Entrevista con Ricardo Darín "Hay muchas cosas que se pueden hacer, los señores políticos son nuestros empleados"
El actor argentino protagoniza y produce ‘La odisea de los giles’, de Sebastián Borensztein, una comedia que rinde homenaje a los que perdieron sus ahorros en el corralito de 2001 y a todas las víctimas de los bancos y del poder en la crisis económica.
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MADRID,
En Argentina, se llama ‘giles’ a las buenas personas, ingenuas y a la vez un poco incautas. Son los ‘pringados’ de aquí. Trabajadores que con la crisis se vieron en la calle y que, gracias al dinero que ahorraron en algún banco, soñaron con empezar un nuevo proyecto y seguir con sus vidas. Algún banquero corrupto los estafó y perdieron la pasta y la esperanza. Es el momento de enfrentarse al poder.
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Un colapso económico llevó a la ruina y desesperación a millones de personas en aquel país, que repite interminable el ciclo de la crisis. Ahora, la nueva película de Sebastián Borensztein, La odisea de los giles, rinde homenaje a aquellas víctimas del ‘corralito’ del año 2001 desde el humor y huyendo del melodrama, y con Ricardo Darín –Perlassi– liderando a sus vecinos en una operación de rescate, de recuperación –en lo oscuro de la noche y en contra de la ley– de todos los ahorros que el banco les ha robado.
Protagonista y coproductor junto a su hijo, Chino Darín, la película cuenta con la participación del espléndido Luis Brandoni en otro personaje principal. Estrenada en el Festival de San Sebastián, La odisea de los giles es una adaptación al cine de una novela de Eduardo Sacheri.
Tendría que ser un atraco
“Es un puñetazo”, sentencia Darín, que, leal a la verborrea bonaerense, coge carrerilla en su discurso: “El arte, la cultura, pueden ayudar un poquito. Tal vez pedir que una película sea la llama que encienda la antorcha sea demasiado pretencioso, pero sí nos puede ayudar a reflexionar y nos habilita a creer que hay cosas que todavía se pueden hacer”.
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Por supuesto, la pregunta es si todavía podemos coger de los bancos lo que los bancos nos han robado. Y, por supuesto, tendría que ser un atraco –como el de los ‘giles’ de la ficción– porque los bancos no tienen ninguna intención de devolver nada. Y, por supuesto, Ricardo Darín, se ríe con malicia, pero contesta que “no necesitamos la anarquía, el desorden. Necesitamos reflexionar sobre las normas estipuladas. Hay que repensar el ‘pague ahora y reclame después’. Pero, claro, todos saben que ahora estamos necesitados”.
"La venganza es casi infantil"
“Una herramienta con la que cuenta el poder es la domesticación. Acatamos, obedecemos… Algunos, sin embargo, cogen atajos, sí… pero los giles, no”, explica Darín. Lo que sí intuyen los ‘giles’ de la película es que o se toman la justicia por su mano o banqueros, abogados, empresarios y políticos van a seguir haciendo oídos sordos a sus reclamaciones. Sin embargo, Ricardo Darín apuesta más por la reparación. “No es una cuestión de venganza, la venganza casi es infantil, es algo a medio camino entre esta y la justicia, es la reparación”.
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“Tenemos poderes que nos han hecho desconocer, el colectivo tiene poder, pero nos lo han hecho olvidar –dice–. En Francia se dijo que subía la gasolina unos céntimos y aparecieron los chalecos amarillos. No hubo movimiento en redes sociales, ni mensajes por teléfono, la sociedad entera se opuso, nadie salió a la calle con su coche… Hay muchas cosas que se pueden hacer, los señores políticos son nuestros empleados”.
"La comedia es un bálsamo"
Junto al compromiso político, la propuesta de esta cinta es el humor: “La comedia es una herramienta de defensa y ataque, y también un bálsamo. Con ella podemos abordar el corralito veinte años después. Las reacciones a veces llevan un tiempo, por eso se ha hablado muy poco del tema en el cine. Ahora sí podemos permitirnos introducir el humor, pero aquel colapso financiero y económico produjo mucho dolor”.
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Desde luego, La odisea de los giles podría haberse abordado desde el drama o la tragedia, pero ese humor al que alude Darín evita reincidir en el sufrimiento que vivieron tantas personas. “La película podría haber sido más incendiaria, pero no sé si se hubiera recibido igual. La gente no quiere más drama, es difícil volver a pasar por algo así otra vez porque sí. Pero hay humor dentro del drama y con él podemos analizar este conflicto nuestro personal como si no fuera nuestro”.