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Dignidad a los 50

Spandau Ballet ofrece en Madrid una actuación para nostálgicos resuelta con mucha decencia

GUILLERMO RODRÍGUEZ

 Spandau Ballet, en el concierto que ofrecieron en Barcelona. EFE

Vestidos con elegante exquisitez, los cinco de Spandau Ballet se presentaron en Madrid -tres cuartos de entrada en el Palacio de Vistalegre- para defender que aún se puede ser un cincuentón y esgrimir con orgullo y solvencia el extinto movimiento de los nuevos románticos.

Fue una noche para nostálgicos, un concierto atestado de temas evocadores de un pasado cada vez más lejano que jamás volverá. Un tiempo que, por una vez, se volvió a palpar durante dos horas de actuación punteadas por parte de la banda sonora que marcó la década de los ochenta.

Spandau Ballet ofreció un concierto más que digno. Sus componentes han ganado peso (Tony Hadley ha debido de dar cuenta de decenas de fish and chips en los últimos años), alopecia (Gary Kemp) o decrepitud facial (John Keeble), pero no han perdido unidad como banda de directo.

El público quería recuperar parte de su historia y la banda británica se la ofreció en bandeja

Ofrecen solidez y eficacia, cualidades pautadas en todo momento por el torrente de voz de su cantante, cuyos flirteos con el jazz durante las últimas décadas le han permitido mantener engrasadas las cuerdas vocales.

El público quería recuperar parte de su historia y la banda británica se la ofreció en bandeja, sin concesiones. Apenas dos temas nuevos: el resto, sus grandes éxitos. Es lo que la gente quería y todo lo que el grupo estaba dispuesto a ofrecer. No hubo mentiras por ninguno de los dos lados.

Sonaron, como era más que previsible, Only When You Leave, Communication, Lifeline, How Many Lies y una conmovedora Through the Barricades. Y la traca final, con Fight for Ourselves y Gold. Una veintena de temas que evocaron olor a laca, las hombreras y las caras pintadas como un cuadro.

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