'Diario Vivo', el espectáculo efímero y sin móviles donde es más importante la historia que quién la cuenta
François Musseau y Vanessa Rousselot dirigen una velada narrativa en la que periodistas, escritores o artistas se suben a un escenario para desvelar relatos singulares en primera persona.
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madrid, Actualizado:
Josefina Esquivel no es una periodista ni una escritora, tampoco alguien que haya destacado en el terreno artístico, ni mucho menos un rostro popular o mediático. Sin embargo, sobre las tablas de un teatro madrileño, las vicisitudes de su vida, transformada en relato, mantienen al espectador clavado a la butaca. Josefina es empleada del hogar y su voz, un canto a la libertad de quien ha sufrido el encierro doméstico, desborda emoción.
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Sentados junto a ella, corresponsales, historiadores, novelistas y ensayistas se turnan el micrófono de Diario Vivo en el Teatro EDP Gran Vía de Madrid. El público, antes de cada función, desconoce los nombres de los participantes, aunque este lunes al menos sabía que la velada sería temática: España contada desde fuera. ¿Cómo nos ven los extranjeros residentes en nuestro país? Más que la persona que responde, lo importante es lo que se cuenta y cómo se cuenta.
"La gente compra las entradas sin saber quién intervendrá, pero es parte del encanto del espectáculo", explica François Musseau, corresponsal de Libération y director de Diario Vivo, que se anuncia en su web como "una noche única en la que periodistas, escritores y artistas cuentan en primera persona historias vividas, íntimas y sentimentales". Poco más saben los espectadores de cada evento, que ha cumplido treinta ediciones y por el que ya han pasado, desde hace seis años, unos 200 narradores.
En esta ocasión, los organizadores han seleccionado diversos perfiles: la economista china Estela Li, el escritor peruano Santiago Roncagliolo, la politóloga ecuatoguineana Trifonia Melibea Obono, la escritora sefardita Esther Bendahan, la periodista portuguesa Margarida Pinto, el hispanista británico Giles Tremlett, la empleada del hogar paraguaya Josefina Esquivel y el periodista estadounidense Andrew Ferren. Entre relato y relato, la guitarra española del japonés Hiroyoshi Suzuki.
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"Hay un porcentaje significativo de periodistas, pero el perfil de los narradores depende de lo que queremos transmitir. Así, puede intervenir el guionista, escritor y columnista Santiago Roncagliolo, cuyo oficio es contar historias, y a continuación la empleada del hogar Josefina Esquivel, quien nunca había hecho nada similar", añade François Musseau, quien deja claro que su primer cometido es preguntarse: "¿Quién puede contar algo sorprendente sobre un tema concreto?".
La búsqueda no resulta fácil. "Lo más importante es encontrar a alguien que tenga algo potente que compartir. No importa que esa persona sea tímida o que le cueste expresarse, porque eso lo pulimos. Hay mucho trabajo colectivo detrás, pero no debe verse para que el relato funcione", confiesa el periodista francés. "Es como cuando vas al circo y observas a un trapecista cuyas acrobacias parecen fáciles, aunque no se ven las miles de horas que ha estado practicando".
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El reto es, según él, convertir en narradores a los poseedores de relatos singulares: "Somos parteros de historias".
"Detrás de cada historia hay muchísimo trabajo"
Vanessa Rousselot, directora de Diario Vivo, redunda en la idea: "Las historias son como joyas escondidas. Están ahí, pero hay que encontrarlas, por eso siempre tenemos las antenas puestas. Detrás de cada una hay mucho curro y esa es la fuerza del formato, porque no somos un micro abierto". Es decir, aunque persiguen la originalidad y la singularidad, el espectáculo no consiste en una retahíla de anécdotas espontáneas, sino de historias más profundas que primero pasan una criba y luego son acicaladas.
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"No es tan sencillo dar con ellas. Sin embargo, somos unos apasionados del relato y creemos que todo el mundo tiene en potencia una historia que contar", deja claro la documentalista francesa. Algunas personas no lo hacen en Diario Vivo, sino en sus talleres de storytelling, donde aprenden a cómo contar, una experiencia que también les ha servido a los responsables del proyecto para afinar el oído y la voz. "Nos llegan con una idea y la transformamos en una historia, sin prisas, como un alfarero que le da forma a la cerámica".
