personaje no quiere mentir, va a confesar la verdad y a pedir perdón a la familia, pero se da cuenta de que su mentira hace que esas personas se sientan bien. Les dice lo que quieren oír. Y luego, Anna continúa. En cada caso la mentira es diferente. Cuando algún amigo director me pregunta qué me ha parecido su película, no le voy a decir que mal, seguramente me quedaría sin amigo. Hay que tomar las mentiras de una en una.
Los personajes de la película están devastados por el horror de la guerra.
Es un retrato de lo que la I Guerra Mundial hizo a los hombres en los dos bandos. El horror de esa guerra los destruyó. He leído muchos testimonios, estaban todos destrozados, hubo muchos suicidios… Y hay diferencias entre los hombres y las mujeres. Las mujeres después de la guerra agarraron al toro por los cuernos, tenían ganas de vivir.
Hay críticos que han dicho que ésta es su mejor película, ¿está de acuerdo?
Desde luego no han sido los críticos franceses. La prensa alemana fue magnífica, los alemanes se conmovieron con ella, al fin y al cabo, es la película un francés interesado por su punto de vista. En Francia no les interesó en absoluto. Pero es que en Francia hay mucho racismo y xenofobia, el nacionalismo crece y crece.
Usted tiene una posición de privilegio en Europa, en los festivales… ¿no es igual en su país?
No, en Francia no es así. Allí me tratan como aquí tratan ustedes a Almodóvar. Pero desde muy joven entendí que no podía gustarle a todo el mundo y soy consciente de ello en cada película. Prefiero al público que a la crítica.
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