Madrid
Andor aterriza este miércoles en Disney+ con Diego Luna de nuevo en el papel de Cassian Andor, antes, eso sí, de convertirse en capitán de la Alianza Rebelde y de dar su vida por la Rebelión.
Y lo hace con una serie en la línea de las anteriores de acción real, dando protagonismo a un personaje y centrándose principalmente en él, pero con un tono, un propósito y una puesta en escena muy distintos. Tony Gilroy, guionista de Rogue One, es el creador de este viaje al pasado de un héroe tan oscuro como carismático con un arranque que se acerca más al thriller que a una de aventuras. La temporada completa, de 12 capítulos, está dirigida por Toby Haynes, Ben Caron y Susanna White.
La Fuerza que vale es la de la unión de los que están más abajo en el escalafón
A Cassian Andor le presentaron en Rogue One: una historia de Star Wars, aquella película de 2016 que contó con Darth Vader como estrella invitada, con alguna que otra polémica y que, sin embargo, es de lo mejor que se ha hecho en cine dentro de la franquicia en los últimos tiempos. Varias veces a lo largo de esa historia de cómo un grupo de miembros de la Alianza Rebelde robaba los planos de la Estrella de la Muerte, a Andor se le escuchaba decir lo mal que lo había pasado en tiempos pasados y todo lo que habían tenido que hacer.
De esa afirmación para justificar su comportamiento éticamente cuestionable nace Andor como serie. Con dos temporadas por delante, Gilroy cuenta con tiempo suficiente para explorar a este capitán rebelde antes de llegar a esa playa donde daba su vida por la causa.
En los cuatro capítulos vistos antes del estreno –este miércoles estarán disponibles los tres primeros–, el guion plantea dos saltos atrás en el tiempo con respecto a lo visto en el cine. Por un lado, muestra a Cassian en su adolescencia (o casi) malviviendo en un planeta condenado donde la lucha por la supervivencia es capital. Por otro, se acerca a otro Cassian, rebelde aún sin causa, al que sus acciones le colocan en el camino de la resistencia.
En el primer salto el Imperio no se ha alzado aún, es el tiempo de la República. En el segundo, cinco años antes de lo narrado en Rogue One, el Imperio se extiende y ahoga a los ciudadanos por toda la galaxia. En un contexto social como el que se planeta, la Fuerza que vale no es la de mover objetos sin contacto, sino la de la unión de los que están más abajo en el escalafón, la de los trabajadores que deciden sumarse a la lucha contra quienes usan su poder para ahogarles.
Al final, esa es la razón de ser de la Alianza, ¿no? La de unirse contra la brutalidad del Imperio para devolver la paz y la libertad a la galaxia destruyendo su maquinaria de opresión. Lo que cuenta Andor es cómo ese grupo va creciendo y cómo incluso los que no son parte de él hacen lo que pueden para resistir. Hay una escena en el segundo episodio de lo que podría llamarse una red vecinal de apoyo que es más que significativa en ese sentido.
Si algo caracteriza a Cassian Andor es su impulsividad, su sentido de la supervivencia y su falta de previsión
Ese sería el gran tema de una serie cuyo objetivo principal es invitar al espectador a recorrer el camino que llevó a Cassian Andor a ser quien era en Rogue One. Lo hace, por ahora, sin Jedi, sin sables láser y sin soldados imperiales a los que ridiculizar en las escaramuzas. En lugar de todo eso se concentra en entender cómo este joven va de lío en lío. Unos porque le vienen dados. Otros, porque su impulsividad y su rabia le hacen cometer errores que acarrean consecuencias. De hecho, ahí es donde el guion recoge a Cassian, en una escena con ciertos paralelismos con la que abre Rogue One. Un callejón, un disparo a sangre fría, una huida... A partir de ahí nace todo lo demás.
El tono de Andor no se parece al de The Mandalorian ni al de Obi-Wan Kenobi. Básicamente, porque Cassian no es un 'héroe' como el Mando de Pedro Pascal o como el maestro Jedi de Ewan McGregor. No comparte sus códigos. Más allá de que todo sea más oscuro, la estructura varía en el sentido de que el personaje principal no debe hacer las veces de cuidador de un niño a su cargo. Él va por libre, sin la atadura de ser responsable de alguien que no puede valerse por sí mismo, pero con una mochila igualmente pesada sobre sus hombros. Por mucho que presuma de que todo lo que hace lo hace por sobrevivir y reniegue de su compromiso con intereses que no sean los suyos, hay algo en el fondo que le hace dar pasos hacia un punto concreto. Ahí es donde entra en juego el personaje de Stellan Skarsgård.
En cuanto a la estructura, también difiere de otras series de Star Wars porque, aunque las haya, no es una de aventuras. Cada uno de los cuatro capítulos vistos es distinto y no repite fórmula como sí hacía The Mandalorian, por ejemplo. Quizás los más parecidos en cuanto a planteamiento sean los dos primeros, que funcionan mucho mejor juntos que por separado y avanzan despacio. Sirven para adentrarse en una parcela de ese universo no explorada y conocer a esos trabajadores que se dejan la piel en el día a día. Se descubren nuevos escenarios y se presenta a ese círculo de personajes que rodean a Cassian y que parecen estar siempre enfadados con él.
El tercer episodio, sin embargo, es acción. Algo que Gilroy, autor de los guiones de la saga de Jason Bourne, ha demostrado que sabe escribir con un ritmo ágil y la intensidad necesaria. El cuarto, por el contrario, es algo así como la calma tras la tempestad. Funciona como un capítulo de estrategia, de colocar a los personajes alrededor de una mesa y discutir cuál será su siguiente movimiento.
Porque si algo caracteriza a Cassian Andor en esos primeros compases de la serie es su impulsividad, su sentido de la supervivencia y su falta de previsión a la hora de medir las consecuencias. Por eso ha acabado huyendo, porque se dejó llevar en un callejón y se vio atrapado en una situación de la que era difícil salir airoso. Sin embargo, cuando se quiere hacer daño al Imperio, es mejor llevarlo todo planeado y dejar lo justo a la improvisación.
Tampoco tiene mucho que ver la estética que luce Andor en sus inicios con otros títulos de Star Wars. Se presenta con una paleta y un diseño visual más parecidos a Blade Runner que a sus hermanas de universo. Eso, en cuanto a la ambientación en ciudades y poblaciones se refiere. A cielo abierto, el cuarto episodio transcurre por algunos paisajes donde la vegetación y la cantidad de agua presentes asemejan el paisaje al de las Tierras Altas escocesas.
Con dos temporadas confirmadas, Andor, que cuenta con Diego Luna también como productor, tiene tiempo para cuajar y contar todo lo que quiere contar. La primera impresión es que se mantiene dentro de la puerta abierta por Rogue One, se aleja de lo visto hasta ahora en las series de Star Wars y tiene a su favor el contar con un protagonista tremendamente complejo al que se le pueden dar todos los matices y capas que quieran los guionistas.
Diego Luna no ha perdido ni un ápice de su carisma como este héroe inusual dentro del universo galáctico y cuenta a su alrededor con Genevieve O'Reilly, Stellan Skarsgård, Adria Arjona, Denise Gough, Kyle Soller y Fiona Shaw. Además del actor mexicano, vuelve Forest Whitaker como Saw Gerrera.
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