Una vez identificado el posible narrador, escudriñan no solo si poseen una historia, sino también si tienen "ganas de indagar y el deseo de contarla", explica Vanessa Rousselot. "Si lo que cuenta ha sido decisivo para ellos, también será impactante para el público. Pero no por haber vivido una historia significa que sepas contarla, por eso cobra interés cuando esa persona se para a pensar sobre lo vivido y luego reflexiona sobre qué quiere transmitir". Baste como ejemplo la crónica de Josefina Esquivel, que "es la historia de muchas mujeres", aunque su estructura contribuye a epatar al público, subraya la cineasta francesa.
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¿Crónica, monólogo, espectáculo? "Diario Vivo es un género periodístico de historias contadas en primera persona", matiza François Musseau. Como su referente es el Pop-Up Magazine de California, Vanessa Rousselot lo describe como un formato de live journalism no acotado solo a periodistas, convencida de que la mejor definición reside en su título: "Es un diario y es vivo". No importa que lo narrado haya acontecido la semana pasada o hace tres décadas, porque para ella ese "viaje en el tiempo" es otra de sus fuerzas.
"Un narrador rompe la cuarta pared y cuenta al público una vivencia que le haya cambiado la vida", detalla la web del proyecto, aunque en el caso de Iñaki Gabilondo fue él quien le enderezó la vida al protagonista de su relato. Así lo recuerda el periodista francés: "Gabilondo va a visitar a su mujer a un hospital de Pamplona y un señor lo para en medio de la carretera. Nervioso, le dice que, durante cuarenta años como jefe de estación, ha sido un empleado ejemplar, pero esa mañana se ha quedado dormido".
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Entonces, "le pide que lo lleve a toda velocidad hasta su puesto de trabajo para evitar un choque de trenes, escoltado por patrullas de la Guardia Civil: todo muy peliculero", añade el corresponsal de Libération, quien ya ha convencido a otras figuras del periodismo y las letras para que se subiesen al escenario: Julio Llamazares, Rosa Montero, Alfonso Armada, Soledad Gallego-Díaz, Sergio del Molino, Lucía Méndez o Gonzo, cuyas historias figuran en el envés de sus reportajes y narraciones.
"En esta ocasión nos ha inspirado mucho buscar a los narradores entre personas muy distintas que pudieran hablar de España: Trifonia Melibea Obono lo hace a través de las monjas que la educaron, Estela Li a través de su marido español y su bebé mestizo, Margarida Pinto a través del país vecino que molesta siempre, Giles Tremlett a través de los huecos y fantasmas de nuestra historia, etcétera", enumera François Musseau. Los españoles, ante el espejo. Un reflejo, en el caso de Andrew Ferren, desternillante.
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Mientras preparan el próximo Diario Vivo, que tendrá lugar el 26 de mayo en Madrid, Vanessa Rousselot repasa algunos pasajes antológicos, aunque no puede olvidarse de cómo el periodista y escritor Bruno Galindo convirtió una anécdota bastante loca en un gran relato: "Viaja a Pisa a dar una conferencia y, durante cuatro días, se propone evitar la famosa torre, hasta que…". La historia continúa, pero no queda huella alguna, porque el espectáculo es efímero y está prohibido grabarlo con el móvil.
Una noche, varias personas, siete minutos y un micrófono. "Hay que estar ahí para vivirlo y ya estamos buscando a nuevos participantes", concluye la directora de un proyecto en el que se han implicado otros profesionales como Julien Cassan, Diane Cambon, María Miret, Andrea Aguilar, Rommy Artigas y Antonio Martínez Asensio. "Por suerte, también contamos con la ayuda de una red de narradores con olfato para detectar historias y con muchos invitados que, después de subir al escenario, se han convertido en nuestros embajadores, porque la experiencia de contar es poderosa y a veces transformadora".