'El final del camino' tropieza una y otra vez con las mismas piedras
Un amplio reparto, mucha acción y agujeros de guión
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La noche de los miércoles será la de El final del camino en Televisión Española. La cadena pública ha presentado a los medios, un día antes del estreno en abierto, su nueva producción. Con la Galicia de finales del siglo XI como telón de fondo, cuenta las aventuras y desventuras de los hermanos Catoira, tres jóvenes a los que un ataque sarraceno dejó huérfanos y una década después se encuentran formando parte de una trama de espionaje, traición y política en una época convulsa para España.
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En ese primer episodio que se estrena esta noche, a partir de las 22:40 horas en TVE, se presenta a gran parte de los personajes que intervendrán en la trama, que son muchos. El conductor, por decirlo así, es Gonzalo (Antonio Velázquez). Él es el mayor de los tres hermanos Catoira, un hombre justo y leal casado con la boticaria de Compostela, Elvira (Begoña Maestre). Además, cuida de cerca de su hermano pequeño Esteban (Guillermo Barrientos), que trabaja como constructor en la futura catedral de Santiago. El tercer hermano es Pedro (Javier Rey), secuestrado en aquel ataque sarraceno y que reaparece como prisionero cristiano en una Toledo sitiada.
Ficción e historia se entremezclan en El final del camino con mayor o menor fortuna. Algunos de los implicados en el proyecto han puesto de manifiesto que uno de los principales problemas con los que se han encontrado en este rodaje ha sido la falta de documentación sobre la época. “Ni siquiera los historiadores sabían darnos respuesta”, explicaba Etxeandia, quien interpreta a uno de los muchos personajes reales y que durante el proceso de preparación para el papel se encontró con que dependiendo de la fuente consultada Alfonso VI era visto de una forma u otra.
Un amplio reparto, mucha acción y agujeros de guión
Rodada en Galicia, esta coproducción de RTVE y Voz Audiovisual, ha tenido que recurrir a efectos digitales para recrear muchos de los escenarios, principalmente porque pocos se conservan como estaban en el siglo XI, y eso se nota, demasiado, en la pantalla. Como, por ejemplo, en esos planos generales de un Toledo digital. La serie es ambiciosa, cuenta con un reparto multitudinario plagado de caras conocidas de la pequeña pantalla y con una puesta en escena arriesgada. Con mucha acción, las batallas y peleas están rodadas en planos cortos centrando el foco de atención en el cuerpo a cuerpo de sus protagonistas y con una cámara en movimiento que parece un soldado más implicado en el combate.