SAN SEBASTIÁN.- Jamie Cullum ha ofrecido este jueves en la segunda jornada del Festival de Jazz de San Sebastián un concierto inédito, un "experimento", como el mismo lo ha definido, de dos horas de música en solitario. Si tiene en cuenta la respuesta del público, que lo ha pasado en grande, lo tendrá que repetir.
El show de Cullum tenía lugar en el auditorio del Kurssal, antes del bellísimo recital con el que Silvia Pérez Cruz ha abierto la noche en la Trinidad, que ha cerrado ya de madrugada la francesa Zaz con esa "chanson" mestiza que la ha hecho famosa en Europa y algo más allá.
Pero como el músico británico, que toca este viernes con su banda y el miércoles ejerció de DJ, parece la figura omnipresente de esta 50 edición, ha hecho también su aparición en 'la Trini' para entregar el ramo de rosas con el que el Jazzaldia ha despedido a Silvia Pérez Cruz, dueña de una especialísima voz, de sonidos que recorren la piel y cada uno de ellos emociona.
Lo ha hecho con Vestida de nit, la habanera a la que puso música su padre, Càstor, y letra de su madre, Glòria, que se encontraba entre el público, y aún más con una desgarrada versión de Corrandes d'elixir, de Lluís Llach, y con el lamento de Gallo rojo, gallo negro, de Chicho Sánchez Ferlosio, "que lo dice todo".
Más habaneras, un vals peruano y una dulce versión de la lambada han pasado por las prodigiosas cuerdas vocales de esta artista, que ha dejado de lado los temas de influencia flamenca.
Tras ella, Zaz ha montado una fiesta con una primera parte enteramente compuesta por las canciones de su último trabajo, París, desde Sous le ciel de Paris, con el que ha arrancado, hasta una preciosa versión de La complainte de la Butte, un clásico que nació para French Cancan, la película de Renoir.
También incluyó unas divertidas Paris sera toujours Paris, popularizada por Maurice Chevalier, y Dans mon Paris, llevadas por la banda de Zaz por las versiones del jazz manouche, muy rítmicas y frescas en directo.
Y si alguien pensaba que ya no iba a volver a ver al pequeño británico, pues muy equivocado, porque cuando comenzó a sonar Paris canaille ocupó el piano y se marcó un trepidante paseo por el teclado, mientras Zaz cantaba "Jamie Cullum, Jamie Cullum" y cerraba el tema con un scat.
Tres vestidos ha lucido esta noche la artista francesa, que retomó algunos de sus temas sobre la capital gala tras haber interpretado otros de sus trabajos anteriores, como Oublié Loulou, Comme ci, Comme ca y un hermoso Eblouie para la nuit.
Nadie quería irse y todos coreaban Champs Elysées, la última. Con los bises, dos regalos: el bolero Historia de un amor, cantada en español, y el tema que le dio la fama, Je veux.
Este viernes habrá un lleno parecido en la Trinidad para escuchar a Jamie Cullum con su banda. Este jueves el Kursaal estaba al completo para ver lo que nadie había contemplado hasta ahora, al músico sin más compañía que su piano, aunque se ha llevado también una guitarra acústica y una bajo eléctrico.
Con I've Got You Under My Skin y Don't Stop The Music arrancaba un concierto de dos horas en el que Cullum se ganado la complicidad del público sin estridencias. Ni ha dado botes ni ha saltado sobre el piano.
Ha dejado el escenario para pasearse entre las filas del auditorio mientras cantaba a "capella" I Get A Kick Out of You, ha vuelto a cantar sin música Make someone happy. Y ha invitado a dos chicas a tocar con él el piano.
Ha interpretado el tema que le hizo inclinarse por el jazz cuando aún le interesaban más AD/DC y Metallica. Y también otro que toca raramente y que compuso con un oukalee en el hospital pensando en la responsabilidad que le caía encima cuando nació su primer hijo.
Cullum ha sido el músico cercano que gusta a la gente, que se ha ganado a un público que le pedía seguir mientras el cantaba en inglés "Se Sebastián está es la última" y, ante el "no, no, no" correspondiente, contestaba "nos vemos mañana".
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