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Estreno: ‘Patrick Melrose’ ‘Patrick Melrose’, la historia de un pijo adicto a todo de infancia traumática

Sky estrena hoy ‘Patrick Melrose’, una miniserie de cinco capítulos en la que Benedict Cumberbatch despliega su capacidad para mezclar drama y humor en una misma escena. Sarcasmo, ironía y cinismo en la actuación y el guion que han sido reconocidos en los Emmy de este año con cinco nominaciones.

Patrick Melrose’, una miniserie de cinco capítulos en la que Benedict Cumberbatch despliega su capacidad para mezclar drama y humor en una misma escena. / SKY

María José Arias

Llevar a la pantalla una serie en la que todo gira en torno a un único personaje hasta el punto de que el título es su propio nombre siempre resulta arriesgado. Ante un planteamiento así, lo habitual es jugárselo casi todo a una carta, la del actor o actriz protagonista. En el caso de Patrick Melrose, adaptación de las novelas semiautobiográficas de Edward St. Aubyn, el riesgo alcanzó la categoría de inexistente en el momento en el que Benedict Cumberbatch se sumó al proyecto para dar vida a un rico heredero que se autodefine como un narcisista, esquizoide y alcohólico suicida, pero que en realidad es mucho más que todo eso.

La miniserie que hoy estrena Sky llega a España con la crítica internacional en un bolsillo y las nominaciones a los Emmy (cinco en total) en el otro. Cada capítulo, una etapa concreta de la vida de Patrick Melrose, un tipo que lo tenía todo si haber trabajado nunca en su vida y que, a la vez, carecía de lo más importante. El ácido guión de David Nicholls lo dirige Edward Berger (The Terror).

Benedict Cumberbatch regresa a las series después de Sherlock con un personaje bastante alejado del detective del 221B de Baker Street. Lo único que tienen en común Melrose y Holmes es su tendencia a abusar de las sustancias poco recomendables para la salud y tremendamente adictivas. Y hasta aquí. Con este nuevo papel el actor británico, nominado al Oscar hace tres años por su interpretación de Alan Turing en The Imitation Game, se desliga de esos hombres inteligentes pero torpes en lo social a los que tenía acostumbrado al público en algunos de sus últimos trabajos. Hasta metiéndose en la piel de un superhéroe, el Doctor Strange, cumplía con ese arquetipo. Sin embargo, Melrose es otra historia y permite a Cumberbatch sacar a relucir ese lado cómico que se atisbaba a veces en Sherlock.

El pequeño Patrick creció en un ambiente intoxicado por un padre abusivo, extravagante y cruel y una madre alcohólica e incompetente. El primero, interpretado por un Hugo Weaving despreciable en su papel. Ella, una Jennifer Jason Leigh que se lanza sin salvavidas a dar vida a una madre que se esconde de su esposo en el fondo de una botella sin ver a su hijo ni oír sus llamadas de socorro silenciosas. Juntos criaron a un ser humano frágil lleno de miedos y complejos que no ha sabido hacer nada de provecho porque nunca lo ha necesitado. De adulto, las drogas se han convertido en su forma de afrontar un mundo que aborrece. El sarcasmo y la ironía son su coraza ante sí mismo y los demás.

Patrick Melrose arranca con una escena que, cuanto menos, sorprende por su tono. Ese que invade todo un primer episodio que se presenta como una comedia negra. Una grata sorpresa que contribuye a engancharse a esta miniserie que salpica sus guiones de diálogos mordaces y en los que las segundas lecturas son habituales. Cada capítulo cuenta una parcela de la vida de su protagonista y de los lazos que le unen a una serie de personajes que pululan a su alrededor entrando y saliendo de la escritura de su biografía. Lo llamativo e interesante es que en los tres episodios vistos el género va cambiando de uno a otro, incluso dentro del mismo capítulo.

Si bien el primero es más bien comedia negra con tintes dramáticos, el segundo es un drama infantil. Se arriesga, con acierto, a dejar a un lado al adulto Cumberbatch babeando en una cama mientras pasa el mono para centrarse en el Patrick niño y en el porqué de su comportamiento. Sebastian Maltz debuta como actor con un papel muy delicado que en ningún momento le queda grande. El tercero es más un retrato caricaturesco y crítico de la alta sociedad británica. Hay mucho drama en la vida de Patrick Melrose, pero su forma de afrontarlo hace que el humor esté casi siempre presente. Es su escudo. Sin eso, ¿qué le queda? Es capaz de reírse de sí mismo, porque si lo hace él, se adelanta a que lo hagan el resto, aquellos que solo ven a un pijo drogadicto que se arrastra por un bar de postín neoyorquino ante la mirada estupefacta del resto de clientes y del personal.

La miniserie de Showtime y Sky recoge al personaje en 1982, listo para subirse en un avión con destino a Nueva York en el que será un delirante viaje en busca de las cenizas de su padre. La miniserie recorrerá varias décadas de esa familia atípica y tóxica. Ya desde el comienzo se intuye que la relación con su padre no fue precisamente sana, pero no es hasta que el guion viaja atrás en el tiempo y se mete de lleno en esa mansión de campo francesa de higueras y ventanas abiertas que se entiende de qué va todo esto en realidad. Es en ese capítulo, el segundo, en el que los secundarios comienzan a tejer la historia de Patrick y los Melrose.

Destacan en el reparto, ademas de Weaving y Jason Leigh, Indira Varma (Juego de Tronos), Holliday Grainger (a la que este año muchos espectadores descubrieron gracias a Cormoran Strike y Pip Torrens (Preacher). Cada uno de ellos interpreta a un cliché de la alta sociedad británica, más centrada en una vida de lujos e intrascendencia que en los problemas del mundo real. Porque si algo hay en Patrick Melrose, además de la historia de un hombre hecho pedazos por dentro, es un retrato mordaz y crítico hacia un estilo de vida anclado en las apariencias en el que ninguno de sus participantes ha hecho nada para llegar a donde ha llegado. Heredar es lo que tiene. Aquí todo es opulencia, fiestas y cenas de tiros largos. Sin embargo, en cuanto se escarba un poco la podredumbre y las miserias personales salen a la luz con demasiada facilidad.

La de Patrick Melrose era una de las series marcadas en rojo en el calendario para no perderse en este comienzo de curso y, vista más de la mitad, ha confirmado estar a la altura de las expectativas generadas, tanto por el elenco como por la historia y cómo esta se desarrolla.

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