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Don Juan: Una 'road movie'

Emilio Hernández dirige el clásico de Tirso de Molina y lo transforma en una película de acción

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Don Juan, de Tirso de Molina, es la primera road-movie de la historia". Así de expresivo se manifiesta el director de escena y del Festival de Teatro Clásico de Almagro (Ciudad Real), Emilio Hernández. Nada de romanticismo edulcorado ni de reflexiones filosóficas. Don Juan es, para él, que ha dirigido este proyecto escénico y lo estrenará en el festival el 29 de junio, una película de acción, de apuestas al límite llena de giros, con música que cambia a cada escena. Puro vértigo.

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De hecho, el texto de El burlador de Sevilla, que escribió Tirso en 1630, comienza con Don Juan en el Palacio de Nápoles beneficiándose a la gran duquesa Isabella en las cuadras del palacio. No hay amor. Sólo sexo. "El propio Tirso empieza fuerte y nosotros no hemos omitido nada. Por eso, la primera escena ni siquiera es de seducción, sino de Don Juan e Isabella rebozándose en el barro", explica Hernández.

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De Nápoles la historia toma rumbo hacia Tarragona, para pasar después a Sevilla, Dos Hermanas, y vuelta a Sevilla y Nápoles. Todo un viaje sobre el eje del placer establecido entre la ciudad italiana y la andaluza.


¿Cómo trasladar todo esto a la escena? ¿Qué hacer cuando el lenguaje del teatro no admite travellings, ni fundidos en negro ni exteriores de grandes dimensiones? Emilio Hernández lo ha resuelto acudiendo a la esencia escénica: "No existe más que un espacio de tierra y madera, dos mesas y cuatro sillas. Es teatro desnudo, vacío, pero con una luz muy importante porque es la que va narrando la historia". El vestuario, de Elena Sánchez, también es minimalista y recuerda al que utilizaban los actores en el siglo XVII.

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Las víctimas primero
El fondo antes que la forma. Ahondar en el interior de este hombre caza-mujeres que sólo se siente satisfecho cuando, burla, destruye y destroza el día después de haberse mostrado el más encantador de la tierra. Aparte de ese afán por trasladar el vértigo de la road-movie, ésta ha sido la pretensión de Emilio Hernández en una edición del festival manchego, que además, y esto no es una paradoja -así lo reafirma el director-, está dedicada a la mujer.


"Es que nosotros hemos hecho una lectura desde el punto de vista de las víctimas de Don Juan, que son las mujeres. En esta obra aparece como exponente de un poder masculino y de una monarquía caduca que protege los privilegios de su clase, no sólo económica, sino también de género. El género antes también era una clase social", explica Hernández.

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Si esta definición entronca de alguna manera con una imagen muy actual de las crónicas de sucesos -el maltratador, el que teme perder su poder patriarcal tras una iniciativa femenina-, el amor de este personaje por el riesgo también le acerca al siglo XXI. "Don Juan encuentra el orgasmo en el riesgo y por eso juega a la más fuerte que es intentar burlar a la muerte. Eso lo hacen muchos ahora con las carreras suicidas, las drogas, etc", afirma el director.


Actrices de peso
Isabel Pintor (Isabella), Lluvia Rojo (Tisbea), Marina San José (Doña Ana de Ulloa) y Ana Salazar (Aminta) son las actrices que dan vida a las víctimas del casanova. Unos personajes que, en esta ocasión, llevan todo el peso de la obra, puesto que, además del papel que creó Tirso, Hernández las ha convertido en conductoras de la historia. "Todo está en manos de ellas, y claro, hay una voluntad de trascender del personaje para contárnoslo", apunta Hernández.

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Como Don Juan, el director ha elegido a Fran Perea, el actor que saltara a las carpetas de las adolescentes tras su incursión en la serie de televisión Los Serrano hace unos años. ¿Teme esta crítica? ¿Cree que puede pesar en el montaje? Hernández en este punto es bastante rotundo: No. Es más, defiende que Perea siempre ha sido un profesional de la escena antes que intérprete de televisión. "Yo buscaba a un actor con un gran carisma y una gran capacidad de seducción sobre el escenario. A Fran le conozco desde hace años y sé que tiene una carrera muy brillante en el teatro". En cualquier caso, el año pasado ya demostró su hacer en la versión de Fedra que realizó Juan Mayorga para el Festival de Mérida.


Otro punto a favor de Perea era que en esta ocasión también había que cantar. Hernández desmiente que haya querido convertir el clásico en un musical, pero cuando comenta que todos los actores entonan unas notas y que la música está presente de principio a fin -compuesta por David San José, aborda desde ritmos napolitanos a flamenco y sevillanas-el género queda bastante cerca. Más aún cuando la presentación de Don Juan se ha robado de un aria del Don Giovanni de Mozart cantada por Leporello.

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Clásicos por un tubo
El espacio en el que se estrenará en España esta obra-este próximo fin de semana ya se podrá ver en Nápoles- será la Antigua Universidad Renacentista Áurea, un edificio que en su origen fue Iglesia y que despues fue reconvertido en almacén de aceites y de muebles. Sin embargo, no será el único Don Juan del Festival de Almagro, ya que también estará el que Dan Jemmet estrenó este año en el Teatro de la Abadía de Madrid. "Y también llevo dos o tres Hamlets... Los clásicos permite estas reflexiones, y se pueden hacer porque son muy humanos. Te tocan en algo que está en cada uno, y te entregas", matiza Hernández.


Ahora bien, si hay una presencia que va a predominar en esta 31 edición que comienza el 26 de junio es la de obras con un marcado carácter femenino. "Hemos querido dedicar el programa a historias con mujeres muy abiertas, muy liberales, porque el teatro siempre ha sido muy importante para ellas, no sólo como actrices sino también como ciudadanas", manifiesta este director, que, además, tiene su propia teoría de la evolución: "La mujer siempre tuvo cerrado el acceso a la cultura, excepto al teatro, por lo que parte de su formación ha venido de aquí. Eso es una herencia que hace que el público sea mayoritariamente femenino".

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Herencia es también lo que el propio Hernández se encontró cuando en 2003 tomó las riendas de este festival de clásicos, considerado como uno de los más importantes del mundo, con hasta 21 espacios escénicos. Pero él recalca que Almagro ya no es una ciudad cualquiera, sino una ciudad-teatro. Hasta el 20 de julio nadie escapa a su influjo. Su visita es un buen plan estival.

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